Edición N° 403 - Noviembre 2016

Argentina y el Nordeste

 
  • En apenas 175 metros cuadrados, un bar, vestuario y oficinas.

  • La disposición de los troncos estuvo a cargo de artistas y ebanistas.

  • De noche, el entramado de los troncos produce efectos lumínicos en el interior.

 

En Córdoba se utilizaron 20 mil árboles caídos para hacer un edificio

En la ciudad de Ascochinga, se rescataron los troncos de un parque diseñado por Carlos Thays para construir la fachada de un Club House. Es obra del arquitecto Lucio Morini.

Cerca de 20 mil troncos que estaban destinados a convertirse en leña fueron reutilizados para construir la piel de un pequeño Club House. Eran viejos árboles caídos por el paso del tiempo que fueron apilados en montículos en las sierras de Ascochinga, Córdoba, proveniente del parque que diseñó Carlos Thays.  Y así fue como se transformaron en las fachadas del pequeño edificio, en el Golf Estancia Pueblo La Paz.

El arquitecto cordobés Lucio Morini logró satisfacer a todos los socios del golf con esta elección. Los troncos caídos no sólo representan la identidad del lugar, sino que ahora forman parte de su huella. Morini es una de las voces jóvenes de la arquitectura, que también sorprendió con los proyectos del Museo de Bellas Artes Caraffa, en el Palacio Ferreyra y el Centro Cívico del Bicentenario, obras emblemáticas de la ciudad de Córdoba.

“Torcimos el destino de esos árboles”, señala el arquitecto, que convocó a artistas y ebanistas para pelar la corteza de los troncos y así evitar que se pudra la madera. La imagen lograda no es azarosa. Es el resultado del ensamblaje que los artistas plantearon en función de la posición de los troncos, el tamaño y el tipo de envejecimiento.

En apenas 175 metros, el Club House cuenta con una oficina para los golfistas, bar y vestuarios. El conjunto facetado convive con un lago artificial y una pequeña capilla, en el marco de la residencia de veraneo que perteneció a Julio A. Roca en el siglo XIX.

A medida que transcurre el día, los interiores van mutando. El entramado de troncos deja pasar la luz y genera efectos lumínicos sobre los amplios ventanales. “Un interesante juego de llenos y vacíos se cuelan entre las cortezas y  produce destellos luminosos. De día el edificio chupa la luz. Y de noche, el edificio la expulsa, produce un efecto dorado, de fuego interior”, destaca Lucio Morini, del estudio Morini Arquitectos.

Con el paso del tiempo, cada uno de esos 20 mil troncos asumirá distintas tonalidades de gris. Y cerrarán el círculo que inició Carlos Thays en 1930, a pedido de Julio A. Roca, que nunca hubiera imaginado que su parque de las sierras se convertiría en un exclusivo campo de golf.

 

 

Fuente

http://arq.clarin.com

 

Revista

Ver ediciones anteriores

Suscribete

Y recibí cada mes la revista Mandu'a

Suscribirme ahora