Edición N° 392 - Diciembre 2015

Argentina y el Nordeste

 

 

Jan Gehl, un ícono del urbanismo

El año pasado se publicó en la Argentina Ciudades para la gente,  (Editorial Infinito), tercero de los títulos escritos por Jan Gehl, el que más rápido se tradujo y difundió por todo el mundo y lo que dio motivo al suplemento ARQ Clarín, para entrevistarlo en Copenhague.

Con la publicación en español, el cuerpo de ideas del urbanista danés está disponible para el público latinoamericano.

 

El libro, por su orden temático y la claridad de sus enunciados, y la cantidad de ejemplos de trabajos ya realizados y sus resultados, es en realidad un manual de urbanismo.

Para el autor romper el paradigma de la ciudad dominada por el automóvil es uno de los preceptos principales que ha guiado tanto su carrera académica como su actual trabajo de consultor. Promover formas de transporte más sanas y sustentables no se trata necesariamente de mayor inversión.

En Time Square (una intersección de Manhattan, situada en la esquina de las avenidas Broadway y Séptima) la transformación urbana la convirtió en un referente de la ciudad.

En Venecia, el autor, recurre a la estructura medieval urbana para explicar qué es la calidad urbana.

Un estudioso de cómo el comportamiento de las personas, Gehl se encuentra, a sus siete décadas, en el pináculo de su carrera. Su consultora Gehl Arquitectos-Consultores de calidad urbana trabaja en diversos proyectos. La abrió en el 2001 tras más de 40 años dedicado a la  investigación.

Hasta hay un documental, La escala humana (The human scale), que retrata su obra y pensamiento. Jan es, de alguna manera, lo más parecido que tiene el urbanismo a una estrella de rock.

Para entender su meteórico ascenso, hay que tener en cuenta los cambios que atravesaron a las ciudades en los últimos quince años. El auge del concepto de la urbanidad (calidad y cantidad de servicios, espacios públicos a escala humana, diversidad y riqueza de experiencias) como un indicador del nivel de vida de un lugar ha transformado las demandas de los ciudadanos y las estrategias de los políticos para encarar sus programas de gobierno. A esto hay que agregarle el éxito del experimento Copenhague, la ciudad natal de Gehl, un símbolo de las prácticas sustentables.

La valoración de sus ideas también se explica a partir de cierto fracaso de las políticas urbanas aplicadas en los últimos 50 años. Brasilia, la máxima ciudad emblema del Movimiento Moderno, se completó en 1960, el mismo año en que Gehl se recibió de arquitecto en la Escuela de Arquitectura de la Academia Real Danesa de Bellas Artes.

La expansión de las ciudades y los nuevos distritos se creaban al compás de la sectorización funcional y las ideas de los Ciam (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna), servían como manual de guía. Al mismo tiempo, el paradigma del automóvil se imponía como el dominante, relegando cada vez más a las personas y dictando las líneas rectoras del diseño urbano.

Desde el comienzo de su carrera, Gehl formó parte de esa contracultura que tenía como referente ineludible a Jane Jacobs y su emblemático Muerte y vida de las grandes ciudades, la furiosa diatriba contra la ciudad contemporánea que buscaba recuperar el rol de las personas a la hora de pensar las ciudades.

 

¿Cómo nació su interés por el diseño urbano y la relación con el comportamiento humano?

- Al poco tiempo de graduarme, en 1963, empecé a trabajar con esta idea acerca de cómo los planificadores urbanos debían estar más en contacto con las necesidades de las personas. Alrededor de ese momento recibí una beca de doctorado, y decidí centrar mi investigación en la primera calle peatonal cerrada al tránsito en Copenhague. Durante un año, me senté a ver qué hacía la gente ahí. Básicamente, estudié cómo usaban los espacios: por la mañana, en la tarde, en el invierno, en el verano, si llovía, si había sol, etcétera. Así pude darme una idea de cómo la gente usa la ciudad, y las diferencias que hay entre la manera en que se ocupa un lugar dominado por el auto en relación a uno que no.

En 1965 viajé a Italia junto a mi esposa para poder estudiar cómo se usaba la tradicional piazza, el emblema de la vida urbana medieval. Pensemos en Siena o Venecia. Fue allí donde empecé a sistematizar mis observaciones, y donde empecé a recolectar y a grabar información y datos sobre este tema.

 

¿Qué rol han jugado los arquitectos del “star-system” dentro de la configuración de las ciudades contemporáneas?

- Antes que nada, creo por suerte que es un sistema y una manera de pensar que está desapareciendo. Su problema es que muchas veces están enamorados de la forma, pero que desdeñan otros factores que deberían tener los espacios urbanos. La buena arquitectura es la combinación de vitalidad y forma.

A veces, cuando veo rascacielos de estos grandes arquitectos, siento que son botellas de perfume. La arquitectura se volvió global, y ellos compiten por quien hace la forma más llamativa. Dentro de la consultora, nosotros no hacemos diseño. Nos dedicamos a crear programas y a desarrollar estrategias de intervención urbana.

 

¿Cuáles son los desafíos más urgentes que aparecen en el horizonte del urbanismo?

- Superados los paradigmas del Movimiento Moderno y el del automóvil, ahora se aspira a que las ciudades sean sustentables, vitales y seguras. Dentro de esa búsqueda, hay dos frentes a tener en cuenta: el cambio climático y el problema de la obesidad. Los planificadores urbanos deben incorporar estrategias que mantengan a la gente en movimiento, ya que el trabajo contemporáneo conlleva mucho sedentarismo. Estas iniciativas, además de alargar la vida de las personas, también pueden resultar en una baja del gasto de salud pública.

 

40 años de experiencia

La publicación en español de Ciudades para la gente forma parte de una campaña de ONU-Hábitat, una división de las Naciones Unidas dedicada a difundir las prácticas sustentables de cara al desarrollo urbano. Puesto a considerar qué significa dentro del conjunto de su obra, Gehl afirma que es esencialmente la confirmación de la labor que hizo para su primer libro, La vida entre los edificios, escrito en 1971. “Las ideas son las mismas que tenía en aquél entonces. La diferencia es que ahora cuento con 40 años de experiencia, durante los cuales pude probar y verificar su validez”, explica.

Es un libro que examina algunas de las ciudades más importantes donde se ha desarrollado la conciencia por una nueva forma de construir ciudades donde la gente sea su máxima protagonista. Ciudades amables, ecológicas, seguras. Ciudades donde la gente aproveche y goce de su entorno. Un estudio y una propuesta de futuro que ya en algunos lugares del planeta es una realidad. Libro fascinante e instructivo para arquitectos, urbanistas, políticos, especialistas en planificación y todos los interesados en lograr mejores lugares para la gente.

 

Trayectoria

La carrera de Jan Gehl, nacido en Copenhague en 1936, recorre el arco completo de la evolución del urbanismo de mediados a finales del siglo XX y principios del XXI.

A mediados de los años sesenta, siendo un joven arquitecto casado con una psicóloga, quien le cuestionaba la desconexión entre el trabajo de los arquitectos y urbanistas y la realidad de la gente que usaba los edificios y espacios que aquellos creaban, Gehl decidió enfocarse en la intersección entre antropología, psicología, urbanismo y arquitectura, buscando principios de acción que tuvieran resultados medibles. La razón detrás de las investigaciones de Gehl, además de la insistencia de su joven e inquieta esposa, era su visión negativa de la realidad urbana de su Copenhague y Dinamarca natales, donde dos fuerzas poderosas amenazaban con destruir la esencia de sus amigables ciudades y pueblos y con ellos el estilo de vida de sus habitantes. La primera fuerza que amenazaba los centros urbanos era el urbanismo moderno, que con el impulso reconstructivo de la posguerra europea estaba reformando -y a veces destruyendo- la ciudad tradicional, con lo que Gehl entendía eran un urbanismo y una arquitectura de maqueta, abstracta y deshumanizante. La otra, también a caballo de la prosperidad de la posguerra, era la invasión de los centros urbanos por los automóviles particulares. Copenhague era y es una ciudad de peatones y ciclistas, pero entre los años 50 y fines de los 60, los autos se apoderaron de todos los espacios, con una promesa de accesibilidad que muy pronto se probó frustrante.

Gehl estaba convencido de que reemplazar personas por máquinas en el espacio urbano era una idea equivocada y poco sostenible, especialmente en ciudades como las de su país, construidas durante siglos con el hombre como medida.

Había leído y entendido a autores como Jane Jacobs y Edward Hall, cuya visión de la ciudad se centra en el espacio, en la escala peatonal y en la experiencia personal. Con este sustento, se dedicó a diseñar procedimientos empíricos para llevar a la práctica los principios enunciados en estos textos, a fin de reconstruir la vida en la ciudad para la gente, con la convicción de que lo importante es la calidad de la vida en el espacio urbano.

Desde fines de los años sesenta, Gehl y sus colaboradores llevaron a la práctica estos postulados y establecieron su enfoque y sus metodologías, logrando lo que pocos urbanistas enfocados en la escala peatonal consiguieron: sus resultados son medibles, sus soluciones testeables, y los errores corregibles en base a monitoreos y revisiones. Trabajos de campo, mediciones y evaluaciones preceden y acompañan la definición de las necesidades físicas, y enmarcan el diseño y las decisiones constructivas. Los numerosos ejemplos del libro prueban una y otra vez su tesis. El paradigma creado y desarrollado por Gehl tiene una teoría fundante, experimentos y protocolos para probar la teoría, e instrumentos y procedimientos de campo con indicadores para verificar los resultados.

En nuestro continente, lo más cercano a la visión de Gehl es el trabajo de Jaime Lerner en Curitiba, que comenzó por la misma época en que Gehl estaba haciendo sus primeras experiencias en Dinamarca. En el capítulo 6 de libro, Gehl dedica varias páginas a estas experiencias y a las de Medellín, Bogotá y otras ciudades del cono Sur.

En el 2013, un equipo del estudio Gehl Architects realizó una experiencia piloto, con fondos de un programa del BID, trabajando con profesionales locales en un plan para la revitalización del espacio público en la ciudad de Mar del Plata.

Para los lectores hispanohablantes, la publicación por Ediciones Infinito de Ciudades para la Gente es una buena noticia en un momento en el que las ciudades de Latinoamérica están implementando soluciones para mejorar la vida de la gente, en la misma dirección que Gehl viene señalando en sus escritos y ejemplificando con su trabajo.

 

La escala humana

El 50 por ciento de la población mundial vive en zonas urbanas y en el año 2050 este porcentaje aumentará hasta el 80 por ciento. La vida en las grandes ciudades es atractiva y problemática a la vez. Hoy enfrentamos el auge del petróleo, el cambio climático, la soledad y graves problemas de salud debido a nuestro estilo de vida. Pero, ¿por qué pasa esto?

Jan Gehl, arquitecto y profesor danés, ha estudiado el comportamiento humano en las ciudades durante 40 años. Ha documentado cómo las ciudades modernas repelen la interacción humana y asegura que podemos empezar a construir ciudades de una manera en que las necesidades humanas de la inclusión y la intimidad, sean tomadas en cuenta.

El documental La escala humana (The human scale), del director Andreas Dalsgaard, realizado en el 2012 en Dinamarca y de 77 minutos de duración, cuestiona nuestras suposiciones acerca de la modernidad, explorando lo que sucede cuando ponemos a las personas en el centro de nuestras ecuaciones.

Durante 40 años el arquitecto danés Jan Gehl ha estudiado sistemáticamente el comportamiento humano en las ciudades. Su punto de partida fue un interés en la gente, más que los edificios, en lo que llamó “la vida entre los edificios”.

¿Qué hizo que existieran? ¿Cuando se destruyeron? ¿Cómo pueden recuperarse? Esto lo llevó a estudiar cómo los seres humanos usan las calles, cómo caminan, miran, conocen, interactúan, etc.

También usa las estadísticas, pero las preguntas que hace son diferentes. Por ejemplo: ¿Cuántas personas pasan por esta calle a lo largo de 24 horas? ¿Qué porcentaje de los que pasan son peatones? ¿Cuántos están conduciendo automóviles o bicicletas? ¿Qué parte de la calle están autorizados a ocupar los distintos grupos? ¿Está funcionando bien la calle para todos sus usuarios?

Jan Gehl hizo sus primeros estudios en Italia y más tarde inspiró la planificación de Copenhague. Sus ideas motivaron la creación de calles peatonales, la construcción de ciclovías y la reorganización de los parques, plazas y otros espacios públicos a lo largo de la ciudad y en muchas otras ciudades de la región nórdica.

En todo el mundo ciudades como Melbourne, Dhaka, Nueva York, Chongqing y Christchurch se están basando en la obra de Gehl para imitar el éxito de espacio urbano de Copenhague.

 

Fuentes
arq.clarin.com 
www.summamas.com
www.plataformaarquitectura.cl

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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