Edición N° 403 - Noviembre 2016

El Quincho de tía Coral, un espacio para las alegrías y los encuentros

 
  • El arquitecto Francisco Solano Benítez, Solanito, durante la conversación con Mandu'a

 

El jurado de la X BIAU (Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo), eligió 26 proyectos para el Panorama de Obras del evento que tuvo lugar el mes pasado en San Pablo.  Una de ellas es el Quincho de tía Coral del Gabinete de Arquitectura integrado por Francisco Solano Benitez, Gloria Cabral y Solano Benitez, razón por la cual, Mandu’a conversó con Francisco Solano Benítez, Solanito, quien inició la conversación comentándonos cómo se dio la participación del estudio en la BIAU.

“El marco de presentación de nuestra participación de la BIAU se dio a partir de la elección de curadores elegidos por la Bienal para el efecto. Se enviaron más de mil obras de distintos países de de las cuales se han seleccionado 26. El curador de nuestro país fue Javier Corvalán, quien nos propuso llevar y salió seleccionada juntamente con la del arquitecto Joseto Cubilla, Edificio San Francisco, y el proyecto de Lukas Fuster La plaza de nuestros sueños, estuvo entre los trabajos finalistas”, explicó Solanito, quien añadió: “A nosotros nos interesa y nos parece importante participar en bienales y más aún salir seleccionados para los panoramas de obras porque de alguna manera es un termómetro que mide lo que el mundo está viendo, es una manera de medirnos con otros arquitectos y saber el estado de la arquitectura en Paraguay con respecto a otros países. El que una de nuestras obras haya ganado es algo que nos llena de alegría y de orgullo, y poder compartir eso con la gente es algo maravilloso”.

Respecto del proyecto elegido por el jurado de la X BIAU, comentó que el encargo llegó de la mano de una tía: “Mi tía quería un quincho en el fondo de la casa, decide hacerlo para celebrar todas las alegrías y los encuentros familiares, compartir esas vivencias. Un lugar en el fondo de la casa donde solo había plantas y no tenía mucho uso. Y así nos pusimos manos a la obra. El proceso del diseño fue bastante largo. Particularmente para el Gabinete, la forma de hacer arquitectura es a partir de conversaciones con el propietario, y en este caso con mi tía quien fue partícipe de ellas conjuntamente con los ingenieros, que se pusieron la camiseta al hombro, y con toda la gente que nos dio el respaldo, amigos que también participaron de la construcción como el ingeniero Luis Caló o el ingeniero Julio Alvarez que calculó toda la obra, los que nos dieron  el soporte para ir llevando eso paso a paso, que al ser una obra empírica tenía sus ajustes de tuerca en forma constante.

El proceso del cual hablo tiene que ver con el diseño y con la construcción misma. Lo interesante de todo es que a partir de las conversaciones surge este proyecto concreto que, de alguna manera, trata de hacer y ser una sola pieza entre la estructura y la funcionalidad, es en realidad una estructura  que sintetiza a todos los demás requerimientos y esa estructura parte de tratar que no haya piezas sobrantes  que es lo máximo que podemos sintetizar algo; y ahí surgió la propuesta; esto significa que la estructura y los cerramientos son uno solo, no se ve por separado, la estructura marca el lugar donde queda implantada  la obra y los cerramientos aparecen ahí ya casi como una anécdota, podría hasta no tenerlos, se llegó a plantear incluso.  Esa estructura generaba ya un espacio, bajo ella uno se sentía contenido dentro de un espacio por más que en un momento todavía no tenía techo, incluso al salir de la obra, de ese espacio de la  pileta uno se siente contenido en un espacio por la viga que pasa por ahí que  no está tocando el suelo que está generando toda una atmosfera”.

En el trascurso de la charla, Solanito fue mezclando el proceso de diseño y  construcción del Quincho, con el concepto del Gabinete de Arquitectura de hacer precisamente arquitectura, cómo son los procesos diseños y construcción de sus trabajos.

“Creo que una de las cosas más interesantes de los proyectos son los procesos  de diseño y construcción que hace el Gabinete en que la constante es ir avanzando sobre lo que ya tiene, es decir, a partir de la bóveda de Teletón, de los paneles que se hacían allí, en esta obra misma, ir avanzando buscando el siguiente paso para poder tener paneles que se hagan más rápido con queseras (moldes), con sistemas constructivos nuevos. “En cuanto a la materialidad, surge a partir de que un sobrino de mi tía que tenía una fábrica de ladrillos empezó donando algunos de desecho que a nosotros nos sirvió para hacer las primeras pruebas, y una vez certificado su funcionamiento se empezaron a preparar moldes más rápido, a traer más cantidad de material. La consagración de ese uso se dio cuando uno de los obreros nos contó que estaba haciendo su casa con los paneles y es ahí cuando nos dimos cuenta de que lo estamos haciendo se trasmite a una sociedad, que es la idea de todo esto, que sea usable por todo el mundo y que sea realmente un aporte a partir del diseño con el nuevo material, en realidad un material cotidiano que se usa siempre: el ladrillo que no lo seleccionamos por sentirnos nosotros ‘uno’ con el ladrillo sino porque es un material que tenemos más a mano, es más económico y es para todo el mundo”.

Retomando el hilo de la conversación sobre la obra, comentó que se ubica en el barrio Isla de Francia de Asunción, que data del 2014-2015, que la construcción duró ocho meses, que se fue haciendo por etapas, que la superficie construida es de 160 m2, que en ese fondo de la casa había una pileta “pero era un espacio olvidado, fuera de la piscina no había nada, ahora ella ganó protagonismo porque se le hizo todo el soporte: dos baños, cocina, parrilla, heladeras, se cierra, tiene aire acondicionado, una galería techada, le dimos un plus, todo el complemento. Cuando terminamos todo lo que era estructura, colocamos los vidrios, aunque yo creo en realidad que una obra nunca está terminada porque si uno pudiese seguir ajustando lo haría siempre, particularmente en este caso, hasta ahora a mi tía le seguimos aconsejando o diseñando los muebles, como también en lo que hace a la iluminación y así vamos viendo y reinventado siempre”.

 

Es decir que es una obra terminada, pero… ¿no terminada?

- No, no. Se terminó en tiempo -en ocho meses como estaba previsto- toda la estructura, los cerramientos, pero luego mi tía nos empezó a pedir algunos complementos, una mesada, una isla en el medio, y entonces fuimos ajustando la obra a sus gustos y necesidades. Realmente la funcionalidad de la casa termina cuando la gente empieza a usarla, cuando uno quiere agregar cosas con las que sentirse más cómodos y eso también a nosotros nos realiza porque significa que los habitantes de la casa se sienten parte de ella, la están viviendo  y creo que ahí se da el punto cuando uno dice que la obra está bien, está acabada digamos, cuando el que la usa se siente cómodo, sino para qué  hacemos todo lo que hacemos si al final el dueño no está feliz.

 

Además de los ingenieros Caló y Álvarez, que ya nombraste, ¿quiénes más colaboraron?

- Repito. Toda la parte de cálculo trabajamos con el ingeniero julio Álvarez, nos hizo todo el soporte, la estructura incluso la parte de fiscalización, nos ayudó y nos acompañó paso a paso; la parte de metales la hicimos con Caló estructuras, del ingeniero Caló, quien también nos ayudó en muchísimas cosas que teníamos dudas. También fueron parte importante los colaboradores del estudio: Constanza Abente, Melisa Marchi, Karina Albera, Nicole Jaquet, Alvaro Gimenez y Sergei Jermolieff.

 

Memoria del Quincho de tía Coral, según sus autores

Un quincho es un pabellón que por lo general se instala en el fondo de los lotes urbanos, y que tiene por estas latitudes la misión de dar cobertura a acontecimientos de carácter excepcional, cuya reiteración cíclica de estudiada frecuencia y dosificación, coquetea con el pecar capitalmente y sus consecuentes cargas lesivas a nuestra salud.

Pero para definir en específico “el por qué este quincho es cómo es”, lo previo no se compadece con su razón estructural, que aunque se revela fundante en sus afirmaciones, no es concluyente.

Hacemos lo que hacemos para orientarnos, nos entendemos como seres lenguajeantes, y que en nuestro afán de existencia colectiva y haciendo uso del mandato disciplinar (velar por la habitabilidad de los seres en cuanto humanos), nos aventuramos a producir nuevas herramientas de recursos y posibilidades, que pongan en superación las oportunidades de un vivir mejor, como mensaje y ofrenda que nos permita ser en los otros.

Reafirmamos nuestro decir que se escribe en piedras, superada la empatía imitativa, conjuramos nuevas formas de convocar la materia, como muestra de nuestra patente necesidad de mejorarnos mejorando en los otros.

Un cielo de cascotes, vidrios reusados, pisos de cemento, algún cable y algún foco, para dar compañía a las escenas de la vida.

La pregunta más importante sobre el quincho de tía Coral no puede ser otra que… ¿son riquísimos sus asados?

 

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