Edición N° 420 - Abril 2018

Empoderamiento de mujeres: tarea pendiente

 

 

Es verdad de Perogrullo decir que el género femenino se encuentra relegado a segundo plano en la sociedad. La evidencia empírica es rotunda. En la inmensa mayoría de los casos, la posición de la mujer en la pirámide de privilegios sociodemográficos y en términos de prosperidad compartida deja mucho que desear. No sólo por razones éticas o morales sino también por razones de mera justicia participativa. Sobre todo cuando se trata de igualdad de condiciones (tipo de trabajo o de responsabilidades) y de capacidad (conocimiento y habilidad para las tareas a ser desarrolladas).

 

Poca prósperidad compartida.

Aún en estos casos de igualdad de condiciones y de capacidad, el posicionamiento de la mujer en el mercado del trabajo, en educación y en protección social tiene resultados notablemente inferiores o peores que el sexo opuesto. Para el Día Internacional de la Mujer el pasado 8 de marzo han salido a la luz los más actuales estudios, estadísticas y encuestas sobre la posición socio-económica desventajosa de las féminas. A nivel global y regional se han logrado ciertamente algunos progresos con relación a años y décadas pasadas, pero la agenda de reivindicaciones pro mujer está lejos de ser agotada. He aquí algunos informaciones que lo corroboran:

 

Difícil acceso a trabajo y menor remuneración.

Independientemente de su capacidad, conocimientos y experiencia acumulada, las mujeres generalmente tienen dificultades en el acceso a un puesto de trabajo.

Si lo consiguen, sus remuneraciones se hallan bien por debajo de las obtenidas por el sexo opuesto. En términos de ingresos mensuales, la diferencia en contra de las féminas suele oscilar a nivel mundial entre el 20 y el 30 por ciento menos.

 

Datos actuales sobre Paraguay.

Las cifras que se manejan en nuestro país sobre esta diferencia en remuneraciones suele oscilar en torno al 24 por ciento y bien por encima del millón de guaraníes (1 USD = 5.507 G en promedio de compra-venta a nivel local) cuando más alta es la posición laboral y mejores los estudios realizados y terminados. En la última Encuesta Continua de Empleo (ECE) de la Dirección de Estadística, Encuestas y Censos (Dgeec), que es la del 3er trimestre de 2017, a nivel directivo de los Poderes del Estado los hombres perciben unos 2.000.000 guaraníes más que las mujeres. Además, la inestabilidad de las féminas en el puesto de trabajo es mayor por razones frecuentes de embarazo, maternidad, lactancia y actividades conexas en la crianza de los niños. El empoderamiento económico del sexo femenino es tan necesario por sí mismo como por las consecuencias que tiene en su mayor y mejor educación así como acceso a los servicios de salud.

 

Seguridad social y educación.

En materia de protección social, la situación de la mujer necesita ser mejorada urgente- y sustancialmente. Apenas una quinta parte de la población total tiene seguro social y la proporción de las mujeres es aún menor. Algo similar debe decirse de la educación básica. Por ejemplo, la tasa de analfabetismo en las mujeres es 6,55 por ciento mientras que la de los hombres es 4,73 por ciento a nivel país. En las áreas rurales (10,01 por ciento) el analfabetismo es muy superior a las urbanas (3,10 por ciento). En las primeras, el desnivel entre hombres (8,49 por ciento) y mujeres (11,66 por ciento) es significativo.

 

Jefatura femenina en hogares.

Llamativa es la alta proporción de mujeres en jefatura de hogares, que a nivel nacional llega al 30,90 por ciento, siendo la proporción más alta en zonas urbanas (32,95 por ciento), bien por encima de las rurales (27,71 por ciento). Mujer jefa de hogar implica la ausencia temporal o larga del marido o concubino o compañero. Significa en estos casos una gran acumulación de tareas en el hogar, en el cuidado de los niños y de los ancianos  así como en el corral de gallinas y cerdos junto con la chacra. En años de escasez en Presupuesto Público o de recortes a gastos e inversiones, con alta frecuencia, se realizan en perjuicio de asistencia social a hogares pobres, en gran o total medida dependiendo de mujeres. La mayor parte de estratos con necesidades básicas insatisfechas se encuentra en áreas rurales y en suburbios. En mayoría son mujeres, ancianos y niños. Efectivamente, la pobreza tiene rostro de mujer. Sin olvidar que la miseria más lacerante la sufren los indígenas.

 

Fuente: UH

11.03.18

Dr. Ricardo Rodríguez Silvero

 

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