Edición N° 411 - Julio 2017

Frank Lloyd Wright, 150 años del maestro de la arquitectura americana

 
  • Casa de la Cascada, magnificamente integrada en el paisaje circundante

  • Frank Lloyd Wright durante la construcción de uno de sus edificios.

  • Monona Terrace Civic Center en Madison, Wisconsin.

  • La Casa Robie, en Chicago, 1910.

  • El célebre edificio del Museo Guggenheim sobre la Quinta Avenida.

 

Integró las casas con el paisaje y cambió para siempre la arquitectura del siglo XX. Inspiró una novela y tuvo también una vida novelesca, pero su herencia son las casas y edificios que, de una punta a la otra del territorio norteamericano, plasmaron su visión de una nueva forma de construir para una nueva era.

 

El pasado 8 de junio se cumplió un siglo y medio del nacimiento de Frank Lloyd Wright considerado el arquitecto más importante de la cultura estadounidense y, además, uno de los más icónicos. Un visionario de la arquitectura orgánica y democrática que nunca ha dejado de estar de actualidad. Para conmemorarlo y reivindicar su obra se han realizado innumerables homenajes, desde una exposición de sus archivos en el MoMa, hasta la edición en piezas de lego del edificio del Guggenheim de Nueva York diseñado por él.

“Para ser breve, mi nueva novela será la historia de un arquitecto que sigue sus propias convicciones a lo largo de toda su vida, sin importar lo que la sociedad piense o le haga. Es la historia de un hombre tan auténtico consigo mismo que nadie en la Tierra, ni sus prejuicios, ni sus mentiras, puede afectarlo a él o su trabajo. Un hombre que tiene un ideal y atraviesa el infierno por él. Así que podrá comprender por qué me parece que de todos los hombres en la Tierra es a usted a quien tengo que ver. Mi héroe no es usted. No tengo intención de seguir en la novela los hechos de su vida y carrera. Su vida no será la suya, ni su trabajo, tal vez ni siquiera sus ideales artísticos. Pero su espíritu, creo, es el suyo”. Así le escribía en 1937 Ayn Rand a Frank Lloyd Wright, tradicionalmente considerado la inspiración de Howard Roark, el arquitecto protagonista de su novela El manantial, que le daría fama, dinero y la convertiría en una de las escritoras más influyentes del siglo XX en Estados Unidos. En ese entonces, Rand era todavía poco conocida -solo había publicado su primera novela, Los que vivimos- y Wright una figura consagrada que ya había comenzado el trabajo sobre una de sus obras más célebres, la Casa de la Cascada de Pennsylvania. Hoy esta vivienda, que llegó a ocupar la portada de la revista Time y es Monumento Nacional, es uno de los epicentros de las conmemoraciones por los 150 años del nacimiento de Wright. El otro es el Museo Guggenheim de Nueva York, embajador de su obra en el corazón de Manhattan.

La primera persona en soñar con un Lloyd Wright arquitecto no fue él, sino su madre, Anna, hija de un pastor galés emigrado a Estados Unidos por razones políticas. Parece que la buena mujer cubrió las paredes del dormitorio de su bebé, nacido el 8 de junio de 1867 en la localidad de Richland Center de Wisconsin, con grabados de catedrales inglesas. Y su hijo Frank se enamoró, junto a la belleza de la arquitectura, de la naturaleza. Tenía solo 19 años cuando dejó la escuela de ingeniería y se marchó a Chicago dispuesto a construir edificios. El primero en darle trabajo fue Louis Sullivan y con él aprendió el oficio. También se casó, tuvo seis hijos, se endeudó y se enemistó con su mentor. Eso le dio la oportunidad y el valor para abrir su propio estudio y probar sus alas. Y las alas de Wright estaban llenas de ambición...

Sus preocupaciones sociales se reflejan en proyectos como “pequeñas granjas”, ideadas en los años 30 para asegurar la autosuficiencia de las personas sin trabajo tras la Gran Depresión. Nunca vio la luz, pero defendió el modelo (incluso en la Unión Soviética) hasta su muerte.

Pero encajar su longeva figura no es fácil de acotar. Defendía que la arquitectura debía homenajear la naturaleza y no profanarla.

Despreciaba la arquitectura plagiada de Europa y tenía un solo dios: la Naturaleza, que él escribía siempre con N mayúscula. Con estas premisas y una enorme petulancia -“a cualquier hombre que crea en sí mismo le acusarán de arrogante”, decía- se inventó residencias horizontales, de techos bajos, orgánicas, integradas en el entorno, con interiores fluidos. Había nacido el Prairie Style (Estilo de la pradera), sus famosas casas de la pradera, entre ellas, la Robie House.

Pero no era suficiente. Su crisis de los 40 hubiera sorprendido al mismísimo Freud. Abandonó a su familia para marcharse a Europa con una clienta, Mamah Borthwick Cheney, que murió en el incendio de su mítica casa Taliesin en Wisconsin (reconstruida más tarde), descubrió Japón, se hundió en un ostracismo social elitista, irreverente y al mismo tiempo plagado de utopías.

Intentó crear una ciudad democrática, una urbe en el campo en la que a cada familia se le regalara un acre de tierra (la Broadacre City). Odiaba la “chusmocracia” (según él, el gobierno de los mediocres), creía en la arquitectura para todos y en el organicismo. Tenía más de 70 años y parecía un viejo dinosaurio resentido cuando se sacó de la manga, primero, su Casa de la Cascada y después, el museo Guggenheim de Nueva York, su mejor obra. El 9 de abril de 1959, a los 92 años, con más de 1.000 obras bocetadas, tres mujeres a sus espaldas y muchos enemigos, murió como siempre dijo que haría, como el mejor arquitecto americano de la historia.

 

La ruta del arquitecto

El aniversario del arquitecto fue el 8 de junio, pero los homenajes durarán todo el año. La Casa de la Cascada realizará durante julio y agosto una serie de conferencias que abordan desde el concepto de arquitectura orgánica hasta el interior de las casas diseñadas por Wright, además de una muestra llamada Wright for Wright: The Experimental Architecture of Frank Lloyd Wright’s Homes (Wright por Wright: la arquitectura experimental de las casas de Frank Lloyd Wright) en el centro de visitantes Speyer Gallery, hasta diciembre.

Por supuesto, no faltará la oportunidad de probar en el Fallingwater café algunas de las recetas favoritas del arquitecto (incluyendo una torta de cumpleaños con avellanas, chocolate y frutillas) o llevarse de recuerdo algunos de los objetos especialmente diseñados para la ocasión por el Fallingwater Museum Store (inútil ir sin reserva, la Casa de la Cascada es siempre un hito turístico y académico que recibe visitantes de todo el mundo deseosos de comprobar en primera persona las palabras de Wright: “Todo gran arquitecto es necesariamente un gran poeta. Debe ser un intérprete original de su tiempo, su día, su era”).  

La ruta Wright sigue por muchos otros estados de Estados Unidos y hasta puede extenderse hasta Japón, aunque allí la mayor parte de su obra -mínima en comparación con los numerosos proyectos realizados en su país natal- fueron destruidos por sucesivos terremotos.

Un itinerario posible debería tener en cuenta especialmente a Wisconsin, el estado donde nació, que recientemente presentó una guía con un paseo realizable en auto por algunas de las principales estructuras del arquitecto, incluyendo el cuartel general de la compañía Ceras Johnson en Racine y el Taliesin Estate and Frank Lloyd Wright Visitor Center (donde a las visitas guiadas que se organizan todos los años se agregan ahora conciertos, talleres de arte y de arquitectura). Illinois se suma a los homenajes durante todo el verano boreal con paseos guiados en bicicleta por Oak Park, donde se encuentra el mayor número de edificios diseñados por Wright: 21 en total, incluyendo su casa y estudio, la Frank Thomas House, la Heurtley House, la Cheney House y la Furbeck House.

En Búfalo, Nueva York, también se organizan durante todo el año visitas guiadas del complejo de seis estructuras Darwin Martin House (1903-1905), en el vecindario de Parkside. Se lo considera generalmente como uno de los mejores ejemplos de las Prairie Houses de Wright -construcciones con aleros y ventanas integradas en el paisaje- y fue una de las obras más valoradas por el arquitecto a lo largo de su extensa carrera de siete décadas. Siempre en Búfalo, hasta octubre (empezaron en junio) hay visitas guiadas acompañadas por un arquitecto para conocer, entre otros edificios, la Filling Station, la Fontana Boathouse y el Blue Sky Mausoleum, que fueron proyectados por Wright pero construidos mucho después de su muerte.

En Nueva York, hasta el 1º de octubre, el Museo de Arte Moderno presenta Wright at 150: Unpacking the Archives, la primera exhibición importante de los archivos de la Fundación Frank Lloyd Wright adquiridos por la Universidad de Columbia hace cinco años. Una auténtica antología de su trayectoria que abarca unos 450 croquis, maquetas, cartas, impresos, álbumes de recortes, filmaciones y fotos, muchos de ellos nunca exhibidos en público hasta ahora. La muestra se organiza en doce secciones que analizan los aspectos claves de la obra de Wright y la ponen en contexto yuxtaponiéndola con otros trabajos de los archivos, del MoMa y de colecciones externas. Si se quiere profundizar en particular en los proyectos de las Prairie Houses, sin embargo, el lugar ideal será el Museo de Arte de Milwaukee, que entre julio y octubre inaugura una exposición exclusivamente sobre ese eje temático.

Mientras tanto, no muy lejos del MoMa el famoso edificio espiralado del Solomon R. Guggenheim Museum en Nueva York abrió sus puertas especialmente el 8 de junio con entrada reducida a 1,5 dólar y una muestra especial de fotos raras de la construcción del lugar. El homenaje siguió durante el Museum Mile Festival con ingreso libre después de la apertura habitual del museo y tatuajes temporarios de Wright, además de talleres para grandes y chicos a lo largo de todo el mes. Y con los paseos arquitectónicos guiados -gratuitos junto con la entrada al museo- para evocar cómo fue la concepción y la construcción de la obra que Wright quiso como un “templo del espíritu”.

La ruta por los 150 años de Wright, mientras tanto, sigue. En todo Estados Unidos numerosos hoteles situados en las cercanías de sus obras más conocidas -como el Nemacolin Woodlands Resort de Pennsylvania- ofrecen paquetes especiales para alojarse y efectuar visitas guiadas. Lo mismo hace el Ash Street Inn de New Hampshire, con una visita a la Zimmerman House, y el Edgewater de Madison (Wisconsin), cuya propuesta incluye la recorrida por cuatro sitios históricos vinculados al arquitecto y un paseo por el Taliesin Home and Studio a lo largo de dos horas.

Y no es todo, porque el Frank Lloyd Wright Trust organiza un viaje del 8 al 10 de julio por la Nueva York del arquitecto, y otro en septiembre a Japón para descubrir su legado en Oriente. Eso sí: los cupos están completos y no queda más opción que anotarse en lista de espera.

 

Simplemente lo mejor

Su ego: “Si tuviera quince años más de vida, podría reconstruir este país desde sus cimientos, transformar esta nación”, dijo a los 88.

Su utopía: En los años 30 creó la escuela Taliesin donde estudiar arquitectura, cocina, arte, música y agricultura.

Su legado: Más de la mitad de sus 1.100 diseños fueron construidos, entre ellos, edificios comerciales, rascacielos, resorts, museos, iglesias, casas particulares, muebles, textiles y lámparas.

Su visión: “Mis edificios no solo son luz o perspectiva; alimentan el espíritu. Intentan encontrar formas adecuadas para integrar y armonizar los nuevos materiales y técnicas con el ideal de vida democrática de mis tiempos”.

 

Fuentes

www.revistaad.es

www.pagina12.com.ar 

 

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