Edición N° 403 - Noviembre 2016

Habitat

 

 

En las calles que no tienen árboles la temperatura aumenta hasta 9°C

Lo determina un estudio de la Universidad Nacional de Entre Ríos. En aras del progreso se talan árboles en las ciudades para erigir moles de cemento y no se vuelve a plantar especie alguna, y si lo hacen, da la impresión que sin ningún criterio. Y atención a quienes realizan podas indiscriminadas de árboles de la vía pública a esta altura del año, cuando la estación estival está cerca con sus calores tremendos y cuando no es la época de hacerlo.

¿Por qué durante los días de calor intenso caminar por el microcentro porteño puede parecer aún más agobiante? Porque lo es. En las calles donde no hay árboles la temperatura puede subir entre 4º C y 9º C. Así lo determina un estudio realizado por la Universidad Nacional de Entre Ríos: “Este trabajo muestra el efecto moderador del arbolado urbano sobre la temperatura y la humedad del aire”.

El trabajo, realizado bajo la dirección de María Silvia Carponi, de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de esa casa de altos estudios, llegó a la conclusión de que los árboles son fundamentales cuando se habla de isla de calor y de temperatura en las ciudades. En el trabajo se tomaron mediciones de dos calles paralelas en Paraná, una sin árboles y otra, con. En el pico de temperatura máxima las arterias no arboladas mostraron una diferencia de 3,2° C superior, indica el estudio. En la ciudad de Buenos Aires los barrios que menos árboles tienen están en la zona del microcentro.

El trabajo aporta un dato interesante: “Se comprueba que la presencia de árboles conjuntamente con paño verde producen una mejor sensación de confort bioclimático. Las calles sin árboles, así como la cercanía al microcentro, tienen influencia negativa”. Carponi apuntó: “Cuando se mide un ejemplar con césped y se lo compara, la diferencia puede llegar hasta los 9°C”.

Carponi señala que el arbolado de alineación, arbolado plantado en veredas o aceras, cumple distintas funciones además de jerarquizar el paisaje urbano. “Es importante considerar la importancia de la planificación para arribar a una propuesta coherente que responda a las expectativas, mejore la calidad de vida y preserve el entorno para dar solución al problema ambiental”, explicó. En ese sentido, “se destaca la importancia de contar con especies adecuadas que requieran menos cuidado, afecten lo menos posible el tránsito peatonal y vehicular y posean mayor resistencia a las enfermedades”, afirmó.

 

Volver a lo autóctono

Lo que se busca, indicó, es volver hacia lo autóctono o nativo. “Pero la gran cuestión es que no existe un árbol nativo del ambiente urbano. Existen árboles nativos de río o de la región de espinal [ecorregión de la llanura chaco-pampeana], en nuestra provincia. Pero el clima y el ambiente que esos árboles tienen, no son el mismo clima y ambiente de la ciudad”, especificó.

“El árbol de vereda debe ser producido para estar en la vereda. Debe tener entre uno y tres años de preparación. Se va limpiando el tronco hasta 1,80 metros, que no quede ninguna yema, se va podando y se deja que la copa empiece a esa altura. Cuando se ponga en la calle va a ser un árbol de unos 2,50 metros de alto limpio. No cualquier especie lo cumple”, informó.

Pero el árbol urbano cumple otras funciones como la producción de oxígeno y la absorción de dióxido de carbono. Al mismo tiempo, reduce significativamente la velocidad y el volumen del agua ocasionada por las lluvias, disminuye la contaminación visual, amortigua los sonidos y sostiene la biodiversidad.

En Buenos Aires, por caso, hay unos 372.000 ejemplares en las calles, casi uno cada ocho habitantes. Según el censo de arbolado urbano, realizado hace tres años, en las veredas porteñas hay 372.625 ejemplares, que se suman a unos 53.000 plantados en espacios verdes. En tanto, el 5 por ciento del total corresponde a los plantados por los vecinos.

El fresno americano (143.405), el plátano (34.338), el tilo (17.284), el jacarandá (10.975) y el crespón (10.184) son las principales especies, pero no son las únicas: en la Capital se detectaron unos 300 tipos de árboles. La distribución de estos árboles no es pareja; la comuna más arbolada, por ejemplo, la 9, que corresponde a los barrios de Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda, con 38.728 ejemplares y una densidad de 2305 árboles por km2. Le siguen las comunas 12, de los barrios de Coghlan, Saavedra, Villa Urquiza y Villa Pueyrredón, con 37.521 árboles; y la 11, de Villa General Mitre, Villa Devoto, Villa del Parque y Villa Santa Rita, con 36.474 ejemplares. Los barrios que menor cantidad de árboles tienen son Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constitución (comuna 1), que cuentan con 831 por km2.

 

 

 

Fuente

www.lanacion.com.ar    

24.02.16

 

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