Edición N° 407 - Marzo 2017

Habitat

 
  • Parque Reciclado construido con los desechos acumulados en el agua.

 

La ruta sostenible hacia el futuro es de plástico

El consumo de plástico en el mundo aumenta año a año.  La ciudad holandesa de Róterdam apoya proyectos los cuales son el resultado de investigaciones que proponen su reciclaje en carreteras y parques 

A pesar de contar con el primer puerto europeo, la historia contemporánea de Róterdam ha estado marcada por cierto complejo de segundona, a remolque de la capital, Ámsterdam.

Sin embargo, tras dos décadas de profunda transformación urbana, empieza a destacar como laboratorio donde los experimentos en busca de una ciudad sostenible se ponen en práctica con ayuda pública y privada. Una renovación que pasa por aprovechar el agua, su mayor baza, y transformar en islas o carreteras los residuos plásticos que arrastra.

La ciudad es la última parada del río Mosa antes de entrar en el Mar del Norte, y los nuevos proyectos amplían el concepto clásico de reciclaje. El plástico, convenientemente tratado, vertebra la ruta hacia el futuro que se ha propuesto trazar la “ciudad europea del año 2015”, así elegida por la oenegé británica Academia Internacional de Urbanismo.

Las cifras del plástico son abrumadoras. Al año, se producen en el mundo unos 230 millones de toneladas en sus distintas modalidades. El cálculo es de 2009 y ha sido efectuado por la Fundación Mar del Norte (creada en Holanda en 1978 por varias organizaciones medioambientales).

El 75 por ciento de las basuras acumuladas en el entorno corresponden al plástico -en el océano llegan al 80 por ciento- pero antes han debido pasar por los ríos. El Mosa, que nace en Francia, atraviesa Bélgica y tiene su desembocadura en Róterdam, arroja al mar unas 15.000 piezas plásticas por hora. Desde botellas y tapones, a bolígrafos, bolsas o sandalias. Teniendo en cuenta que no solo contaminan, sino que pueden matar a los animales (indigeribles, no notan la sensación de hambre y perecen).

 

Parque reciclado

Los nuevos planes de transformación urbana pretenden convertir el plástico en bienes tangibles y uno de ellos es el Parque Reciclado construido con los desechos acumulados en el agua.

Una vez extraídos, son analizados en la Universidad holandesa de Wageningen, especialista en recursos naturales, agricultura y medio ambiente, para elegir los más adecuados como material de construcción. Esta fase no será difícil, porque el 98 por ciento de los residuos flotan en la superficie o a un metro de ella. Reunidos por los denominados “pescadores de plástico”, esta especie de pinza manejada a ras de agua, los separa y tritura expulsando la materia orgánica.

Obtenida la mezcla más adecuada en el laboratorio universitario, se fabrican unas losetas hexagonales con las cuales montar una plataforma flotante de doble uso y distintas alturas. Por arriba, habrá árboles y vegetación que permita anidar a los pájaros. Por debajo, serán rugosas e irregulares para que los peces depositen sus huevos y haya mejillones y plantas acuáticas. Repartidas por el puerto, pueden acabar convirtiéndose en islas habitables fáciles de trasladar.

Los trabajos ya se iniciaron, según se tenía previsto, y Ramón Knoester, arquitecto fundador del estudio Whim y padre de la idea, sostiene que Bélgica (con el Escalda) y Londres (con el Támesis) han mostrado ya interés. “En Londres también recuperan las basuras del río. Hay hasta 10.000 voluntarios, pero luego las depositan en tierra y forman colinas de basura cubiertas de hierba. Lo nuestro trata de aprovechar el poder del plástico y proteger la naturaleza”, asegura, en el pabellón flotante plantado en una esquina del puerto de Róterdam desde hace unos años.

El proyecto de Knoester cuenta con el apoyo del Fondo holandés para las industrias creativas y el Ayuntamiento de Róterdam.

El Fondo se enmarca en el plan de la Comisión Europea para la Eco Innovación (2004).

 

Carretera de plástico

Pero no  es el único proyecto de reciclaje de plástico que se ven apoyados en Rotterdam, que también respalda a otros innovadores urbanos, como el caso del ingeniero de caminos Anne Koudstaal y el experto en asfalto y ciencia sostenible Simon Jorritsma, quienes a través de la firma WolkerWessels de construcción y diseño,  han desarrollado la idea de la “carretera de plástico”.

Partiendo del uso sostenible de este material como respuesta al problema vital que ocasiona y de que el petróleo se termine agotando, los profesionales proponen una vía duradera y de fabricación rápida. Es una gran loseta ligera que puede instalarse en cuestión de semanas y que, probablemente revolucionará el sistema vial.

Se trata de paneles de plástico reciclado que se desmontan y se acoplan entre sí formando módulos que arman la carretera.

Su diseño es muy parecido al de los populares bloques de plástico  interconectables Lego, ya que, al igual que estos, su forma de encastre es a presión, lo que hace que sea de fácil acceso para reparaciones o para la creación de infraestructura eléctrica, teléfonos o cualquier suministro que necesite ser ubicado debajo de las calles.

Se pueden instalar en terrenos arenosos o pantanosos.

Con 50 centímetros de altura, entre 3,5 y cinco metros de ancho, y una inclinación imperceptible, pero suficiente, el agua de lluvia se desliza hasta el borde y va después a la tierra o a los desagües urbanos. Soporta además el peso de vehículos pesados, y aunque su coste actual es similar al del asfalto, “dura hasta 100 años, contra los 20 de los asfaltados, que deben renovarse. La carretera de plástico aguanta temperaturas de 40 grados bajo cero y por encima de los 80 grados, así como posibles vertidos químicos”, afirman también.

Para evitar que las partículas plásticas entren en el agua, la superficie de la carretera se cubrirá con una capa especial, reciclada por supuesto,

Con financiación para los dos próximos años, y respaldados por la firma KWS Infra, la mayor de Holanda en construcción de carreteras y producción de asfalto, los módulos piloto se tienen previsto instalar este año. El reto consiste en conseguir fondos hasta el 2020 para afinar el modelo y añadirle (tal vez) paneles solares y amortiguar todavía más el ruido del tráfico para un producto “que no sufre corrosión y requiere un mantenimiento mínimo”.

La propuesta no solo es una solución al destino de los residuos oceánicos sino también un gran sustituto al asfalto tradicional.

Pero… siempre existe uno, la gran problemática que supone este material es que su producción emite cerca de 1,6 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.

Si bien este proyecto es el primero en tocar ambas problemáticas, no se trata de la primera carretera de plástico. En la India, un profesor de química llamado Rajagopalan Vasudevan ha desarrollado un método para convertir plástico reciclado en asfalto. Este sistema fue  puesto en marcha en algunas ciudades, como por ejemplo en la canadiense Vancouver.

En Holanda el proyecto todavía está en fase de desarrollo, pero es una iniciativa muy creativa que se pone sobre los hombros dos problemáticas sumamente importantes. Por un lado, la contaminación que supone la fabricación de asfalto y, por el otro, el gran problema de los residuos plásticos que invaden los océanos. En cuanto a esto, diferentes proyectos trabajan para darle un destino  y este es un ejemplo de ello así como también lo son Karün, una marca de anteojos cuya materia prima principal son los deshechos oceánicos, y Parley for the ocean (*) que trabajó en asociación con una marca deportiva para crear zapatillas con estas características.

 

(*) Espacio donde creadores, pensadores y líderes de sensibilización de los océanos colaboran en proyectos que pueden acabar con su destrucción.

 

Fuentes

http://elpais.com    

http://ecoinventos.com

www.labioguia.com     

 

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