Edición N° 408 - Abril 2017

Irrigación automática de jardines

 

En esta edición, y siguiendo con los consejos sobre jardines y áreas verdes, el arquitecto Francisco Crosa comenta sobre los diversos sistemas automáticos de riego de los que se disponen hoy en día “para ilustrar a quien necesitara instalarlo en jardines y áreas verdes”.

Cuando en la naturaleza se daba un equilibrio natural y armónico,  el clima alternaba entre lluvias y sequías bien compensadas las plantas crecían felices y contentas. 

La inclusión en la historia del hombre y su civilización alteró ese orden separando las aguas de las raíces de los vegetales ubicándolas en sitios distantes.  Albercas, lagunas y ríos por un lado y por otro, cultivos, agricultura, ciudades,  suelos áridos.

Entonces hubo que subsanar el problema y se implementó la técnica y el arte del riego.

Hoy es  una ciencia: cantidad de agua exacta, tamaños de sus gotas, frecuencia, velocidad de esparcimiento.  El agua disuelve las materias sólidas solubles que se encuentran en el suelo que se convierten en nutrientes, conducidas hasta las raíces.

Regar es trasladar las aguas lejanas hasta las aéreas cercanas a los cultivos que las necesitan. Así se inventaron las acequias y acueductos, baldes y regaderas,  mangueras, canillas... 

 

Automaticidad

Hoy disponemos de sistemas automáticos de riego que expongo para ilustrar a quien necesitara instalarlo en jardines y áreas verdes.

En las ciudades y poblaciones que cuentan con un buen sistema de distribución de agua potable donde  se cuenta con un sistema de distribución pública con presión  y caudal óptimos, puede conectarse este tipo de sistemas directamente a la red. 

La automatización  implica un temporizador de riego que emite órdenes a electroválvulas dispersas  en las áreas, para dotar estrategia de  turnos de riego a las zonas que necesariamente  componen el jardín. 

El agua del servicio no cubre suficientemente  las necesidades de caudal y la presión y son insuficientes para  mojar todo el terreno de una sola vez. Por eso, ya en el proyecto del riego se divide el área en zonas. Cada una de ellas cuenta con una cantidad determinada de difusores que las riegan óptimamente. 

 

Difusores

Los difusores expuestos en este artículo son sólo algunos  de los múltiples tipos que las fábricas ponen a disposición del mercado y cada uno de ellos tiene sus específicas funciones en cuanto a cantidad de agua, forma de las gotas, ritmos de entrega y longitud del disparo y su uso  está sujeto al proyecto de los técnicos especializados. La nota es, entonces, referencial  y de uso más frecuente en nuestro medio. 

 

Los aspersores

Arrojan gotas aspersadas con un radio de aproximadamente 10 a 12 m. Su cuadrícula requiere que se ubique a una distancia de 11 a 14 m unos de otros.

Estos equipos giran arrojando el agua en forma de chorros y  su arco de giro puede ser regulado según la necesidad y forma de los  terrenos.

Requieren entre 500 y 1000 litros por hora cada uno. 

 

Los rociadores

Sirven agua en forma pulverizada, con arcos fijos y no giran.  Utilizan entre 700 y 1000 litros por hora con un radio de 2,5 a 3,5 metros. 

 

El riego por goteo

Este sistema deja un aporte hídrico bien cerca de las plantas y sus raíces, trasladada por el suelo, a flor de tierra o enterradas,  mediante mangueras con orificios distanciados equitativamente. Y no se trata de una manguera con orificios caseros ¡no!  Se escaparía demasiada  agua por los primeros agujeros retaceándola a los siguientes. 

Los  técnicos que la diseñaron  incorporaron laberintos  microscópicos que distribuyeron equitativamente en las tuberías  equilibrando caudales y  presiones. Además, se dispone de botones insertables de caudal autocompensantes que se instalan en mangueras lisas de determinada densidad,  según espaciamiento variable acorde con la ubicación de las plantaciones sirviendo agua en  cantidades precisas en los sitios específicos. Este sistema de riego no necesita de altas presiones y es altamente eficiente, ahorrando agua satisfaciendo con mucha exactitud 2 a 10 litros de agua por metro lineal la demanda hídrica, por ejemplo.

 

Caudal y presión

En los sitios donde la disponibilidad de agua es escasa, cosa que sucede frecuentemente en el interior del país, se hace necesario contar con depósitos o reservorios de agua, a los que se los equipa  con una bomba que sirva las cantidades apropiadas a cada necesidad. Estos reservorios deben contener, de acuerdo a los usos más frecuentes, de 3.000 a 8.000 litros (uso domiciliario).

Aclaro, que por la inmensa diversidad de casos estos valores son sólo referenciales de uso frecuente en nuestro medio. Todos los casos particulares deben pasar por un proceso de proyecto y calculo que dimensionan tanto la capacidad del reservorio como la potencia de la bomba. 

Generalmente los aspersores necesitan una presión de 3 a 5 kg y el uso total es el resultado de multiplicar la cantidad de difusores por el requerimiento necesario de cada uno de ellos (un aspersor requiere 900 l/h, por ejemplo).

Si una de las zonas tiene doce aspersores consumirá, por consiguiente, 900 l/h por 12 unidades, es decir 10.800 l/h. Claro que solo habrá que regar diez minutos, por ejemplo, dando lugar, posteriormente, a otra zona y así sucesivamente. 

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