Edición N° 407 - Marzo 2017

La invisibilidad de la mujer en la arquitectura

 
  • Doctora arquitecta Mónica Cevedio, en la presentación de su libro “Arquitectura y Género”.

  • Unité d’habitation de Marsella.

 

Este artículo forma parte del libro “Arquitectura y Género” de la doctora arquitecta Mónica Cevedio*, editado por Icaria editorial SA, en noviembre del 2003. Es la propuesta de Mandu’a para conmemorar  el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, y recordar a la mujer paraguaya en su día, el pasado 24 de febrero.

Sobre el libro, la autora señala que trata de ser una reflexión crítica sobre la concepción androcéntrica dominante en la historia de la arquitectura occidental, para lo cual ha querido manifestar el vínculo entre arquitectura, género y política; entrelazándolos para analizar la idea de espacio. Y trata de ir contra la pasividad y el silencio impuestos a las mujeres.

 

La arquitectura pensada para y por los hombres

Cuando analizamos la historia de la arquitectura  -y en general la  historia - vemos que esta no ha recogido las contribuciones y   participaciones de las mujeres, lo que invalida por lo tanto  la pretensión de “universalidad” que se nos quiere transmitir.

Se trata de pedir un “reconocimiento histórico” empezando a denunciar muchos discursos y concepciones que se suponen neutros y universales y solo están pensados a través de ideas patriarcales, androcéntricas, donde la mujer ha sido y sigue siendo la gran ausente ya que la arquitectura ha sido y sigue controlada por el género masculino.

A lo largo de toda la historia, las clases dominantes se apropiaron e impusieron una cultura (parte de la superestructura) que justificara y perpetuara su poder económico y social. Por esto podemos decir que la cultura actual es burguesa, clasista, genérica, androcéntrica y misógina.

Vemos, entonces, cómo la arquitectura ha sido pensada por y para los hombres  y cuando las mujeres queremos identificarnos con el espacio, con la vivienda, con la ciudad, nos encontramos que estamos “huérfanas” de un pasado, sin historia, sin referencias, es decir viviendo en un marco impuesto y del que no somos consientes que habitamos. Donde la cultura dominante  es norma universal, por lo que existe un imperialismo cultural.

Debemos relacionar por tanto al espacio con el poder (económico, social y cultural) y reconocer que el espacio no es neutral. Por lo que es válido hacer una nueva interpretación cultural e histórica.

Es decir, que debemos basar estos nuevos planteamientos teniendo en cuenta las distintas realidades sociales y culturales de la mujer con un discurso donde primen estos valores, ya que el “saber” y el “ser” de la mujer ha sido excluido, silenciado y negado por las ideas, relaciones y conocimientos masculinos dominantes a través de la historia.

Valoraciones patriarcales que van más allá de las diferencias de clase, de raza, de género, que decretan que la mujer es inferior, sometiendo y rebajando a las mujeres a un lugar inexistente o de marginalidad.

Si hacemos un análisis, en esta nueva búsqueda sobre los arquitectos clásicos modernos, vemos, cómo Le Corbusier cuando habla de la Arquitectura -al igual que Loos (Adolf, arquitecto austriaco)- siempre lo hace pensando en el sexo masculino, es decir en el hombre, y cuando se refieren al sexo femenino lo hace despectivamente y esto se refleja en sus escritos y sus obras.

 

Le Corbusier y Loos

En el libro “El espíritu nuevo” dice Le Corbusier, que la arquitectura se ocupa de la casa normal y corriente, para hombres normales y corrientes”. También dice: “Nuestras necesidades son unas necesidades de hombres”1. Así, como: “¿Para quién debe construirse la casa? para el hombre, no cabe la menor duda” 2. O, “La casa, del hombre, no es cárcel, ni espejismo, la casa edificada y la casa espiritual” 3. Así como: “Construir para el hombre, para que éste no se encuentre nunca ausente, en un futuro, de ninguna de las obras de la construcción, sino que se convierta en su invitado más honrado y en su señor” 4. Cuando habla de los ingenieros, lo hace en los siguientes términos: “Los ingenieros son viriles y sanos...” 5.

En definitiva, Le Corbusier ve la evolución del mundo a través solo de ojos masculinos. Dice: “Las herramientas del hombre jalonan las etapas de la civilización, la edad de piedra. La edad de bronce, la edad de hierro... La herramienta es la expresión directa, inmediata del progreso” 6.

Cuando hace referencia a la mujer, lo hace de manera despectiva, desvalorizándola. Escribe por ejemplo, hablando de los estilos de arquitectura: “Esto no es arquitectura. Son los estilos, vivos y magníficos en su origen, ya no son, hoy, sino cadáveres. ¡O mujeres de cera!” 7.

También nos dice: “El arte no es una cosa popular, ni mucho menos una querida de lujo”8. Vemos cómo este arquitecto nacionalizado francés ve a las mujeres a través de ojos masculinos otorgándoles el papel de reproductoras, cuidadoras o prostitutas, como en este caso.

Loos también escribe para los hombres. Dice: “La arquitectura despierta sentimientos en el hombre. Por ello, el deber del arquitecto es precisar ese sentimiento”9.

Cuando se refiere a las mujeres, al igual que Le Corbusier, lo hace siempre en referencia  al ama de casa: “Por todos estos motivos construyo la  cocina -habitación que desahoga al ama de casa y le da un papel más fuerte en la vivienda que si tuviera que pasar el tiempo de cocinar en la cocina”10.  Así como cuando dice: “La mujer austríaca procura atar al marido a la familia por medio de la cocina, mientras que la americana y la inglesa lo hacen con un hogar confortable”11. O, “Toda ama de casa sabe que la ropa se seca antes si corre el viento”12, reafirmándola en el papel subordinado de ama de casa.

Observamos que Le Corbusier, cuando proyecta, al igual que Vitruvio, sigue pensando las viviendas en función del pater familia, (ejemplo: Casa Curutchet);  esta misma discriminación se manifiesta en cuanto que algunos de sus proyectos han  sido diseñados a través del modulor (ejemplo: Unité d’habitation de Marsella).

Según Le Corbusier (modulor) es un sistema de medidas organizado sobre las matemáticas y la escala humana13 pero, que en la realidad propone adaptar toda la arquitectura a las dimensiones del hombre: en 1942,  el modulor mide 1,829 m;  cuatro años más tarde, en 1946, la altura del modulor pasa a 1.75 m14,  es decir, que se basa sólo en las medidas del hombre y se da por hecho que representa e incluye  a las mujeres.

Le Corbusier y Loos siguen así el principio de Alberti: “... el hombre como modo y medida de todas las cosas”15, principio basado en el hombre de Leonardo da Vinci, con el que se pretendía la relación entre hombre, Dios y naturaleza.

Es así cómo Le Corbusier,  no sólo ve una imagen en el hombre modulor, cuando dice: “Estudiar la casa para el hombre corriente, universal, es recuperar las bases humanas, la escala humana, la necesidad-tipo, la función-tipo, la emoción-tipo”16. O: “Todos los hombres tienen el mismo organismo, las mismas funciones, todos los hombres tienen las mismas necesidades. Por lo tanto, la casa es un producto necesario para el hombre”17.

Opino que no se trata de imponer “una modulora”, deportista, atlética, pero, sí de reconocer que nuestras necesidades como mujeres no han sido contempladas, por quienes detentaron el poder históricamente, (ni siquiera los físicos).

 

Espacio privado y espacio público

Aunque existe el “mito” de que el espacio privado pertenece  a la mujer  y el espacio público al hombre, es decir el espacio interior y el espacio exterior, el espacio de la vivienda y el espacio de la ciudad, vemos que a la mujer no le pertenece ninguno de los dos espacios, ya que el espacio privado y el público han sido concebidos bajo una única mirada, la del hombre; en la que transmite solo sus propias vivencias y sus conocimientos que son unilaterales (sólo masculinos), y en el que las mujeres habitamos y somos usuarias pasivas, sin cuestionarnos, ni advertir la invisibilidad que encierra no solo el diseño, sino la existencia real, material de esos espacios que nos envuelven y nos representan sin evaluar si son los necesarios y los únicos que podemos habitar.

Se trata entonces de analizar la vivienda y la ciudad y darles un nuevo enfoque donde se reconozca la posición social y económica de las mujeres en la sociedad capitalista.

 

Diferencias y desigualdades

Resumiendo, diré que este análisis trata de demostrar y combatir a través de la crítica el “lugar” impuesto a las mujeres. Lugar impuesto por un proceso ideológico, transmitido por los hombres a la humanidad, a través de la cultura, el arte, la arquitectura. 

Considero, por tanto, que es importante, que las mujeres encuentren su saber, sus valores para profundizar en el conocimiento, y en este caso tratar de llevarlo  al “espacio”, comprender y ver como se opera en él y desde él para tratar de dar o tener pautas con las que se pueda transformar la realidad que habitamos.

Esta nueva búsqueda “cultural” -con la que nos identificamos las mujeres que poseemos un pensamiento basado en las diferencias, pero no en las desigualdades - es con la que debemos empezar a andar, no para imponer una única  manera de hacer, una única mirada, sino para establecer una cultura dialógica  que sume y trate de establecer en todos los ámbitos una vida más humana, más justa, más igualitaria.

 

Fuente

www.revistamalabia.com

 

1. Precisiones, ed. Apostrofe, p130

2. La casa del hombre, Le Corbusier, ed. Poseidón, p 24

3. Ibid, p.46

4. Ibid, p.46

5. Hacia una arquitectura, ed. Apóstrofe p.6

6. Hacia una arquitectura, p.5

7. Precisiones, Le Corbusier, ed  Apóstrofe p 90

8. Hacia una arquitectura, p.79

9. Escritos II de Adolf Loos ed. El Croquis, p.34

10. Ibid, p. 240

11. Escritos I de Adolf Loos p. 191

12. Escritos II de Adolf Loos, p.235

13. Le Modulor y Le Modulor 2, ed. Poseidón, p. 56

14. Le Courbusier 1910-1965 Boesiger, Girsberger, ed. G G p 290

15. M. Dezzi Bardeschi, E. Garin y otros (1988), León B. Alberti, ed. Stylos, p.57

16. Hacia una arquitectura,  p XVI

17. Ibid  p. 108

 

(*) Arquitecta por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de la Plata y doctora por la Universidad Politécnica de Cataluña.

 

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