Edición N° 414 - Octubre 2017

Las dos pasiones de José Luis Ayala Vargas

 
  • El arquitecto José Ayala Vargas durante la charla sobre su obra fotográfica y arquitectónica en Estados Unidos.

  • Gloria Marshall Elementary School en Spring, Texas.

  • Gloria Marshall Elementary School en Spring, Texas.

  • Gloria Marshall Elementary School en Spring, Texas.

 

El arquitecto José Luis Ayala brindó, recientemente, una charla sobre sus diversas obras a estudiantes y docentes en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.

El compatriota José Luis Ayala Vargas* reside en los Estados Unidos donde ejerce su profesión de arquitecto y paralelamente la de fotógrafo especializado en arquitectura, la que le permitió obtener el “Premio de Honor 2017”, de la Sociedad de Arquitectos de Texas, entre otros colegas de diferentes nacionalidades, quienes serán reconocidos durante la 78ª Convención anual y expo de diseño que tendrá lugar del 9 al 11 de noviembre en Austin (Texas).

En conversación con Mandu’a el profesional explica que el  “premio a la excelencia en la promoción de la arquitectura a través de los diversos medios de difusión” es otorgado en honor a John G. Flowers. “Hace diez años, cuando comencé a trabajar como arquitecto en los Estados Unidos, también lo hice con la fotografía como un negocio paralelo. Acá fotografiaba las obras de mis amigos pero en un plano muy de principiante. Después llegó la fuerte crisis de los Estados Unidos, mi empresa contrataba fotógrafos profesionales pero no podíamos pagar. Entonces me preguntaron si me animaba a hacer ese trabajo. Y así fue que tomé mi cámara y empecé a fotografiar obras que no eran mías y eso me dio mucho entrenamiento. En especial las obras de mi empresa, que eran más de doscientas, básicamente colegios por todo el estado. Esa práctica me dio mucha mano y ahora puedo fotografiar sin problemas, tanto que cuando entro a un espacio puedo detectar el ángulo desde donde debo fotografiar. Acá fotografiaba las obras de mis amigos pero allá son más quisquillosos y lo importante es que hay mucho que hacer. Rápidamente mi nombre comenzó a sonar al verse publicadas mis fotos en revistas y páginas web. A consecuencia de eso, arquitectos fuera de mi empresa me contrataron para hacer los registros. Entre ellos hay profesionales muy famosos en los Estados Unidos. Así es que comencé a viajar más por todo el país, fotografiando los fines de semana o cuando me tomaba vacaciones”.

 

Pero también trabajás mucho como arquitecto, aparte de tu profesión de fotógrafo.

- Sí, claro. Trabajo full time como arquitecto en una gran empresa donde soy el principal diseñador. Pero también hice un portafolio importante de mis reproducciones, las que di a conocer. De ahí que la mayoría de los arquitectos de Houston me contratan para tomar las fotos de sus obras porque, dicen, que lo hago como un arquitecto; básicamente con un punto de fuga o dos, como nosotros hacemos las perspectivas. Allá, la AIA (Instituto Americano de Arquitectos), tiene un capítulo en cada ciudad y el de Houston me postuló a mí para el premio de esa especialidad. Cuando me llaman y me dicen que me quieren postular como representante de Houston les dije que no era fotógrafo profesional y que lo hago por mi pasión de arquitecto. Este premio es de la Sociedad de Arquitectos de Texas, de todo el estado. Tiene 47 años de vigencia y se les otorga a revistas de arquitectura, a editoriales, a periódicos, etc. En todos estos años solamente ganaron dos arquitectos fotógrafos. Esto, indudablemente, me llenó de orgullo sobre todo porque es algo personal. Ahora mi señora, Mariella, me ayuda con el negocio porque no doy abasto. Pero los diez años anteriores era solo yo quien hacía las fotos. En arquitectura trabajo en una empresa grande, con un equipo numeroso, donde soy el líder.

Me acuerdo cuando trabajaba con Solano Benítez, Luis Torcida, Alberto Marinoni, por más que yo era diez años menor que ellos, nos poníamos a trabajar a la par y siempre valoré eso, por más que ellos eran los líderes, trabajábamos todos en la misma trinchera. Mis jefes allá me critican mi manía de trabajar con jóvenes. Con ellos dialogo y les digo “esta es la manera de resolver este problema, así es que, métanle”. Ellos valoran muchísimo eso, son mis aliados, y me responden muchísimo. Aunque tengo quince años más somos amigos y compartimos mucho, voy a sus casas a cenar y a charlar. Es una fórmula que me resulta muy bien.

 

¿Cómo fue que llegaste a tu primera obra, que te valoren, dado que es un mercado muy exigente?

- Llevé el portafolio de lo que hice acá, porque trabajé quince años en nuestro medio en proyectos grandes, sobre todo lo que hicimos con el Gabinete de Arquitectura, que eran de exploración y bastante avanzados. Allá me preguntaban cómo había hecho eso y que era genial. “Eso”, realmente, era el genio de Solano y lo digo sin empacho. Ese portafolio me ayudó a entrar, porque te ponen a prueba. Una vez que lo lográs tenés que demostrar lo que sabés hacer. Me daban trabajos pequeños primero, trabajaba muchas más horas de lo que me pedían y les ponía proyectos buenos en la mesa. Al principio, en el 2007 cuando entré, había tres diseñadores, yo era el más joven y el que menos experiencia tenía. Al año, yo era el único. Prescindieron de los otros dos y me tocaba  hacer igual cantidad que cuando estábamos juntos.

 

 Ese es el resultado de la pasión  de la que hablaste en la charla  que diste en la UCA.

- Sí. Es lo que siempre digo. Para mí no es un trabajo. Cuando mi hijo me pregunta le digo que me voy a jugar, a divertirme, porque, repito, para mí no es trabajo lo que hago. A mí me gusta ir, me quiero ir, pero la cultura de ellos es que solamente hay que trabajar cuarenta horas para poder estar descansado y fresco. Es una cultura que te permite ser eficaz y no exigirte más de la cuenta. Si yo me esforcé mucho al principio era porque quería trascender, luchar, mostrar que era un poco mejor que los otros; marcar mi territorio,  mi nombre.

 

¿En cuántos estudios trabajaste allá, hasta ahora?

- En dos. Y ahora me voy a sumar al tercero que se llama Gensler, que es la empresa de arquitectura más grande del mundo, con tres mil quinientos arquitectos. Yo voy a ser el director de diseño de la oficina de Houston. Sobre la elección no me preguntes, porque eso a veces va de boca en boca; dicen, ‘este arquitecto es muy bueno, este diseñador está haciendo buenas cosas, tiene lo que necesitamos’. Entonces me llamaron y me ofrecieron el puesto. Por supuesto no les voy a decir que no. Va a ser un desafío. Ahora estoy esperando la exposición de fotografía el 9 de noviembre y comienzo ahí.

 

En cuanto a los materiales que ustedes utilizan ¿son diferentes, mejores?, aunque también  usan ladrillos.

- Básicamente son paredes de yeso-cartón en el interior. La diferencia que yo veo acá es que al ladrillo de 15 o de 30 le pedimos muchas cosas; que sea portante, estructural, aislamiento térmico, acústico, etc. Allá, para cada función existe un material y es mucho mejor. Entonces, si usamos ladrillo no es portante es solamente de protección mecánica para la que viene atrás. Detrás del ladrillo va ir una capa de aislación hidrófuga, una capa de aislación de vapor, después hay una capa térmica y después viene la de terminación. Cada una de ellas tiene su función, y no le pedimos dos funciones porque entonces, cuando falla una, falla solamente esa función.

 

¿Qué nos podés decir sobre los costos de construcción?

- El costo de construcción de una vivienda está a 1000 dólares por metro cuadrado. De edificios de escuela, que es lo que nosotros hacemos, está a 250 dólares por pie cuadrado, más o menos a 2500 el metro cuadrado. Los valores de las obras son grandes y los honorarios de los arquitectos son buenos. Los honorarios los cobra la empresa. Yo cobro un salario y eso me permite vivir tranquilo.

 

Los espacios para las grandes obras allá son bastante amplios, extendidos, que permiten desarrollar programas de grandes dimensiones. Las escalas de las calles y avenidas son diferentes a las nuestras.

- Así es. Especialmente en las ciudades planificadas de los diferentes estados. Pero últimamente está la tendencia de las teeny house (casas pequeñas), básicamente una casa sobre ruedas, como un contenedor, en las que mucha gente se está mudando a vivir. Compran un terreno de cincuenta mil dólares más o menos y una casita que pueden ir ampliando de a poco. Mucha gente está pensando en no tener una deuda de 30 años, a pesar de que el crédito hipotecario es de apenas 2 por ciento (anual), prácticamente nada. Pero prefieren vivir en casas pequeñas y no tener muchas cosas superfluas. El norteamericano tiene la tendencia de poseer muchas cosas superfluas, mucha basura, debido a que es una sociedad de consumo. Allá la gente compra un televisor y cuando se descompone no lo manda a arreglar, lo tira, porque cuesta doscientos cincuenta  dólares y la mano de obra es muy cara. Hay cosas que a nosotros nos choca, pero después entendemos. A los edificios le dan una vida útil de cincuenta años y después lo demuelen por el tema de evitarse el mantenimiento general.

 

Luego de diez años de trabajar allá y mirando a la distancia  ¿cómo encontrás la arquitectura paraguaya, mejoró, evolucionó hacia una tipología interesante?

- Acá, evidentemente hay arquitectos demasiado buenos como Solano, Javier Corvalán, Sergio Ruggeri, Arnaldo Acosta, Alberto Marinoni, José Cubilla, y Luis Torcida, quienes están produciendo trabajos increíbles, que cuando ves en revistas y libros decís que es diseño de primer mundo. La arquitectura paraguaya está bien, tanto que cuando veo las obras de mis amigos en facebook o instagram me da envidia de querer hacer lo que ellos están haciendo.

 

Claro, porque el protagonismo de ellos es diferente, es personal todavía. Allá, creo, se perdió un poco esa identidad porque se es “el diseñador” en una gran empresa, en un equipo, mientras que acá se sigue siendo “el arquitecto”.

- Así es. Esa es la diferencia.

 

¿Pero en líneas generales cómo ves Asunción, aparte de las obras de estos arquitectos, que ya son emblemáticos?

- Lo que me chocó es la ciudad. La calidad de la ciudad está deteriorada. Por ejemplo, la polución sonora. Parece que a nadie le importa el ruido de los ómnibus, de las motos. Hace una semana que estoy acá y todavía no vi un día de cielo celeste. ¿Será que hay smog en la ciudad y vemos todo gris?

 

Esto tiene una explicación, José Luis. Aparte de que está siempre nublado, están quemando los pastizales para los rosados anuales en casi todo el país. Eso hace que haya una densa bruma en el cielo. Hay miles de focos de incendios, algunos se volvieron incontrolables y arrasaron con varias casas. No hay que olvidar los vehículos movidos a diésel que están en mal estado y echan negra humareda.

-Cuando ven mis fotografías de arquitectura me preguntan cómo hago para que las casas y edificios luzcan tan bien, que mis cielos son siempre azules. El cielo es muy limpio allá porque hay conciencia y leyes que protegen a los ciudadanos y se cumplen.

Realmente me gustaría hacer algo para mejorar Asunción, la calidad de vida de la ciudad. Porque uno se malacostumbra al vivir en ciudades bien diseñadas. Hay muchos lugares que están muy mal en nuestra ciudad. Viniendo por la autopista desde el aeropuerto, uno se pone a observar y ve mucha basura por las calles. Eso es fácil de solucionar. Educación, enseñar a no tirarla en cualquier parte y se acabó. Los cordones están rotos, hay pozos por todos lados. Eso hay que solucionar y mantener. Cuando la gente vea que tiene algo lindo comenzará a cuidarla. Atyra, por ejemplo, está cuidada por la ciudadanía, ni un papel se tira en la calle. Todo depende de la gestión de las autoridades y de su gente, no hay otra.

Asunción, hace 20 años era una ciudad hermosa. Me impresiona ver muchos edificios abandonados, en ruina. Pero me impresiona también que en Asunción haya departamentos que cuestan un millón doscientos mil dólares, así como cuesta en Miami. Una casa normal cuesta doscientos cincuenta mil dólares y una de mejor nivel, casi el doble. No hay una relación lógica. No quiero decir que acá no pueda costar un piso como en Miami, sino que acá se gana diez veces menos que en Estados Unidos.

 

Esta explosión del negocio inmobiliario de pronto pasa por la inversión del dinero mal habido, el lavado de dólares. Esos edificios de lujo que se ven actualmente en los lugares exclusivos, en su mayoría están abandonados o nunca se alquilaron o vendieron. Pero también hay construcciones que se ofertan desde un 1.200.000 guaraníes.

- ¿Qué clase de construcción se puede hacer a ese precio? Seguramente la mínima, con materiales de pésima calidad que en menos de diez años se degrada totalmente.

 

Perfil

José Luis Ayala Vargas nació y se crió en el Paraguay. Estudió arquitectura en la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción y en Venecia, Italia.

Junto con Solano Benítez y Alberto Marinoni fue cofundador y socio del Gabinete de Arquitectura, un estudio internacionalmente reconocido y galardonado. Luis se mudó a Houston en el 2007 trabajando como diseñador con una reconocida firma de arquitectura, especializada en la construcción de edificios educativos. Así se hizo responsable de diseñar varias de las escuelas más innovadoras de Texas.

Su trabajo ha ganado varios premios y ha sido publicado en libros y revistas de arquitectura como Architectural Record y Texas Architect. Actualmente lidera el departamento de diseño de Perkins + Will en Houston.

 

Lisandro Cardozo

 

(*) Mandu’a Nº 342, 11/2011 y N 346, 02/2012.

 
 

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