Edición N° 424 - Agosto 2018

Lo mejor que leímos

 
  • Las inversiones negras o cruentas, que provienen de actividades delictivas y criminales, no figuran en estadísticas nacionales ni mundiales

  • Doctor Ricardo Rodríguez Silvero

 

Por mal camino

Artículo escrito por el doctor Ricardo Rodríguez Silvero, y enviado a Mandu’a. El material fue publicado en breve versión impresa en el diario Ultima Hora el 7 de julio y en versión radial -Radio Ñanduti- ese mismo día

Paraguay se volvió “elegible” para delincuentes y otros ilegales de toda laya. Las inversiones negras o cruentas, que provienen de actividades delictivas y criminales, no figuran en estadísticas nacionales ni mundiales. Nuestro país se ha vuelto para ellos más atractivo que para inversores respetuosos de normas éticas y legales. He ahí el porqué las Inversiones Extranjeras Directas (IED), que son las de estos últimos, en el Paraguay están entre las más bajas de América Latina. 

 

EPP. En lo que va del siglo XXI han emergido otros factores de poder en el mapa geopolítico de nuestro país. La parte norte de la Región Oriental se encuentra bajo influencia del así llamado Ejército del Pueblo Paraguayo. Ha cometido ya secuestros, torturas, extorsiones y asesinatos. Los Gobiernos de turno no pudieron imponerse a ellos a pesar de que Paraguay no tiene montañas, serranías de altas elevaciones, ni macizos, con cuevas ni subterfugios que pudiesen ocultarlos. Someter a insurgentes de este cuño, que tampoco son tantos, debe ser fácil con  ayuda de países que llevan tiempo combatiéndolos, sean guerrillas o prototerroristas. Hay amigos del Paraguay con esa tecnología y estarían dispuestos a ayudar directamente a nuestros gobernantes para reducirlos. Pero, que se sepa, hasta ahora no han obtenido ayuda permanente de este tipo.

 

Crimen organizado. Así mismo, concentrados en la frontera con Brasil, pululan narcotraficantes de todo tipo, algunos de ellos actuando ya como lo han hecho durante tres décadas en Colombia y en los últimos años al norte de México. Ya ni siquiera llama la atención que casi diariamente numerosas víctimas son asesinadas en nuestro territorio o en esa larga frontera, sea en forma directa como por encargo. Ya se sabe por experiencia en América Latina que tanto narcos como insurgentes, inspirados políticamente, fácilmente encuentran denominadores comunes en su esfera de acción, articulándose entre ellos narcoterrorismo, de triste y lacerante fama en nuestras latitudes latinas.

 

Corrupción e impunidad. Por otro lado, Paraguay cuenta con una larga historia de gigantesca corrupción, omnipresente impunidad y megacontrabando de mercaderías de comercialización expresamente prohibida, como estupefacientes, armamentos, rollos de madera, pieles silvestres, productos pirateados, medicamentos de plazos vencidos, etc. No por casualidad nuestro país figura reiteradamente como uno de los más corruptos de América Latina y en donde mayor impunidad goza. Aquí la generosidad de la indebida tolerancia termina, en vez de castigarlos ejemplarmente, ¡premiando a los corruptos de fuste!

 

Gasto público perverso. Como si fuera poco, la calidad del gasto público es mala. Tanto que los más altos puestos en el sector público se autoadjudican consuetudinariamente remuneraciones siderales y con prebendas de lujo, como servicios médicos, gastos de representación, liberaciones impositivas, y un largo etcétera, sin tenerse en cuenta para nada la meritocracia, sino por obsecuencia político-partidaria, ayudas electorales y un sinnúmero de otros motivos, que no tienen nada que ver con capacidad, honestidad, eficacia ni eficiencia. Las alianzas interpartidarias para lograr mayorías en ambas Cámaras del Congreso a fin de lograr la sanción de tales leyes forman parte del orden del día. El Poder Ejecutivo hace poco para frenarlas. Con frecuencia termina promulgando dichas leyes autocomplacientes. Al punto de que bien vale la expresión de que “¡en este país hasta nos roban legalmente!”. Para colmo, la superpoblación de funcionarios públicos sin tareas específicas es  normal así como nepotismo y favoritismo a empleados domésticos, amantes, y otros protegidos especiales.

 

Inseguridad jurídica. Dentro de ese contexto, salvo raras excepciones, el Poder Judicial no sólo no brinda justicia pronta ni barata ni es un dique para tan vergonzosa impunidad y megacorrupción sino que, para peor INRI, es directamente funcional a las apetencias político partidarias, a los intereses creados de grupos económicos de presión y a su propio bolsillo. Es probable que se haya vuelto el mayor antro de corrupción e impunidad, echando por tierra la ilusión de seguridad jurídica para inversores locales y extranjeros.

 

Poderes del estado involucrados. Así las cosas, en las últimas décadas ya es moneda corriente articular vínculos con lavadores internacionales de divisas, con giros ilegales de dinero para financiación de actividades non sanctas así como con delincuentes buscados por la Interpol y por diversos Gobiernos. Son varios los casos en los que altos exponentes del Poder Ejecutivo y de otros poderes del Estado tienen negocios comunes con el mundo del hampa. En casos determinados la ciudadanía ha observado estupefacta que hasta el Poder Judicial no tuvo reparos en brindar ciudadanía paraguaya a un delincuente buscado por Gobiernos vecinos. En ese amplio contexto, la Fiscalía de Delitos Económicos tampoco actúa como debería.

 

Destino siniestro. Si ya las mismas autoridades, públicas y privadas, tienen denominadores comunes con los que perpetran delitos económicos y criminales, poco le faltará al país para empezar a transitar la tenebrosa y sangrienta senda por la que se halla hoy en día el norte de México y en el pasado reciente gran parte del territorio de Colombia. Es cierto que lo criticado ocurre también en otras latitudes. Pero es igualmente cierto que hay otros países, en los que Estado de derecho, democracia y valores éticos prevalecen.

 

Esperanza. Afortunadamente, en el Paraguay aún hay tiempo de detener a delincuentes, locales y extranjeros, trabajando con narcoterroristas y transnacionales del crimen organizado: la ciudadanía toda tiene que erigir su voz de protesta en las urnas, en  reuniones y eventos, en los medios y en las calles, para desactivar ese peligroso contubernio, sancionando ejemplarmente a los culpables, y aliándose con esa parte meritoria y estoica de la ciudadanía callada, honesta y capaz, eficaz y eficiente, que sigue sobreviviendo en nuestro país pero sin lograr mayorías (¿todavía?). 

 

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