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Año XXXIV - N° 405 - Enero 2017

Editorial

La política incidirá en la economía del 2017

Al comenzar un nuevo año siempre es oportuno echar una mirada sobre lo que puede esperarle al país y, por lo tanto, a sus ciudadanos.

El Paraguay empieza a transitar un año preelectoral. Esa situación afecta a todos los sectores ya que la puja por el poder es como un pulpo de varios tentáculos que, de un modo u otro, atañe a todos y cada uno de los habitantes de un Estado.  En los últimos meses del año que acaba de terminar, se ha visto cómo esa pugna fue aumentando de decibeles centrada en la reelección, tema éste, cabe recordar, que en los gobiernos de Duarte Frutos y de Lugo ya se constituyó en un freno que crispó y retrajo el accionar de los mismos en su última etapa administrativa y el actual, obtusamente porfía en la misma senda.

Con posiciones antagónicas -algunas sinceras, otras de claro tinte oportunista y movidas por intereses personales-, se ve que las ansias de seguir en el poder o de acceder a él de manera más completa, son las que guían la conducta de muchos políticos.

Mientras por un lado se observa un titánico esfuerzo, sin que importara el medio para alcanzar el fin, para que la reelección sea aprobada por cualquier vía, incluso la que viola la Constitución, por la otra se alza la postura opuesta, basada en el respeto a la carta magna, aunque también sustentada en ambiciones electorales.

Este clima de crispación e inestabilidad va a incidir severamente en una economía en la que ya se observan grados de retracción del mercado aunque en los últimos meses se ha observado cierta recuperación.

En el 2017, esta situación puede ir agravándose porque en períodos de incertidumbre las personas consumen solo lo imprescindible y lo accesorio -aunque en muchos casos también muy necesario-, se deja para tiempos mejores.

En los últimos años, los porcentajes del PIB han dejado un saldo favorable al país. Han estado, de manera constante, con números positivos. En el 2016 se posicionó en el 4 por ciento, arrastrada especialmente por un importante crecimiento de la construcción, aunque empresarios del sector consultados por Mandu’a señalaron que dicho comportamiento no fue general sino solo de algunas grandes constructoras. Para este año, organismos internacionales y nacionales calculan que el promedio irá de un 3 a un 3.7 por ciento. De hacerse realidad, sería más que auspicioso ya que los vecinos están por debajo de ese vaticinio.

Hay que observar el escenario económico que se avecina en medio de la turbulencia política. La deuda externa pública ha alcanzado un techo inédito que ya llega al 22.5 del PIB. La carga tributaria -de alrededor del 13 por ciento-, es aún de las más bajas de América Latina. La cantidad de funcionarios públicos a los que hay que pagar al día el sueldo llega a casi 300.000 personas. El 90 por ciento de lo que se recauda es para honrar este compromiso.

En los últimos días del año pasado se anunciaba la implementación de medidas para recaudar más. Una de ellas era la modificación de las reglamentaciones del IVA y del IRP. Lo que correspondería es aumentar los impuestos a los sectores de muy baja participación como el del tabaco y los alcoholes, a los que el año pasado el Parlamento tuvo la intención de ajustarlos al rango que corresponde, como se hace en todo el mundo, debido a las nefastas consecuencias de su consumo, proyecto que fracasó por la influencia de muy poderosos “argumentos”.

Tampoco se prevé un esquema de austeridad en la Administración Pública lo cual hubiera sido un medio razonable para ahorrar dinero e invertir en sectores sociales que a gritos claman por la atención a sus graves y urgentes problemas.

En medio de la lucha preelectoral, el panorama económico es imprevisible. Y quienes van a sufrir el impacto más severo de esa situación van a ser los del segmento más pobre. No hay que olvidar que en el rango de pobreza extrema se encuentran 700.000 personas aún, el 10 por ciento de la población.

En el ámbito de la construcción, las obras públicas que comenzaron van a continuar -esperemos-, pero las nuevas serán escasas dada la situación general del país y a la resistencia que ofrece el Parlamento a un mayor endeudamiento.

Ante todo esto es necesario pedir racionalidad a la clase política, que entienda que los intereses del país deben estar por encima de sus apetencias coyunturales de poder. Y que la ciudadanía esté atenta ante los que pretenden abusar de su autoridad para transgredir las normas castigándolos luego en las urnas.

 
 

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