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Año XXXVI - N° 427 - Noviembre 2018

Editorial

 

Reforma de la Educación: cuestión de vida o muerte

Los países, entre otras razones, son pobres porque su educación formal es pobre. Allí radica la causa esencial del atraso de las naciones que no tienen la voluntad política de invertir fuertemente en la formación de niños y jóvenes en los niveles primario, secundario y terciario. Ni siquiera un país con riqueza material abandona su estado de necesidades no satisfechas si es que a la par de lo ya dado no apuesta de manera decidida en la capacitación integral de sus habitantes.

Aquellas naciones donde sus líderes políticos han visto  la necesidad de tomar como una causa nacional la educación y destinándole capacidades y un gran volumen de recursos, han abandonado su postración para ser hoy pueblos que disfrutan de envidiables estándares de calidad de vida.

Bastará mirar las experiencias de Corea del Sur y Singapur. Estos países, en un proceso de 40 años de inversión extraordinaria, superaron sus altos índices de analfabetismo,  mejoraron la calidad de vida de sus habitantes, hicieron de la profesión del docente un trabajo bien remunerado y se desarrollan a pasos acelerados. En el 2016, el ingreso promedio per cápita en Singapur era de 53.000 dólares anuales; el de Corea del Sur, 27.000 dólares.

La experiencia de Finlandia, un país pobre hasta hace poco, es otro modelo exitoso. El ingreso per cápita allí era, en el 2016 también, de 43.000 dólares.

Mientras tanto, en Paraguay, hoy está en apenas alrededor de 5.000 dólares.

El nivel de ingresos de los ciudadanos, en gran medida, determina su calidad de vida.

Los datos proporcionados sirven para indicar que los procesos educativos han sido exitosos. Y en Paraguay ni siquiera hemos empezado ese recorrido que dura décadas para alcanzar metas de bienestar razonables.

Es, por lo tanto, imperioso que el Gobierno que acaba de asumir ponga en marcha un urgente plan de reforma de la Reforma Educativa.

En la anterior administración, el ministro Raúl Aguilera inició un plan de consultas en relación a la nueva educación que se querría en Paraguay. Eso fue apenas una manifestación de la urgente necesidad de que el tema sea abordado con responsabilidad y sin pérdida de tiempo.

Partiendo de la realidad de que cada país es distinto a otro –por su historia, su carácter, su cultura-, es necesario acopiar y utilizar lo aplicable a nivel local de aquellas experiencias comprobadamente exitosas.

Una vez estructurada la estrategia de abordaje de la reforma educativa y luego de una amplia consulta a todos los segmentos de la sociedad – porque el proyecto atañe a todos-, para conocer su opinión y escuchar sugerencias, incluyendo a educadores de los sectores público y privado, alumnos, personal administrativo de la educación, padres de familia, intelectuales, formadores de opinión pública en medios informativos, gremios de profesiones diversas y ciudadanos en general a través de foros y congresos locales y nacionales, habrá que conformar un equipo elaborador de los fines, objetivos, contenidos, recursos y forma de implementación de lo proyectado.

La Nueva Educación tendrá que partir de objetivos ideados a partir de la realidad mundial y local actual, a 18 años del ingreso del siglo XXI, en el marco de un mundo globalizado donde la tecnología de la comunicación ha avanzado extraordinariamente. Ello implicará definir un perfil de Nación, qué tipo de Paraguay queremos.

Un capítulo crítico será el de los docentes. Se sabe hoy cuál es su nivel. ¿Cómo salvar el escollo de los maestros mal formados que, por lo tanto, no podrán brindar una educación de excelencia? Esta pregunta tiene que ser respondida con creatividad, con coraje y en base a los propósitos perseguidos.

En Noruega, Corea del Sur y Singapur los maestros tienen altos niveles de ingreso. Así también es alto el grado de formación que se les exige. Las evaluaciones constantes  a las que son sometidos para ver si siguen en sus puestos o los pierden, siendo reemplazados por otros más capaces, los mantienen en un nivel de excelencia constante.

Con este panorama, el de los docentes parecería ser un obstáculo mayúsculo. ¿Qué hacer? Cualquiera sea la respuesta, es evidente que a la par del cambio de contenidos debe existir una reingeniería de los educadores. De lo contrario, ni el mejor currículo podrá encaminar al Paraguay hacia su desarrollo pleno.

El cimiento de un cambio –que ojalá sea una revolución, en el sentido de transformación radical-, es la voluntad política. No es solo la del Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) sino de toda la clase política tan afecta a continuar manteniendo a la ciudadanía en la ignorancia que les favorece a la hora de votar.

Parece un camino difícil, pero no es imposible. Es hora de que la ciudadanía intervenga exigiéndoles lo que ha de ser de gran trascendencia para el futuro del país. Una Nueva Educación es impostergable.

 
 

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