« Volver al detalle


Año 41 - N° 484 - Agosto 2023

Editorial

Sombrío panorama con el nuevo gobierno

El panorama para el nuevo gobierno que tomará posesión del mando el 15 de este mes es sombrío. Por más de que sus voceros intenten convencer a la ciudadanía de que vamos a vivir mejor, las evidencias del intermedio entre las elecciones pasadas y la asunción presidencial no avalan esas afirmaciones. Al contrario, las desacreditan profundamente.

En varias de las designaciones de ministros está patente la mano del poder detrás del poder. Si bien se presenta a cada uno de ellos como escogido por el electo presidente de la República, los vínculos anteriores de cada uno de ellos muestran claramente la conexión con quien ya gobernara el país en años anteriores. Y eso no lo pueden desmentir porque son de dominio público.

Por otro lado, pero en vinculación al poder subalternizado y el poder real, está el tema del copamiento de las instituciones que ejercen decisivas influencias sectoriales. Baste mirar a qué partido pertenecen los presidentes de las cámaras de diputados y senadores, el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y el Consejo de la Magistratura.

En una democracia tienen que existir contrapesos para evitar que un solo partido acapare la totalidad del poder porque eso lleva a nefastos abusos y desbordes que perjudican a los que viven en una República. Con una oposición en minoría y en algunos casos más predispuesta a pasar al bando mayoritario que a mantener una postura crítica, los intereses ciudadanos carecen de defensores que puedan hacer que los mismos se respeten.

Fácil es predecir, con esta aplanadora que rememora la triste época de la dictadura stronista, que el país será gobernado solamente por la voluntad de un sector político que impondrá sus reglas de juego sin que encuentre barreras. Será un gobierno mezquino y autoritario, sin generosidad para compartir el poder y el disenso, lamentablemente.

En cuanto a la falta de entera autonomía del Ejecutivo, ese aspecto también será grave porque su titular tendrá las manos atadas para actuar con libertad en pro del bienestar de la Nación. E implicará que no podrá tomar decisiones con respecto a los intereses del que le dicta el rumbo a seguir y a los que éste defiende.

Es una pena que esta sea la perspectiva del nuevo gobierno. El copamiento de las instancias esenciales del poder puede traer proyectos que ahora no se confiesan aún, pero irán saliendo a lo largo de los primeros meses. No hay que descartar la convocatoria a una Constituyente con miras a la inclusión de la reelección presidencial y el retroceso de derechos.

Y en cuanto al gobierno de dos cabezas -uno visible y otro invisible, pero no menos real que el que aparece públicamente y simula gobernar con autonomía-, ello será nefasto porque en el tira y afloja constante y a ratos conflictivo, el Paraguay será el que saldrá perdiendo.

 

 
 

Revista