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Año 41 - N° 485 - Setiembre 2023

Editorial

Exigir que los parlamentarios 

estén a favor de la ciudadanía

El periodo parlamentario que acaba de terminar tuvo a algunos de los peores legisladores que un país pueda soportar. Sin interés por la cosa pública de la Nación y sí en los propios beneficios y los de su entorno sectario, incapaces de generar proyectos de leyes que apunten a solucionar los graves problemas que existen, con elevadas asignaciones por calentar las bancas y dispuestos a acelerar los temas no relevantes y a retrasar o rechazar los trascendentes, hubo diputados y senadores que se han burlado de sus electores y de los ciudadanos en general.

Menos mal que algunos de esos cánceres ya no están en el presente periodo legislativo. Así dicho, parecería que sus sustitutos son mejores. Y no es así: en sus primeros movimientos muchos de ellos ya han demostrado que son de la misma hilacha de sus predecesores. Y algunos, puntualmente, tal vez peores.

Las caras nuevas que han ingresado al Parlamento para el periodo 2023-2028 no pasan de eso. En cuando a preparación para legislar, expresar opiniones sólidamente fundamentadas, mentalidad, práctica y servilismo, estamos en el mismo camino fangoso.

Históricamente, tras la caída de la dictadura stronista, la calidad de los parlamentarios ha ido degradándose. Ya no hay legisladores de la talla intelectual y moral de un Fernández Arévalos, González Casabianca, Carlos Alberto González, Waldino Ramón Lovera y otros. Muchos de los actuales y algunos de sus predecesores no tienen ni un centímetro ante estos que fueron señores parlamentarios.

El Partido Colorado, que tiene mayoría propia en ambas cámaras, además de la ausencia de miembros que puedan debatir con altura los grandes temas nacionales y respaldar sus posiciones con una postura ética no manchada por su pasado, tiene la gran limitación de actuar a la sombra del presidente de la Asociación Nacional Republicana (ANR) que va a dictarles su hoja de ruta para defender sus propios intereses y cobrar lo que considera que son deudas pendientes para con él.

Este es el escenario legislativo. En vez de que el Parlamento sea motor positivo para cumplir la promesa electoral del presidente Santiago Peña de que vamos a estar mejor, va a ser un palo en la rueda de sus proyectos. La unidad pegada con saliva y que responde a la lógica de lo que se inicia y no a convicciones y coincidencias de principios no tardará en hacerse trizas. Entonces, las buenas intenciones no podrán sobrepasar la muralla que interpondrán los que no apuestan al desarrollo del Paraguay.

La ciudadanía tiene que estar atenta a las actitudes de los legisladores, para reclamarles. Ellos no están en sus curules para hacer su voluntad ni la de quienes tras bambalinas dictan sus libretos. Fueron electos para legislar y tomar determinaciones a favor del bien común, de un mayor bienestar, de la calidad de vida de los ciudadanos. Si no actúan de ese modo, mejor se van a sus casas.

 

 
 

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