Edición N° 397 - Mayo 2016

Adiós a Zaha

 

 

El orbe arquitectónico está de luto, la arquitecta inglesa nacida en Bagdad, el mejor símbolo de la época en la que su oficio se convirtió en el gran espectáculo del mundo sofisticado, falleció en marzo pasado a los 65 años

La arquitecta anglo iraquí Zaha Hadid ha muerto en Miami (Estados Unidos), informó su estudio londinense, Zaha Hadid Architects. “Contrajo una bronquitis y mientras la trataban en el hospital sufrió un infarto repentino”, señalaba en el sentido comunicado oficial que añadía: “Con gran tristeza es que Zaha Hadid Architects ha confirmado que Zaha Hadid murió repentinamente en Miami a primera hora de esta mañana (31.03). Sufrió un ataque cardíaco mientras estaba hospitalizada a causa de una bronquitis.

Zaha Hadid fue ampliamente considerada como la mujer arquitecta más grande del mundo en la actualidad.

Trabajando junto a su socio Patrik Schumacher, su interés estuvo entre la arquitectura, el paisaje y la geología; y su trabajo integró el uso de tecnologías innovadoras, a menudo dando resultado a inesperadas y dinámicas formas arquitectónicas.

Recientemente había sido galardonada con la RIBA Medal Gold, convirtiéndose en la primera mujer -y única hasta hoy- en recibir el prestigioso honor. En la ocasión, Sir Peter Cook declaró: ‘En nuestra actual cultura de andar completando check lists (lista de comprobación o de verificación), Zaha Hadid triunfa, ya que (citando los criterios del Royal Gold Medal) ella es alguien “que ha hecho una significativa contribución a la teoría y práctica de la arquitectura... logrando un cuerpo sustancial de trabajo en lugar de hacerlo para lo que actualmente está de “moda”. Sin duda, su trabajo, si bien está lleno de formas, estilo y manierismos imparables, posee una cualidad a la cual nos gusta referirnos como “un ojo impecable”, elemento fundamental para la consideración de una arquitectura especial que raramente se satisface con la mera “moda”. Por lo que le estamos presentando, con esta medalla, como una institución británica: como Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico. En consecuencia, ella puede ser vista como miembro de nuestro establishment británico. Aunque en realidad, muchos de nuestros compañeros arquitectos la han tratado con elogios característicamente débiles. O cuando la premiamos con el RIBA Stirling Prize por el colegio en South London (Evelyn Grace) -su segunda victoria consecutiva- nosotros, el jurado, fuimos ridiculizados por un número de distinguidos arquitectos. Por supuesto, en nuestra cultura de modestia y circunspección, su trabajo ciertamente no lo es y ella en sí misma es lo opuesto a la modestia. Seamos realistas, podríamos haber dado la medalla a un personaje digno y cómodo. Nosotros no los hicimos, hemos premiado a Zaha: más grande que la vida, audaz como el bronce y desde luego el caso de nuestra heroína. Cuán afortunados somos de tenerla a ella en Londres”.

Tras conocer su muerte, el arquitecto británico Graham Morrison señaló a The Guardian que Hadid “era especial” y que “no hay nadie como ella”.

El también  Pritzker - 2007- Richard Rogers afirmó por su parte que el fallecimiento es una noticia “realmente terrible. Era una enorme arquitecta y una magnífica mujer”, apuntó.

El alcalde de Londres, Boris Johnson, se mostró “entristecido” por la muerte de Hadid, una mujer “inspiradora” cuyo legado “vive en sus maravillosos edificios” en Londres y el resto del mundo.

La considerada una de las arquitectas más destacadas del siglo XXI, el recibir la medalla del RIBA, por lo cual se sentía orgullosa, manifestó: “Ahora vemos más mujeres arquitectas establecidas. Eso no significa que es fácil. Algunas veces los desafíos son inmensos. En los años recientes ha habido un cambio tremendo y continuaremos este progreso”.

Decía estar convencida de que los edificios deben alimentar el alma. “Las ideas fuertes nunca fallan”, dijo en la entrega del “Nobel” de arquitectura.

El editor de Arte de la BBC, Will Gompertz, describió su estilo como una mezcla reconocible de curvas sensuales y modernismo geométrico, estilo que también ha sido catalogado como “neofuturista” y se caracteriza por poderosas formas curvas y estructuras alongadas.

En el 2008, la revista Forbes la incluyó en su lista de las mujeres más poderosas del mundo.

La periodista Caroline Frost la describió como una diva de la arquitectura: “su personalidad tiene la fuerza de cualquiera de sus diseños”.

Hadid no estaba exenta de polémica y el mundo de la arquitectura no terminaba de aceptarla. Ella misma lo decía.

Durante años ha rechazado el término “mujer arquitecta” porque para ella lo que ha sido relevante es que era arquitecta (¿Alguna vez dijeron hombre arquitecto?). Desechaba los calificativos de diva o estrella de la arquitectura contemporánea

A lo largo del tiempo, consiguió ocupar un sito en un entorno que ella misma describe como no amigable con las mujeres.  Diviértanse, no trabajen tan duro”, era su recomendación a la gente joven.

El legado que deja Zaha Hadid es referencia para el mundo. Su trabajo ha sido valorado por millones de personas. De ser la autora de una obra con el rótulo de “inconstruible” pasó a ser un emblema de las ciudades asiáticas. Hace  unos diez años, era la arquitecta que no conseguía construir nada. Ahora, desde el centro acuático Olímpico hasta la nueva galería Serpentine en el centro de Londres, desde Beijing hasta Bakú, hay edificios de Zaha Hadid por todas partes.

Para algunos, es una tirana; su trabajo es “increíblemente arrogante” y “opresivo”. Para otros, es un genio, y una heroína, el único punto en común que tienen todas estas visiones es una observación hecha en una oportunidad por su mentor, Rem Koolhaas: “es un planeta en su propia órbita inimitable”.

Aaron Betsky, escritor, director de museo y un viejo amigo, dijo: “Se preguntan cómo alguien puede trabajar para ella, teniendo en cuenta que puede ser una supervisora severa, pero también puede demostrar una lealtad y un apoyo increíbles, y pasión por lo que hace”. Trabaja mucho desde su época de estudiante, a veces sucumbiendo a enfermedades. No se casó ni tuvo hijos aunque niega que haya sacrificado la vida familiar por su trabajo. “Estoy segura de que podría haberme arreglado”, decía.

Fue una potencia creadora pura, un caso simbólico y a la vez, completamente singular entre sus colegas: mujer, iraquí, cargada de un equipaje intelectual complejísimo... Nada estaba a su favor para alcanzar el éxito.

Zaha Hadid venía de una idea visionaria, casi única, de la arquitectura: la fluidez, la quiebra y la expresión personal eran los conceptos de los cuales partió en los años 70. Su nombre se convirtió en un rumor irresistible desde que se licenció en la famosa AAA de Londres. Sin embargo, nadie la consideraba por entonces, exactamente arquitecta: se pensaba en ella como una artista y como una pensadora de la forma, cuyas herramientas estaban en el terreno de la arquitectura y que probablemente acabaría dedicándose al diseño o a la moda.

Aquellos eran años de crisis para la arquitectura, años de manierismos y de dudas en el legado de los maestros del siglo XX. En ese contexto, Zaha dibujaba arquitecturas rompedoras y casi utópicas. Había ahí algo de expresionismo, de constructivismo llevado hasta el límite, algo de experimentación sesentero, algo de autobiografía... Sus propuestas eran una especie de historia alternativa de la arquitectura del siglo XX.

Además, estaba su carisma. Era mujer y de piel oscura, era rica de familia, rebosaba seguridad en sí misma y se comportaba con aire desafiante. No era una chica mona ni una mujer-de complaciente que se conformara con aparecer en segundo lugar después de su socio/marido. Vestía de una manera extravagante y hasta en los trazos de sus dibujos transmitía algo femenino pero, a la vez, violento y duro. Y, además, llevaba consigo una historia familiar fascinante.

Esa actitud combativa era el presagio de que Zaha no se iba a conformar con ser una casi-arquitecta o una arquitecta-para-ser-leída. En su currículo aparece una primera obra construida en 1994, una pieza de museo para la casa Vitra. Nada realmente significativo. La verdadera conquista aún hubo de esperar ocho años, hasta el 2002, cuando construyó su primer proyecto importante: un trampolín para esquiadores en Innsbruck, Austria. Tenía 52 años y le quedaban dos para recibir el Premio Pritzker, siendo la primera y única mujer en obtenerlo de manera individual.

Han pasado 14 años desde entonces. Zaha Hadid los aprovechó para construir sin descanso por todo el mundo. El momento histórico que permitió su llegada al mundo real, el boom de la arquitectura de los años 90 y 2000, quedó atrás y casi la engulló. Zaha tenía fama de ser una constructora descuidada, una diva anacrónica en un mundo que ya no necesitaba “potencias creadoras puras”. Zaha, que había sido una mujer contra el sistema, parecía, de pronto, parte del sistema.

Seguramente fuera un reproche injusto: Zaha era aún una debutante en el momento de empezar una nueva vida. Y ya tenía un puñado de proyectos que estaban a la altura de su fama: el edificio de la BMW en Leipzig, la Torre de la Expo de Zaragoza, el Museo Maxi de Roma, el de Cincinnati... Tenía 65 años, la edad en la que la mayoría de los trabajadores se jubilan pero, también, el comienzo de la edad de plenitud de los arquitectos.

 

Algo más de Zaha

La rotunda, la diva (aunque reniega de este vocablo “¿Me llamarían diva si fuera un hombre?”), la exigente y con fama de difícil, la arquitecta más famosa y reconocida del mundo, la que ha logrado con sus edificios rompedores el respeto de todos, hoy ya es una leyenda. Un ataque cardiaco puso punto final a la vida de Zaha Hadid, nacida en Bagdad en 1950, la que llegara a la cima de la arquitectura, no sin haber transitado un camino con más espinas que rosas y la que antes de haber triunfado en este mundo de hombres -aunque conquistado cada vez por más mujeres- y la que sin levantar ningún edificio ya era la arquitecta más famosa del mundo por sus elegantes dibujos en los que nadie,  salvo su hermano y el dueño de un restaurante en Sapporo (Japón), creían que se podía construir.

Pero un empresario alemán dio el primer paso al encargarle una estación de bomberos en su fábrica. A partir de ahí despegó rauda como un cohete. En solitario, pero arropada por un estudio de acólitos que conocen tan bien su temperamental carácter como sus generosas recompensas.

Ha construido la sede de BMW en Leipzig, una estación de tranvía en Estrasburgo, una plataforma para salto de esquí en Innsbruck y un pabellón para las Bodegas López de Heredia, en La Rioja, ha ideado el urbanismo de Zorrozaurre en Bilbao, un complejo de edificios en Durango, una torre en Barcelona, una biblioteca en Sevilla, y ha sido elegida para diseñar el Juzgado de lo Civil en el Campus de la Justicia de Madrid. Y tiene proyectos por todo el mundo: en Abu Dabi, Copenhague, Dubái, Corea, Marsella, Roma, Gales, Nápoles o Guangzhou (China).

Fue la única mujer, la más pequeña tras dos hermanos. Iraquí de nacimiento y británica por adopción, nació en una familia de clase alta árabe sunni. Su padre Muhammad Hadid era un industrial acaudalado de Mosul que fundó el grupo al-Ahali en 1932 situado en la izquierda liberal. Posteriormente, fue vicepresidente del partido Nacional Democrático entre 1946 y 1960 y ocupó el puesto de ministro de Finanzas en el gobierno del general Abd al-Karim Qasim después del golpe de estado de 1958. La madre de Zaha Hadid, Wajiha al-Sabunji, también provenía de una familia adinerada de Mosul.

Fue educada en Bagdad en una escuela regentada por monjas católicas francesas y continuó parte de su educación secundaria en Suiza y Gran Bretaña. Regresó a Oriente Medio para estudiar Matemáticas en la American University en Beirut entre 1968 y 1971. Después de obtener su título volvió a Londres para ingresar a la Architectural Association (AA) donde obtuvo su diploma en 1977 y donde fue alumna de Rem Koolhaas y de Elia Zenghelis, de los que posteriormente sería socia en OMA (Office for Metropolitan Architecture). También fue responsable de una Unit en la AA hasta 1987.

Hadid fue influenciada por el ambiente cosmopolita y liberal de su educación en Iraq y en Europa, así como por el contacto con todo tipo de influencias culturales. Como arquitecta reconocía su afecto por el Suprematismo y por el Constructivismo rusos, ya desde su época de estudiante en Londres. Entendía el lugar y la cultura local pero sin aplicar criterios de identidad nacional.

La increíble y gran actividad que ha desplegado todos estos últimos años se completó con una intensa actividad académica y producción de libros, habiendo ocupado la cátedra Kenzo Tange en Harvard University Graduate School of Design, la cátedra Sullivan en la University of Illinois’ School of Architecture, así como también dirigió el Master Studio en Columbia University. En 2001, comenzó a dirigir el Studio Hadid en la University of Applied Arts en Viena.

Quiso ser arquitecta a los 11 años porque vio cómo su tía se hacía su casa. “La arquitecta era amiga de mi familia y me enseñaba las maquetas. Era fascinante ver cómo una pieza alteraba la casa. Y era la época en la que Irak se industrializaba y todo se transformaba con la construcción. “La mezcla de diseño y cambio me interesó. Mis padres me respaldaron. Lo que me gustaba hacer era dibujar”,  dijo en una entrevista con la periodista Anatxu Zabalbeascoa.

Salió de Bagdad con 16 años y tras un año en Suiza y otro en Beirut aterrizó en Londres en los sesenta, en un Londres que vivía  el boom del petróleo. Una década en la que revolucionaron la moda, cortaron las faldas y el pelo de las chicas.

Se puso una minifalda nada más llegar. “Lo que era potentísimo era el mundo del jet set en Londres. Se respiraba lujo y glamur. Fue el principio de los clubes nocturnos, de las boîtes exclusivas, el origen de la música disco. Yo entré en ese mundo como árabe con dinero. Viví unos años de locura. Podíamos ir a París sólo para cenar allí”.

Esa vida de fiestas y clubes no le tentó a dedicarse a algo más relacionado con la vida nocturna, y aunque en aquellos días “yo me hacía mi propia ropa no elegí ser diseñadora, elegí la arquitectura, y lo que hago cuando diseño mesas lo hago como parte de mi profesión”. Y diseñó bolsos para Louis Vuitton porque lo entendía como una extensión de las investigaciones que hace como arquitecta. “Me dan un objeto y lo repienso. Le mantengo la identidad. Pero en el proceso pierde lo que le impide cambiar”.

Dijo en esa entrevista que lo más caro que ha tenido que pagar en la vida ha sido “El hecho de ser mujer, inmigrante, querer ser pionera, ser rica… Todo eso. La combinación entre una mujer inmigrante, árabe, autosuficiente y que hacía cosas raras no me facilitó nada las cosas. Pero estar tan marcada me ha favorecido. Me dejaban ser y hacer lo que quisiera. Pero a la vez me bloqueaban la entrada a ciertos encargos y terrenos profesionales. Empecé a trabajar en uno de los momentos más carcas (de ideas religiosas tradicionales y actitudes retrógradas) del siglo XX, cuando la arquitectura estaba sumida en la recuperación de valores históricos muy conservadores. Aquello pasó. Y cuando se necesitó cambiar, las cosas fueron más fáciles para alguien como yo, que siempre había apostado por el cambio. A pesar de todo, seguimos teniendo mucha resistencia. Aun hoy que construyo por medio mundo, todavía tropezamos. No ayuda nada ser árabe, francamente. Y ahora, aún menos. No es que me digan directamente no te queremos porque eres árabe. Pero sólo una cerrazón racista explica lo inexplicable cuando después de ganar concursos acaban construyéndolos otros”, como en Gales, que le retiraron el encargo de la Ópera de Cardiff tras ganar el concurso. “Ése fue el trago más duro de mi carrera. Porque creí que con aquel proyecto podría por fin despegar. Pero aprendí. Hubo gente que se comportó con profesionalidad; otros, como Richard Rogers, que levantó la voz en mi defensa, con amistad y con ética. Mucha gente creyó que aquello era tan injusto que se volvería a mi favor y, como víctima, me arroparían con encargos. Pero nada de eso pasó. Mi vida sigue siendo una batalla, y hoy Cardiff está olvidado. Nadie recuerda qué ocurrió, ni por qué”.

En los años difíciles en los que ganaba concursos que no lograba construir, Hadid se hizo grande en la arquitectura temporal. Ideó escenografías para los Pet Shop Boys o montajes de exposiciones como la de la cúpula del Milenio en la que los londinenses recibieron el 2001. Su sello ha servido para dar glamur a la arquitectura británica. Por eso le duele que el reconocimiento le llegara desde fuera. El Guggenheim de Nueva York le montó, en el 2007, una de las contadas retrospectivas que dedica a la arquitectura. Dejan Sudjic, director del Museo del Diseño de Londres, le organizó una muestra posterior “con ánimo de hacer justicia”, según declaró.

Siempre quiso romper los límites de la arquitectura “y hoy hay más gente que nunca rompiéndolos.  Como persona y como arquitecta me ha interesado saber por qué las cosas son como son. ¿Por qué hay sólo un tipo de dormitorio? He cuestionado siempre las tipologías. Eso afecta a lo que se puede hacer en los edificios y, finalmente, a su forma. No se trata de cambiar por cambiar. Pero hay mucha gente con alergia al cambio”.

Con la arquitectura busca que sus edificios engrandezcan, que aporte experiencias a los usuarios. “Trato de capturar una experiencia única en un espacio público porque no todo el mundo puede pagarse una estancia en los hoteles más caros del mundo. Me interesa ofrecer esa vivencia en salas de concierto, en bibliotecas, en museos”.

En los quince años en que no logró construir, su determinación de llegar a hacerlo fue lo que la mantuvo en pie. “Lo que te hace mantenerte en los momentos peores, y en los mejores, que emborrachan y tienen siempre fecha de caducidad, es la confianza en ti misma. Y eso es un regalo que te hace tu familia, cuando creces. La flexibilidad, la perseverancia y la paciencia ayudan, por supuesto. Y el apoyo afectivo. En la vida no puedes hacer nada grande si estás solo. Lo que te anima es ver que después de sucesos como el de Cardiff la gente de tu oficina sigue creyendo en ti. Que la gente se quede contigo te da fuerza. Es una vergüenza que muchos de mis proyectos no se hayan construido por ignorancia. Porque alguien dudó que se pudieran construir. A mí me costó mucho empezar porque nadie creía que lo que yo dibujaba se pudiera construir. Esa situación la resolvieron, personalmente, sus primeros clientes. Y globalmente, el Guggenheim. El edificio de Gehry dio a entender que las cosas podían ser de otra manera”.

¿Hay una marca Hadid? “Soy mi marca, y seguro que ser distinta aumenta mi caché. Hoy lo original está dentro de los planes de los políticos, y la arquitectura singular, también. Hace quince años sucedía todo lo contrario. Y yo vestía igual. Soy consciente del interés de la prensa, y el hecho de ser la única arquitecta con el Pritzker hace que me reconozcan en algunos sitios. El misterio siempre es mejor que la certeza. Cada uno puede imaginarse lo que quiera y la verdad no gusta a todos. Mi marca hoy es la de una pionera. Y la cultivo. De lo que represento me gusta el modelo que puedo ser para las mujeres arquitectas. Creo que gracias a mí ha habido muchas que han pensado que era posible llegar alto. Eso no lo he conseguido yo sola. Es la sociedad la que se ha abierto a lo diverso”.

En cuanto a su vida personal, “Elegí una vida que no admite compaginarla con ningún otro deseo. No tengo tiempo para nada más que para lo que hago. Es fantástico el mundo abierto en el que vivimos. Podemos trabajar en cualquier sitio. Pero vivimos también en una gran trampa. En la era de las estrellas, la gente quiere verte. Si no apareces, se enfadan y te vas metiendo en una espiral de aviones que va consumiendo tu vida”.

Cuando le dieron el Pritzker, la describieron como una arquitecta sin miedo, pero. “Soy lanzada y miedosa a la vez. Trabajando con otros me he dado cuenta de que la mayoría de la gente quiere una vida cómoda. No quieren molestar a nadie, ni molestarse ellos mismos. Pero si no corres riesgos, si no estás dispuesta a comerte el miedo, no consigues nada. Ocurre que hay mucha gente que espera que otros abran el camino. Eso no me parece aceptable. Por eso yo decido qué caminos quiero abrir. Y trabajo tratando de abrirlos”.

Frank Gehry, miembro del jurado, señaló entonces: “Es probablemente una de las más jóvenes galardonadas y la que posee una de las trayectorias más claras que hemos visto durante muchos años. Una nueva excitación e innovación se revela en cada proyecto que aborda”.

Rowan Moore (critico de arquitectura de The Guardian),  escribió que abundaban las historias de su ampulosidad, como despachar una asistente desde la Bienal de Arquitectura en Venecia hasta su departamento en Londres para que le trajera los zapatos que quería usar en una fiesta particular, pero también puede tener los pies sobre la tierra. En vez de ocupar una habitación exclusiva, prefirió durante años sentarse entre las mesas de la vieja escuela que es su estudio, dando instrucciones a su personal. Ha demostrado coraje, entre otras cosas superando los obstáculos reales de ser mujer y árabe en un negocio blanco y masculino. Se viste en forma espectacular, sin inclinarse nunca por las chaquetas y los cortes de pelo masculinos con los que algunas mujeres en su profesión intentaron cruzar de contrabando las barreras invisibles de su género. Su metodología fue derribarlas.

Pero el amor no es universal. El Centro de Protección del Patrimonio Cultural de Beijing había declarado que estaba “escandalizado” de que el desarrollo inmobiliario de negocios y oficinas Galaxy Soho de Hadid haya recibido un premio del RIBA. En tanto la presidenta de la institución británica, Angela Brady, elogió “el nuevo pensamiento visionario sobre temas urbanos”, el grupo de protección del patrimonio lo definió como “un ejemplo típico de la destrucción de la ciudad vieja de Beijing”.

 

Su legado

Aunque es muy reconocida por su trabajo teórico, los diseños de Hadid eran tan complejos que durante las primeras décadas de su ejercicio profesional muchos de sus proyectos más ambiciosos no se terminaron, pese a que tenía muchos seguidores entre sus colegas.

Diseñó un bloque de apartamentos que pronto bordeará el High Line, el famoso parque elevado en West Chelsea. Esta construcción que se encuentra ubicada en 520 West 28th Street, será el primer edificio residencial de Hadid en Nueva York.

Zaha Hadid, la arquitecta que innovó los entornos urbanos de todo el mundo con sus estructuras curvas y alargadas, la pionera de la arquitectura, fue considerada como una de los exponentes más brillantes de la arquitectura contemporánea y como la primera  arquitecta superestrella, con una amplia producción arquitectónica global en diferentes lugares del mundo.

Durante los primeros años su producción fue más conceptual e ideológica, resultando una gran cantidad de proyectos no realizados entre los que destaca la propuesta de concurso para el Parc de la Villette en París –cuyos dibujos están en el MoMA-, The Peak en Hong-Kong, varios edificios en Londres, el masterplan para la reurbanización de la zona portuaria de Hamburgo o un edificio de oficinas en Kufürstendamm en Berlín.

Hizo historia antes de comenzar a construir. Era internacionalmente famosa por sus dibujos neoconstructivistas cuando recibió el primer encargo importando de la mano de Rolf Fehlbaum, el dueño de la empresa alemana de mobiliario Vitra, quien le dio la oportunidad de levantar su primer edificio, el que aseguró su reconocimiento internacional: la estación de bomberos Vitra en Weil Am Rhein, Alemania (1993).

Edificios como el Centro Rosenthal de Arte Contemporáneo en Cincinnati (2003) y el Guangzhou Opera House en China (2010) también han aclamado una arquitectura que transforma nuestras ideas del futuro con conceptos espaciales visionarios definidos por el diseño, los materiales y los procesos constructivos.

Convencida de la arquitectura más vanguardista desde los comienzos de su singladura (camino recorrido), Zaha Hadid se inició en el constructivismo, donde mostró su poderosa expresión plástica y unas formas contundentes.

Planteó su trabajo arquitectónico como una transformación de la visión del futuro con nuevos conceptos y formas futuristas, como se aprecia la Plaza Dongdaemun en Seúl o el intercambiador Hoenheim Nord Terminus en Estrasburgo. A España llegó con el Pabellón Puente de la Exposición Internacional de Zaragoza inaugurado en el 2008.

Iniciaba, así, la triple carrera de obstáculos de tratar de construir un ideario, de hacerlo siendo mujer y de intentar levantar edificios emblemáticos en su patria de adopción, el Reino Unido. No fue fácil. Supo resistir. Se convirtió en una excelente diseñadora capaz de aplicar su talento a joyas, muebles, zapatos, bolsos, barcos o la ropa con la que se vestía.

“Tratando de romper los límites de la arquitectura” hablaba de convertir los edificios en paisaje y de repensar los límites físicos de las construcciones. Lo hizo con el MAXXI de Roma en el 2010 y con la Opera de Guangzhou el mismo año. Por esas fechas concluyó una de sus obras más conmovedoras, el colegio Evelyn Grace en Brixton.

En Bakú (Azerbaiyán), Hadid y su equipo levantaron el centro cultural Heydar Aliyev que abrió una vía de vanguardia para la transformación de la ciudad, al tiempo que la asociaba a la dinastía vitalicia que ostenta el poder. Tras firmar el Centro Acuático para las olimpiadas de Londres (2012) y dejar una versión sobria de su marca artística en su ciudad, Hadid fue llamada a trabajar en Oxford, donde levantó un edificio en el St. Anthony’s College. Tenía entre manos la renovación del frente marítimo de Estambul y el diseño de un estadio para Qatar 2022.

Una torre en Moscú y un puente en Taiwán. Si durante años su campo de actuación fueron los museos -su obra no construida se valoraba por su aportación artística- durante las últimas décadas parecía querer reinventar el mundo.

Tres cuestiones para ella eran recurrentes. De un lado el selecto club: “Nunca seré como ellos. No navego, soy musulmana y soy mujer”. Hablaba de la falta de apoyo de sus colegas arquitectos ante injusticias como el caso de la Ópera de Cardiff.

El segundo tema era el Guggenheim de Bilbao. Hadid estaba muy agradecida a la audacia del edificio de Gehry: “El Guggenheim abrió la puerta. Tenía que abrirla un hombre. A mí no me hubieran dejado. Por eso estoy agradecida. Gracias a ese proyecto he podido construir”.

El tercer asunto de su ideario era como un mantra. No se cansaba de repetirlo: era fundamental siempre y en todo momento romper los límites de la arquitectura. Se refería a los límites físicos, formales, y justo es reconocerle que ella lo consiguió. También dejó saldadas las otras dos cuestiones. En el mundo árabe su trayectoria hizo que muchas mujeres quisieran estudiar arquitectura. Puede que no navegara, como tantos arquitectos, pero está claro que hace ya años que pasó a pertenecer al club.

 

Galardones

Su obra construida ha sido reconocida con numerosos y más que importantes premios. En ese palmarés, destacaremos solo algunas de esas distinciones, tales como, además de la Medalla de Oro del RIBA 2016 (Mandu’a 11.15, edición 391),  el  Mies van der Rohe en el 2003 (Mandu’a 06.03 edición 243), el Pritzker 2004 (04.04, edición 252), el Praemium Imperiale de Arquitectura  2009 (11.09, edición 319). Fue nombrada Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico en el 2012. Algunos de sus dibujos han sido incorporados a la colección permanente del MoMa en Nueva York.

Otros galardones obtenidos incluyen la Orden de las Artes y las Letras de la República de Francia, y la designación como miembro honorario de la Academia Americana de Artes y Letras y del Instituto Americano de Arquitectura.

Además, ganó dos veces el premio de arquitectura más importante del Reino Unido, el RIBA Stirling Prize. En 2010 fue por el Museo MAXXI en Roma, un edificio para la puesta en escena del arte del siglo XXI, la destilación de años de experimentación, una madura pieza de arquitectura transmitiendo una calma que desmiente la complejidad de su forma y organización; y en el 2011, el Evelyn Grace Academy, un diseño único, inserto en un predio extremadamente estrecho que demuestra a los estudiantes, trabajadores y residentes locales que ellos sí son valorados como usuarios y además, celebra la especialidad de la escuela a lo largo de su tejido, con vistas de estudiantes participando en todo momento.

“Los clientes, periodistas y colegas están hipnotizados por sus formas y las estrategias que usa para lograr un enfoque realmente distintivo de la arquitectura y sus ajustes”, escribió el jurado del Pritzker, cuando fue galardonada.

Cabe destacar que ha sido la primera -y única mujer, hasta hoy- en recibir tanto la medalla del RIBA como el Mies van der Rohe y el Praemium Imperiale. Esto confirma que Zaha… ya es leyenda.

 

Fuentes
http://cultura.elpais.com
http://arq.clarin.com
www.bbc.com
www.elmundo.es
http://diariocorreo.pe
www.telesurtv.net
www.plataformaarquitectura.cl
http://elpais.com

 

 

 

 

 

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