Edición N° 383 - Marzo 2015

Argentina y el nordeste

 

Usina de reciclado con función social

Un edificio que recupera basura orgánica y produce energía. Obtuvo una mención en el premio Clarín-SCA 2014.

Ganador de una de las dos menciones de los premios Clarín-SCA 2014, el equipo cordobés conformado por Emiliano Barbeito, Candela Parra y Francisco Vannini de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba (Faud/UNC), propuso un ingenioso edificio que funciona como centro de reciclaje de residuos orgánicos y, a la vez, gran espacio público.

“La superpoblación, la marginalidad y la cantidad de residuos urbanos de las megalópolis son un problema que se potencia cuando los tres factores se combinan”, sostienen los autores del proyecto Reconquista Centro de reciclaje orgánico, ubicado en el barrio La Cárcova, partido de San Martín.
El principal objetivo del edificio es recuperar mediante el tratamiento de desechos los terrenos de los barrios circundantes, actualmente afectados por rellenos sanitarios. “Si bien el proyecto contempla solo la parte orgánica de la basura (ya existe en el sector un centro de reciclaje inorgánico), la idea es cambiar el paradigma que considera a la basura como elemento desechable, para concebirlo como generadora de recursos a través de la producción de compost, alimentos y bioenergía”.

El equipo tomó en cuenta, para su proyecto, una ecuación económica. Hoy esa zona recibe el 87 por ciento de la basura de la ciudad, alrededor de 17 mil toneladas de basura por día. Si cada tonelada de basura vale 1.000 pesos, se estarían desperdiciando nada menos que 17 millones de pesos diarios.
El edificio se monta sobre las vías del ferrocarril  Mitre y sirve de nexo entre los terrenos de relleno y el barrio carenciado. En sí, se trata de una estructura metálica en forma de andamios modulada en 6 x 6 metros, para lograr un montaje rápido y económico. El proyecto contempla además, funciones sociales: un mercado y talleres de horticultura que sirven para instruir a la población del barrio acerca de la posibilidad de producir alimentos para el uso propio y comercializar en excedente.

En su interior -según explican los autores-  el edificio cuenta con cuatro sistemas que trabajan secuencialmente. En primer lugar, el tren deposita la basura orgánica que es triturada y mezclada con residuos vegetales para luego ser volcada en los compostadores verticales de la fachada que mira la zona de rellenos. Allí, cada módulo trabaja como una bandeja microperforada con lombrices que son las encargadas de descomponer la materia y transformarla en tierra fértil para recuperar las áreas contaminadas. El agua filtrada por decantación en este proceso es tratada y utilizada para riego en los trabajos de horticultura, conformando el segundo sistema implementado.

Luego, un porcentaje del compost generado se usa para la producción de huertas orgánicas dentro del edificio o en viviendas cercanas. Por último, una fracción de la basura que ingresa es colocada en tres digestores que se encargan de aprovechar el gas metano liberado en la descomposición y transformarlo en energía para autoabastecer el proyecto.

     

 

      

 

 

 

Fuente
http://arq.clarin.com
13.01.15

 

 

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