Edición N° 391 - Noviembre 2015

Calló “la voz de los sin voz”

Como era calificado el periodista y docente Osmar Apuril por los seguidores de sus programas de radio

Osmar Apuril, el hombre de radio, el que prestaba su voz a radio Ñanduti, el que todas las siestas, de 12 a 14, de lunes a viernes, ponía toda la pasión, la información honesta y el esfuerzo por generar una agenda país en el programa “Todo cambia”,  no soportó un infarto, que finalmente acabó con su vida. Fue al mediodía del 15 de octubre en el Sanatorio Migone de Asunción donde fue atendido tras un leve accidente de tránsito en el que estuvo involucrado en la calle Boquerón y España de Asunción.

Estaba al frente también, siempre en la misma emisora,  de  “Contacto económico, ecológico y político” los sábados, dedicado a un análisis exhaustivo de la realidad social y “Ocio fecundo” los domingos, un programa  de entretenimiento con premios para los oyentes.

Periodista de pura cepa, apasionado, de ir de frente, de defender sus ideas, lo que le valió una amenaza de demanda judicial de parte de un personaje cercano y favorecido por el régimen stronista por decir lo que siente en su interior, sin faltar a la ética ni violar ningún precepto de la comunicación.

Padre y ciudadano, Osmar Apuril, 55 años, también tenía un espacio de economía y ecología todos los sábados, y otro programa dedicado al ocio los domingos, siempre en la misma emisora. Además de dedicarse a la comunicación se desempeñaba como profesor en algunas universidades del país.

Una triste perdida para ese periodismo sano, honesto, que cada día cuesta más sostener en un Paraguay donde todo se compra y todo se vende.

Apuril se desempeñaba en radio Ñandutí desde hacía más de 20 años y en los últimos asumió el rol de docente en la Universidad del Norte, de Asunción.

Su postura crítica contra la corrupción le valió la admiración de muchos, tanto que uno de sus amigos lo llamó “un gran patriota”. Y la comunicadora Divina Mendoza, quien fuera su compañera en el programa “Made in Paraguay”, junto a Leo Rubín, dijo con notable tristeza que trabajaron juntos por más de diez  años y que “era una persona excelente, un padre de familia ejemplar. Teníamos una relación de hermanos. Deja huellas en la vida de los demás. Era un idealista, murió y nos deja un gran vacío, pues era formidable, íntegro, de esos que luchaban por sus ideas. Odiaba la corrupción y a los corruptos, y nunca tuvo censura para decirlo. Él supo utilizar el espacio para hacer las denuncias porque creía en un país mejor. Yo creo que era uno de los periodistas más queridos. A los dichos de Mendoza se suman las palabras del periodista Gustavo Velázquez  quien también lo ha recordado como un luchador que “trabajaba muchísimo”.

Así, de improviso, han quedado sin voz, todos aquellos que utilizaban la suya para expresar su indignación, su descontento, sus denuncias contra la corrupción y ponerle nombre y apellido, sus ganas de avanzar hacia un país mejor, y han lamentado, al igual que colegas, alumnos, amigos, su sorpresiva partida haciendo llegar a sus familiares sus más sentidas condolencias, a través de las redes sociales. 

A todos ellos se une Mandu’a. 

 


Abc  15.10.15
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