Edición N° 450 - Octubre 2020

COLOMBO Y LA IGLESIA DE LA ENCARNACIÓN

 
  • Primeras décadas del siglo XX y el "chato caserío" asunceno circunda al templo de la Encarnación

  • 4 de enero de 1889: se incendia el antiguo templo de la Encarnación

 

Finalizada la Guerra del ‘70, en medio de la depresión y la miseria asolando el Paraguay, en Asunción se destacó la labor de Juan (Giavanni) Colombo. Italiano, nacido en Milán, Italia, y llegado al país con 22 jóvenes años. Desatada la conflagración contra la Triple Alianza en 1865, “...siguió a López (Mariscal Francisco Solano López Carrillo) en la guerra; sobrevivió a la hecatombe y volvió a la Asunción”, de acuerdo a la crónica de Juan Francisco Pérez Acosta.

Cuando la finalización de la contienda y asociado a José Pelozzi, Colombo trabajó en la terminación y decorado del Hotel Hispano Americano, palacio que perteneciera a Benigno López -obra de su connacional Alessandro Ravizza- y diseñó la columna conmemorativa a la Constitución del ’70, monumento inaugurado en 1873. También intervino en las refacciones al Palacio de López el que, desde 1894, se constituyó en la sede del Gobierno Nacional; así como en las de “...la Policía y cuarteles”. Pero su obra cumbre fue la elaboración de los planos y la construcción de la Iglesia de la Encarnación.

El templo fue una de las primeras grandes edificaciones dispuesta a competir con la envergadura de las iniciativas emprendidas por los López para el hermoseamiento de Asunción, antes del inicio de la contienda contra la Triple Alianza. Iniciada la “nueva Encarnación” en 1893 y todavía inconcluso el edificio (no fue terminado hasta la fecha), fue inaugurado en 1912. Sucedía a una de las primeras iglesias de la Colonia, la del Convento de Santo Domingo consumida en un incendio desatado en la madrugada del 4 de enero de 1889.

En aquella emergencia y con la iglesia aún en llamas, el propio Presidente de la República, general Patricio Escobar (1886/1890) cooperó en sofocar el fuego y evaluar las pérdidas. Fue cuando Colombo prometió al Presidente que elaboraría los planos para el nuevo templo, prometiendo que “no cobraría un peso” por el aporte pero reclamando que le dieran todas las atribuciones para la selección de los materiales como para la dirección de la obra.

Mientras tanto, la feligresía católica de Asunción ya se había juramentado para el propósito de la reconstrucción aunque ya desde la misma elección del sitio para la nueva iglesia, desató divergencias. Nuevamente el general Escobar intervino para simplificar las decisiones. A caballo y en compañía del padre Bernabé Colmán, recorrió la ciudad en busca de un solar apropiado. Después de un largo recorrido por varios posibles lugares, llegaron a un promontorio natural llamado “Volo-cué”, ubicado entre las actuales calles Eduardo V. Haedo, 14 de Mayo y Humaitá. Desde lo alto del promontorio, Escobar se dirigió al sacerdote para preguntar a quien pertenecía el solar. En ese momento, el Padre Colmán supo que terminaban las discusiones y que la elección estaba hecha.

Las escrituras quedaron finiquitadas entre 1890 y 1893, año en que fue colocada la piedra fundamental. Todos los católicos del Paraguay contribuyeron para la adquisición del predio y la construcción del edificio. Tarea realizada por Colombo hasta su muerte en 1902. A pesar del empuje del Padre Colmán y la dedicación y altruismo del constructor italiano además de los generosos aportes y contribuciones de la comunidad, no pudo darse conclusión a la obra.

Ya con el templo en uso y dada su estratégica ubicación, el edificio era “requisado” en cuanto conflicto militar hubiera en Asunción. Y debe decirse que en los comienzos del siglo XX, hubo varios que lamentar. En esas contingencias, quien ganara los “techos de la Encarnación” tenía asegurado un perfecto dominio visual y campo de fuego sobre el estrecho cerco urbanizado de la ciudad.

Pero cercado hoy por edificios de distintas alturas y usos y lejos del entorno residencial de los primeros años del siglo XX, “La Encarnación” ya nunca será lo estaba destinada a ser. Aún cuando se terminaran las dos altas torres que le destinaban los planos elaborados por un ignoto “muratore italiano, hace 130 años….

 

Autor: Arq. Jorge Rubiani
 

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