El aumento del costo del pasaje del transporte público de pasajeros es un hecho. Podrá ser encubierta, velada, camuflada, disimulada, o como se quiera llamar, pero realmente es descarada, hecha con premeditación y alevosía, y de todo punto de vista ilícita (que no está de acuerdo con la razón o con lo que se considera justo o razonable) la forma en que se ha implementado.
Con la excusa de modernizar las unidades y sacar de circulación las chatarras, los empresarios adquirieron coches con aire acondicionado lo que les habilita a cobrar 3.400 guaraníes por este servicio contra los 2.300 del servicio común, el cual tiene y debería tener también unidades en buenas condiciones.
El tema es que si es una alternativa, todo bien, bienvenido sea el servicio, cada quien elige cual de los dos utilizar.
Pero no es así, por lo menos en la línea 23 que cubre Lambaré- Asunción, línea de la cual innumerables usuarios son cautivos porque es el único medio de transporte que tienen para trasladarse desde distintos puntos de Lambaré a la ciudad de Asunción, lo que le convierte en un monopolio. Y eso le dio derecho, a pesar de lo que digan los choferes e inspectores cuando se les pregunta por qué hay más “diferenciados” que comunes y también al viceministro de Transporte del Mopc, Agustín Encina, quien afirma que el servicio es intercalado en horas pico, lo cual es una gran falacia.
Toman por imbéciles a quienes esperan de 50 minutos o más de una hora el servicio común de la línea 23 contra las siete u ocho unidades diferenciadas que ve pasar, impotente e indignado, frente a sus narices a cualquier hora del día.
Es correcto y se aplaude que se destruyan los buses chatarras, pero que no los suplanten por los “diferenciados”, sino por unidades que sigan cumpliendo el servicio común. Si los empresarios quieren brindar ese otro servicio, están en todo su derecho, pero no están en su más mínimo derecho de imponer ese servicio, que es 50 por ciento más caro, sacando de circulación coches del servicio común, y nos referimos a los que aún están en buen estado y en condiciones de seguir rodando sin por ello poner en peligro la vida de los usuarios.
De últimas, si solamente se compraron unidades con aire acondicionado, lo cual demuestra la aviesa intención desde sus orígenes, la solución es que utilicen esos coches sin ese confort para el servicio común.
Que las autoridades pertinentes, en primer lugar el viceministro de Transporte del Mopc, Agustín Encina, se pongan los pantalones y detengan este abuso de los empresarios del transporte público.