El premiado es el diseño para remodelar y ampliar la escuela Burntwood en Wandsworth, Londres, del estudio AHMM integrado por Simon Allford, Jonathan Hall, Paul Monaghan y Peter Morris que lo definió como un proyecto colaborativo porque nació a partir de la aportación de los arquitectos con paisajistas que creen que un toque de luz puede transformar un paisaje existente, y un artista gráfico que incluyó grandes y coloridos murales en todos los edificios combinando ingeniosamente la señalización con el arte moderno. Este conjunto aportó sus conocimientos y experiencias para realizar una “buena escuela”, cuyo fruto es esta gran obra que reflota la idea de la iniciativa Building Schools for the Future o BSF (Construyendo escuelas para el futuro), que tenía el objetivo y el propósito de mejorar los entornos de tejido y de aprendizaje de todos los colegios del Reino Unido. Los especialistas señalan que Burntwood recuerda la época en que tales aspiraciones eran la norma: la década del cincuenta y principios de los sesenta cuando la LCC (London County Council-Consejo del condado de Londres) y programas GLC (Great London Council, Consejo del Gran Londres) dirigidos por el arquitecto Sir Leslie Martin daban a Londres escuelas bien organizadas llenas de luz.
Nominado con anterioridad por las obras Westminster Academy y el Kentish Town Health Centre, el estudio se incorpora a la plantilla de premiados con el Stirling, entre los que se encuentran Richard Rogers, Norman Foster, David Chipperfield, O’Donnell & Tuomey, Herzog & de Meuron, Zaha Hadid, entre otros,
El estudio posee oficinas en Londres, Bristol, Oklahoma City y Ámsterdam. Creada en 1989, la práctica emplea a más de doscientas personas que trabajan en proyectos de educación, salud, vivienda, artes y oficinas.
El rediseño del campus educativo para 2000 alumnas y 200 empleados se impuso, entre otras obras, a las viviendas de lujo Neo Bankside en la orillas sur del Támesis, a la extensión del edificio clásico The Whitworth en la Universidad de Manchester y al minimalista Maggie’s Centre para pacientes de cáncer, en Escocia.
Burntwood tiene el aire colegiado de un campus de la Ivy League (o Liga de la Hiedra, una conferencia deportiva de la NCAA de ocho universidades privadas del noreste de los Estados Unidos que tienen en común unas connotaciones académicas de excelencia, así como de elitismo por su antigüedad y admisión selectiva), quizás por todo el hormigón pálido, fino, detallado, quizás por la elegante pasarela cubierta que une los edificios principales, reuniendo estilos dispares y los años de la arquitectura.
Del complejo original solo se han conservado el edificio con piscina y gimnasio y el Assembly Hall, obra del arquitecto Martin en la década del cincuenta.
Los edificios demolidos fueron sustituidos por seis nuevos pabellones -de los cuales cuatro de ellos de cuatro plantas están dedicados a la enseñanza, uno al deporte y a las artes escénicas, y otro a cafetería- que se colocan entre una serie de edificios protegidos para formar un campus completo y coherente, con césped, plazas y un corredor peatonal central.
El elemento característico del proyecto son los paneles prefabricados de hormigón que recubren las fachadas de los pabellones -módulos producidos usando ocho moldes diferentes y vidrios de distintas dimensiones, desarrollo de una fachada prefabricada visto en la Dagenham Park Church of England School, otro de los trabajos del estudio AHMM-, elementos que crean movimiento y aligeran las fachadas de los edificios. Corresponden a espacios interiores a doble o triple altura, que resultan muy luminosos.
Ofrece una variedad de espacios de enseñanza desde aulas convencionales a espacios abiertos interactivos.
La expresión arquitectónica en todas partes es audaz, con mucho carácter y añade el sentido de ser más una universidad que una escuela. Esta es la arquitectura de la educación como debe ser.
Los jueces del Real Instituto de Arquitectos Británicos consideraron que la obra de la escuela de Burntwood “es la clara ganadora del Premio RIBA Stirling 2015. Comprende un gran diseño contemporáneo y la reutilización inteligente de edificios existentes, así como una soberbia integración de obras de arte, paisajismo e ingeniería. Es un auténtico proyecto de colaboración. Hubo una maravillosa relación de trabajo entre el director y el arquitecto: una verdadera asociación de iguales”. Valoró la maestría con la que el proyecto combinó las nuevas construcciones con las ya existentes y alabó la creación de espacios “llenos de luz y de aire, con doble altura”, para “incrementar la luz natural y enmarcar las vistas” al exterior.
La presidenta del RIBA, Jane Duncan, sostuvo que Burntwood es “el más logrado de los seis edificios finalistas, dado que demuestra el amplio rango de beneficios que los arquitectos pueden ofrecer a la sociedad. La escuela Burntwood nos muestra cómo un magnifico diseño de una escuela puede ser la esencia para elevar el disfrute y el logro educativo de nuestros hijos. Allford Hall Monaghan Morris, experimentados arquitectos de escuelas, han creado un campus impresionante. Han producido edificios encantadores, ingeniosos, eficientes con recursos y energía que beneficiarán a toda la comunidad en el largo plazo. Mientras el Reino Unido enfrenta una enorme escasez de espacio para escuelas, es vital que aprendamos las lecciones que nos deja Burntwood. Estoy encantada de otorgar a los arquitectos Allford Hall Monaghan Morris el Premio RIBA Stirling 2015”.
El director del estudio de arquitectos galardonado, Paul Monagham, por su parte expresó que “las escuelas pueden y deben ser algo más que simplemente edificios prácticos y funcionales, deben elevar las aspiraciones de los niños, los profesores y la comunidad en general. Un buen diseño de escuela hace la diferencia en la manera en que los estudiantes se valoran a sí mismos y a su educación, y esperamos que el hecho que Burntwood haya ganado el RIBA Stirling Prize demuestra que en esto vale la pena invertir”.
De su lado, Helen Dorfman, directora del establecimiento, apuntó que la comunidad educativa de Burntwood está “encantada y orgullosa de que el proyecto sea reconocido y se merezca un premio como el Stirling”. Destacó que “las alumnas y los trabajadores han dicho en numerosas ocasiones que los nuevos edificios han mejorado enormemente la calidad de su día a día y el compromiso de las estudiantes con el aprendizaje”.
Simon Allford. Dirige el estudio AHMM con sede en Londres y oficinas en Bristol, Oklahoma City y Ámsterdam que trabaja en una amplia gama de escalas y tipologías. Allford es presidente de la Fundación de Arquitectura, un fideicomiso de la Architecture Association Foundation, profesor visitante en la Bartlett y GSD de Harvard. Fue vicepresidente de Educación del RIBA y presidente de Design Review del grupo CABE.
Jonathan Hall. Es responsable de los procedimientos de salud y seguridad y de la dirección de una serie de proyectos arquitectónicos. Ha sido examinador externo en la Universidad de Nueva Inglaterra y examinador de la parte III en el University College de Londres. Ha dado conferencias en escuelas de arquitectura en el Reino Unido, como también contribuyó con publicaciones de arquitectura, y fue miembro del comité editorial del RIBA Journal Practice.
Paul Monaghan. Trabaja en una amplia gama de proyectos, incluyendo planes maestros, artes, edificios educativos, de salud, públicos y de oficinas.
Dio conferencias en todo el Reino Unido, y fue examinador externo en varias universidades, incluyendo Liverpool, Westminster y Southbank. Ha sido vicepresidente de CABE Schools Design Review Panel y actualmente está en el panel nacional Design Review. Fue también presidente del premio “Arquitecto joven del año” y hasta el 2010 presidió el panel de premios RIBA siendo a su vez asesor del RIBA client design.
Peter Morris. Como director general, su enfoque principal está en el diseño y gestión de la práctica, mientras que como arquitecto mantiene una estrecha relación con su trabajo a través de la revisión crítica de todos los proyectos en las etapas clave. Esta doble función reconoce la creencia de AHMM en la interdependencia de la excelencia profesional y la buena práctica empresarial. Sus compromisos fuera de la práctica incluyen actuar como miembro de la Royal Borough de Kensington y del Chelsea’s Architecture Appraisal Panel.
El galardón, denominado así en honor al arquitecto James Stirling, es organizado y otorgado anualmente por el RIBA (Royal Institute of British Architects), reconoce la obra construida por estudios británicos dentro de la Unión Europea.
Es concedido a los “arquitectos del edificio que haya supuesto la mayor contribución a la arquitectura británica el año anterior”. Los arquitectos premiados deben ser miembros del RIBA, pero el edificio laureado puede estar en cualquier lugar de la Unión Europea.
Instaurado en 1996, es considerado el premio más prestigioso de arquitectura en el Reino Unido. Se publicita como el equivalente arquitectónico del Booker Prize (literario) y el Turner Prize (para artistas menores de 50 años) y es patrocinado por Architects Journal.
Seis edificios preseleccionados son escogidos a partir de una larga lista de construcciones que han ido acreedoras a las distintas distinciones que otorga el RIBA a edificios que muestran “altos estándares arquitectónicos y una contribución sustancial al entorno local”.
Entre los criterios que se tienen en cuenta son la visión de construir el diseño, la innovación y la originalidad, la capacidad de estimular, comprometer y deleitar a los ocupantes y visitantes, la accesibilidad y la sostenibilidad.
El Stirling fue concedido el año pasado al estudio Haworth Tompkins por el Everyman Theatre de Liverpool.
Otro año, otro ganador del premio RIBA Stirling que aparentemente nadie esperaba. A pesar de ser el favorito unánime del jurado del Premio Stirling de RIBA, la Escuela Burntwood de Allford Hall Monaghan Morris (AHMM) ‘s se impuso sobre la elección de la gente de la BBC, la Galería Whitworth (de los arquitectos Muma) y sobre el favorito de los lectores de Archdaily, Universidad de Greenwich de los arquitectos Heneghan Peng (aunque AHMM quedó en segundo lugar con 21 por ciento de los votos), así como Reiach and Hall’s Maggie’s Lanarkshire, Niall McLaughlin Darbishire Place y RSH + NEO Bankside.
Pero a pesar de la aparente sorpresa, fue la Escuela Burntwood de AHMM una ganadora adecuada del premio más importante de la arquitectura británica.
Haciéndose eco de las declaraciones que hizo a la BBC en su transmisión en vivo del Premio Stirling, Oliver Wainwright de The Guardian aclama a la escuela Burntwood como un digno ganador:
“Con aulas inundadas de luz ubicadas en un campus parecido a un parque, se remonta a los días en que las escuelas estaban llenas de aire fresco y optimismo, sus edificios decorados con atención, calidad y el poder de elevar”.
Para Wainwright, este retorno a los principios de la vieja escuela es claramente un aspecto positivo, ya que sostiene que “todo el lugar tiene la sensación de un campus universitario, y la sensación adulta se ha contagiado claramente a los alumnos”.
Sin embargo, parece que el comunicado del edificio es tan importante como su diseño. En un premio que ya estaba altamente politizado por las protestas contra Roger Stirk Harbour + Partners y su proyecto NEO Bankside, Wainwright se hizo eco de las observaciones formuladas por la presidenta del RIBA, Jane Duncan, y el socio de AHMM, Paul Monaghan ,para enfatizar sobre las políticas del actual gobierno del Reino Unido: “En un año en que la selección de un ganador fue una elección más difícil de lo habitual, la decisión envía un poderoso mensaje acerca de la importancia de invertir en el diseño de las escuelas, una cuestión que el Gobierno conservador ha dejado de lado”.
Si Wainwright es elogioso sobre el diseño de AHMM, el director de The Architects Journal Olcayto es positivamente efusivo: “La reutilización de edificios existentes, la ingeniosas obras de arte y estrategia de señalización, la calidad escultórica de las fachadas, el enfoque inteligente de la prefabricación, el diseño de baja energía, la integración con el paisaje, la estrecha colaboración con el director (de la escuela), no es cliché decir que Burntwood es una auténtica proeza”.
Como Wainwright, también ve la conexión entre el diseño de AHMM y ciertas tradiciones de mediados de siglo, señalando “el confortable homenaje que Burntwood hace a Breuer (en las fachadas) y Mies (en la planificación)”. Una vez más, sin embargo, su conclusión es política: “Se han referido a Burntwood -con bastante nostalgia- como el último proyecto de BSF, y en alguna forma su victoria es agridulce. Es poco probable que veamos diseños de escuelas estatales de esta calidad a menos que percibamos un cambio en el enfoque sobre el Programa Prioritario de Edificios Escolares (PSP). Burntwood costó un tercio más que el presupuesto de PSP de 1.400 dólares el m². Pero ¿quién podría argumentar que no valió la pena cada centavo?”.
Siguiendo la línea de otros críticos, Edwin Heathcote del Financial Times también toma nota de las implicaciones políticas de la victoria de la escuela. Comparando la selección de la escuela Burntwood con el ganador del Premio Stirling 2011, la Academia Evelyn Grace de Zaha Hadid Architects, señala: “Ambas victorias podrían interpretarse como reproches a los conservadores por abandonar el programa ‘Construcción de Escuelas para el Futuro’, de los Laboristas. Ese programa tuvo como objetivo reconstruir sustancialmente las escuelas de todo el país, pero fue abandonado por Michael Gove en el 2010, el entonces secretario de Educación, quien sugirió que los edificios no hacen la diferencia en el aprendizaje”. Pero para Heathcote, la tragedia de este premio no está solamente en las publicaciones relacionadas con el ganador. Tomando nota de que toda la lista de seleccionados (a excepción de NEO Bankside) demostró un renovado interés en el valor de una arquitectura pública, con cada participante destacando un tema en particular para la sociedad y la esfera pública, Heathcote dice:“Esta fue una buena lista de seleccionados y, sin duda, un ganador indiscutible, pero los mejores edificios aquí todavía representan sólo puntitos de esperanza en áreas que se presentan como verdaderos desafíos a la construcción británica contemporánea, desde las viviendas a la esfera pública”.
Como si fuera en respuesta a la caracterización hecha por Heathcote que definió la selección como “indiscutible”, Ike Ijeh de Building Design escribe una mordaz apreciación del resultado al que califica de “decepcionante”.
Como otros, él ve una clara conexión con la arquitectura del siglo pasado, pero ofrece una interpretación alternativa de esta conexión histórica: “Las fachadas de hormigón de Burntwood pueden ocultar toda clase de magia técnica pero en su repetición incesante, articulación pesada y forma defensiva, tienen todo el encanto y la intimidad de un puesto militar fortificado y peor aún, parece que pudiera haber sido construido cincuenta años atrás”.
Sin embargo, la queja central de Ijeh no es sólo un simple juicio estético. Escribe largo y tendido sobre lo que ve como falta de atención contextual del edificio: “Lo que es aún más preocupante son las similitudes inquietantes entre las características de elevación de Burntwood y las de varias otras escuelas dentro del arsenal de AHMM/Laing O’Rourke/Lend
Salvo por la rara policromía o los adornos de las ventanas, la Escuela Burntwood está claramente construida a partir de un kit similar de partes como Dagenham Park en el este de Londres o Holy Trinity en Barnsley. ¿Qué mensaje el premio RIBA Stirling está enviando sobre la importancia primordial del contexto y el carácter en la animación y la personalización de nuestros paisajes urbanos si han otorgado el premio a la mejor edificación de Gran Bretaña a una solución arquitectónica que es claramente parte de un andrógino despliegue de un identikit diseñado para ser transportado al campus de una escuela cerca de usted, en cualquier momento y en cualquier lugar?”.
Reconociendo las implicaciones políticas señaladas por otros arquitectos, Ijeh es de nuevo menos generoso, afirmando que “la politización de la arquitectura, incluso cuando está tan finamente encubierta como ésta, es un territorio controversial”. Pero sí ofrece una conclusión sobre la política del Premio Stirling con la que aparentemente todos los críticos están de acuerdo: “Sin embargo, el proselitismo político tiene sus beneficios. Al menos impidió que Neo Bankside gane”.