Edición N° 422 - Junio 2018
El León de Oro a la Trayectoria este año se dio a un “maestro”, Kenneth Frampton
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Edificio de viviendas de alquiler. Kenneth Frampton para Douglas Stephen & Partners, Bayswater, Londres, 1962.
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Casa modernista de la calle Santa Cruz en San Pablo, de Gregori Warchavchik. La propia residencia del arquitecto de origen ruso, instalado en el Brasil desde 1923.
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Parlamento de Daca, obra de Louis Kahn y Muzharul Islam.
Por su trayectoria y porque también pretende ser un reconocimiento de la importancia del enfoque crítico a la enseñanza de la arquitectura. El jurado ha destacado su promoción de los valores de la arquitectura
El arquitecto, historiador, crítico, y educador Kenneth Frampton fue galardonado con el León de Oro por su trayectoria profesional; lo recibió el pasado 26 de mayo en la apertura de la decimosexta Bienal de Arquitectura de Venecia que mantendrá abierta sus puertas hasta noviembre.
La decisión fue tomada por el Consejo de Administración del evento, presidido por Paolo Baratta, a propuesta de las arquitectas finlandesas Yvonne Farrell y Shelley McNamara, comisarias de la muestra, quienes sugirieron a Frampton por haberse erigido a través de su trabajo como “la voz de la verdad en la promoción de los valores clave de la arquitectura y su papel en la sociedad. A través de su trabajo, Kenneth Frampton ocupa una posición de conocimiento e inteligencia extraordinarios, combinados con un sentido único de integridad. Su filosofía humanista en relación con la arquitectura está incrustada en su escritura y ha abogado constantemente por este componente humanista a lo largo de todos los diversos ‘movimientos’ y tendencias, a menudo equivocadas, en la arquitectura en los siglos XX y XXI. Su experiencia como arquitecto le ha dado una profunda comprensión del proceso de diseño y construcción de edificios. Esto le hace, a la vez, más comprensivo y más crítico en las diversas formas de la práctica de la arquitectura. Sus valores constantes en relación con el impacto de la arquitectura en la sociedad, junto con su generosidad intelectual, le posicionan con una presencia única en el mundo de la arquitectura”.
Por su parte, Paulo Baratta expresó: “No hay ningún estudiante de las facultades de arquitectura que no esté familiarizado con su Modern Architecture: A Critical History. El León de Oro se da este año a un “maestro” y, en este sentido, también pretende ser un reconocimiento de la importancia del enfoque crítico a la enseñanza de la arquitectura”.
Frampton nació en 1030 en Woking, Inglaterra, se formó en la Architectural Association en Londres, y enseña en Columbia Gsapp (Columbia Graduate School of Architecture, Planning and Preservation) de Nueva York desde 1972, aunque es sobre todo conocido por su libro de 1980 Modern Architecture: A Critical History, que ya cuenta con varias y ediciones, sobre el que los organizadores de la Bienal subrayan que “ha influenciado e inspirado a varias generaciones de estudiantes y arquitectos”.
Su contribución a la literatura arquitectónica va más allá de la Historia Crítica de la Arquitectura Moderna. En Hacia un regionalismo crítico, Frampton defiende la idea de que los arquitectos deben revalorizar el contexto, el lugar y la cultura. En Estudios sobre la cultura tectónica hace énfasis en la conexión entre los lenguajes de la construcción y la arquitectura. En Una genealogía de la arquitectura moderna: análisis crítico comparativo de la forma construida, captura el funcionamiento interno de los proyectos arquitectónicos para hacerlos accesibles a un público más amplio.
Es igualmente reconocido por los libros The Anti-Aesthetic: Essays on Postmodern Culture y Studies in Tectonic Culture: The Poetics of Construction in Nineteenth and Twentieth Century Architecture de 1995, entre otras publicaciones.
Frampton, de 87 años, trabaja en una nueva edición de Modern Architecture y continúa enseñando en la neoyorquina Escuela de Graduados de Arquitectura, Planificación y Preservación de la Universidad de Columbia como profesor emérito de la cátedra Ware.
También ha impartido clases en centros tan importantes como el Royal College of Art de Londres y la ETH de Zúrich, y en la University of Virginia, donde ha ocupado la cátedra Thomas Jefferson. Y ha sido conferencista en varias instituciones reconocidas tales como ETH Zurich, Royal College of Art. en Londres, y el Instituto Berlage en Ámsterdam.
En el 2012 ha sido distinguido con el premio de Premio de Teoría de Arquitectura Schelling otorgado por la Schelling Architecture Foundation, y el Premio Internacional de Arquitectura Javier Carvajal, cuyo patronato lo forman la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (ETSAM), el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (Cscae), y la Fundación Arquitectura y Sociedad.
En el 2013, el académico y crítico, cuyo término “regionalismo crítico” fue fundamental para la divulgación internacional de la arquitectura portuguesa, ganó el premio el Premio Millennium BCP a la trayectoria profesional de la tercera edición de la Trienal de Lisboa Arquitectura. Frampton jugó un rol fundamental en el pensamiento arquitectónico de los años 80 y 90, sugirió vías alternativas para que la arquitectura no se convierta en un simple servicio técnico o burocrático, o una simple feria de vanidades. Rescatado la idea de la cultura arquitectónica, contribuyó decisivamente a anclar esta cultura arquitectónica a la práctica constructiva y la historia, instando a los arquitectos a pensar en su relación con el lugar.
Ha integrado el Institute for Architecture and Urban Studies de Nueva York, cuyos miembros incluyen a Peter Eisenman, Manfredo Tafuri, y Rem Koolhaas. Es cofundador de la revista Oppositions.
Kenneth Frampton solo ha construido un edificio de viviendas de alquiler en Londres y otro de vivienda social en Estados Unidos según el diario español El País. “Supongo que me di cuenta de que podía contribuir más al mundo escribiendo y enseñando arquitectura que tratando de construirla”, explicó en entrevista a El País Semanal (España). En ella señaló también que considera “que de los últimos años lo peor ha sido tratar la arquitectura como arte, como esculturas gigantescas; eso reduce la arquitectura a la fachada de los edificios”. Pero veía positiva la atención prestada en los medios. “Hemos conocido obras levantadas con medios escasos como la de Francis Kéré en África”.
Reconoce que la lectura de los historiadores ha sido “imperialista y eurocéntrica”, y que la otra mitad del mundo -África, el sureste asiático y la Sudamérica que queda más allá de Barragán o Niemeyer- podría ser un modelo en esta época de crisis”. Y señala que “Nos dejamos a una gran parte del mundo: China, India, África… La próxima reedición de mi Historia crítica de la arquitectura moderna deberá ser menos eurocéntrica”.
Fuentes
www.spanish-architects.com
www.elmundo.es
www.plataformaarquitectura.cl
https://es.wikipedia.org
Los rascacielos “no son arquitectura, solo dinero”
En ocasión de su investidura como doctor honoris causa por la Universidad Politécnica de Madrid, en enero del año pasado, el arquitecto, crítico e historiador Kenneth Frampton conversó con la periodista Anatxu Zabalbeascoa, de El País Semanal (España. Este diálogo giró en torno a las múltiples ediciones de su obra maestra Historia crítica de la arquitectura moderna para adaptarse a un mundo más complejo y de múltiples relatos.
Con 50 años, el arquitecto británico Kenneth Frampton firmó un libro fundamental que ordenaba su disciplina. Lo curioso de su Historia crítica de la arquitectura moderna (Gustavo Gili, 1980), que continúa publicándose traducida a once idiomas, es que han sido las sucesivas revisiones las que han dado solidez al análisis. En la primera, este catedrático de la Universidad de Columbia, donde todavía da clase de urbanismo, acuñó un término que convulsionó la propia modernidad de su título: regionalismo crítico (cómo las culturas modifican una idea que permite la reelaboración al contacto con las tradiciones). Se trataba de dar voz a los avances desde otras tradiciones: la modernidad intrínseca en la arquitectura mediterránea o la modernidad orgánica -más cercana al paisaje que a la abstracción- de la escandinava. “Un libro de referencia que busca resumir que el conocimiento no se acaba nunca”, declara Frampton en el paraninfo de la Universidad Politécnica de Madrid en ocasión de ser investido doctor honoris causa, el tercer arquitecto en recibir este reconocimiento tras Félix Candela y Norman Foster.
Frampton, que lleva más de medio siglo asentado en Nueva York, señala que a veces es la vida la que cambia y obliga a corregir el contenido de un libro. Como cuando la arquitectura indagó en el deconstructivismo o como cuando ha reflejado la lógica de la sostenibilidad para no dañar el planeta. Sin embargo, admite que en otras ocasiones las enmiendas vienen motivadas por la autocrítica. “En la última revisión no quiero presentar un mundo eurocéntrico: la arquitectura de China, India o África forma parte del planeta”.
¿Cómo decide un arquitecto abandonar su profesión para escribir su historia? “Cuando te das cuenta de que en esa historia hay muchos profesionales mejores que tú”, contesta sin rodeos.
Fue Robin Middleton, editor de Thames & Hudson, quien le hizo el encargo de su vida. Recuerda que comenzó a publicarla por entregas, como las novelas del siglo XIX, porque cada capítulo aparecía en la revista World of Art.
Middleton le dio dos consejos fundamentales: “No necesitas una frase sobre algo que ya has dicho. Y no necesitas un adjetivo que no añada nada”. Hoy Frampton piensa que simplificar no es siempre positivo: “Mi historia necesita un lector atento. Los libros sin retórica requieren más atención”.
Con 87 años, articula la mayor autocrítica a su libro: “Nos dejamos a una gran parte del mundo. Que no conozcas algo no quiere decir que no exista”. ¿Cómo se completa entonces una visión planetaria? ¿Cuánta distancia se necesita para escribir la historia de una disciplina? “Es necesario el convencimiento de que has visto cosas que merecen ser contadas. Y la humildad para dejar claro que lo que cuentas no es nunca la historia. Es tu historia”.
El catedrático cuenta que ha procurado conocer todos los edificios de los que habla (“los que no, los he estudiado”) y admite que lo más fascinante son las casualidades. “Cuando visité al arquitecto de Bangladés Kashef Chowdhury, conocí el talento de su exmujer, Marina Tabassum. La historia de la arquitectura moderna está llena de uniones de gente con gran talento que acaban en divorcio. La atención se ha concentrado en uno solo de los lados, pero ha llegado el momento de revindicar a muchas de esas mujeres”, sostiene. Insiste en que urge prestar atención a quienes hicieron las cosas posibles, como Muzharul Islam, un arquitecto bangladesí que introdujo la modernidad en esa región de Asia. Llevó a Louis Kahn a construir el Parlamento en Daca y luego fundó allí la Escuela de Arquitectura. O Gregori Warchavchik, el emigrante ruso que llevó la modernidad a Brasil y levantó en São Paulo la primera casa moderna (La Casa Modernista da Rua Santa Cruz, proyectada y construida entre 1927 y 1928). Le Corbusier llegó diez años más tarde.
Como su propio libro, Frampton considera que la modernidad es un proyecto inacabado. “Y más un sinónimo de progreso que del despotismo del que se la ha acusado”. ¿Asistimos a la dubaización del mundo? “En Nueva York se construye un rascacielos tras otro. Y son construcciones anodinas. Irrelevantes culturalmente. Solo representan al mercado. No hay significado ni simbolismo. Se llama especulación y es la reina de nuestros días. No sé cuándo parará. Pero me niego a aceptar que eso sea una herencia del Movimiento Moderno. No es arquitectura. Es solo dinero”.
Fuente
https://elpais.com