Edición N° 432 - Abril 2019

La Bauhaus sopla cien velas en Weimar

 
  • Hannes Meyer y Ludwig Mies van der Rohe, directores de la Bauhaus, en distintas épocas.

  • El profesor Walter Gropius, fundador de la Bauhaus.

  • Edificio principal de la Universidad Bauhaus en Weimar, construido entre 1904 y 1911 y diseñado por Henry van de Velde.

  • Casa piloto para los maestros de la Bauhaus.

  • “Fagus”, fábrica de hormas, un ejemplo importante de arquitectura moderna temprana.

  • Escuela de la Federación Alemana de Sindicatos en Bernau, diseño del segundo director de la Escuela Bauhaus, Hannes Meyer.

  • Casa donde vivieron Paul Klee y Wasily Kandinsky, dos de los profesores más célebres de la Bauhaus .

  • Urbanización moderna en Berlín, al estilo Bauhaus.

  • Villa Tugendhat en Brno, República Checa.

  • Edificio de la Bauhaus en Dessau, ícono de la Modernidad.

  • Mercado Central de Concepción, un testimonio vivo de la era Bauhaus, en Chile.

  • Monumento Goethe-Schiller (Ernst Rietschel, 1957), frente al Teatro Nacional Alemán, en Weimar.

  • Vestuario del Ballet tríadico, diseño de Oskar Schlemmer.

  • Vestuario de un Ballet triádico.

  • Cenicero de bronce y lechera de plata y alpaca y otros utensilios diseñados por Mariane Brand, así como la jarra alta con tapa del Taller de cerámica Otto Lindig (1922), muestras de los campos de trabajo.

  • Silla moderna B5 que hoy se sigue vendiendo con el nombre B40, y Silla Wassily, ambas diseño de Marcel Breuer. Modelos de la silla Bibendum. Mesa plegable. Taller de mueble Gustav Hassenpflug.

  • Muñeco articulado (1923). Ajedrez (Josef Hartwig). Máquina de escribir Olivetti Studio 42 (1936). Futura, tipografía (Paul Renner). Lámpara (Wilhelm Wagenfeld). Lámpara (Mariane Brandt).

 

La Bauhaus no es un estilo, dijo hace un siglo el fundador del movimiento, Walter Gropius. Más bien se trata de una corriente de pensamiento que influyó en la arquitectura, el diseño gráfico e industrial, la pintura e incluso la fotografía. 

El mundo se viene preparando desde hace tiempo para celebrar con distintas actividades y recuentos de lo que ha sido, es y será, muy posiblemente, siempre esta corriente de pensamiento, recorriendo su historia y la huella que persiste, no solamente en Alemania.

Este año la corriente Bauhaus cumple cien años. No es nada si se compara con otros movimientos artísticos, arquitectónicos y de diseño que tardaron siglos en instalarse y otros tantos en desaparecer. Lo curioso de esta corriente de pensamiento quizás sea la ruptura absoluta que tuvo con las tendencias anteriores y la necesidad de su creación en una sociedad que, devastada por la guerra del 14, lo estaba pidiendo a gritos.

Fundada en Weimar por el arquitecto Walter Gropius -secundado por Hannes Meyer en Dessau y por su último director, Ludwig Mies van der Rohe, en Berlín-, la escuela que unió arquitectura, artesanía y artes plásticas creció a la par de la recién nacida República de Weimar, consecuencia de la derrota del II Imperio alemán. A pesar de tener una vida efímera, ya que sucumbió al nazismo el 12 de abril de 1933, la influencia Bauhaus fue decisiva en el devenir de los tiempos.

 

La necesidad de la Bauhaus*

El cambio social que trajo la revolución industrial tanto en Inglaterra como en Alemania y los estragos de la posguerra favorecieron la nueva ola que, según palabras del propio Gropius, englobaría un todo -arquitectura, escultura y pintura-, atendiendo a las necesidades prácticas de la población, sin descuidar el diseño y la belleza, pero evitando la división entre artesano y artista: “La recuperación de los métodos artesanales en la actividad constructiva, elevar la potencia artesana al mismo nivel que las Bellas Artes e intentar comercializar los productos que, integrados en la producción industrial, se convertirían en objetos de consumo asequibles para el gran público”.

El arte debía entrar en los hogares, tenía obligación de ser útil, empezando por materiales módicos para el bolsillo como el vidrio, el cristal, la madera o el metal. Nada de piezas barrocas, nada de adornos extra. Las formas y los colores básicos como principio del Bauhaus, el triángulo, un círculo fluido y central o el sereno cuadrado. Un canto a la vida cotidiana. ¡Diseño factible para todos! Lo ratifica la famosa frase de Mies van der Rohe: “Menos es más”. Probablemente la célebre e imprescindible empresa sueca de muebles Ikea ha aplicado en su concepto la practicidad y la estética que pregonaba la escuela Bauhaus.

* Nombre derivado de la unión de las palabras alemanas BAU (construcción) y HAUS (casa).

 

Antecedentes

Se remontan al siglo XIX, período en donde comienzan las devastadoras consecuencias que la creciente industrialización, primero en Inglaterra y posteriormente en Alemania, tuvo en las condiciones de vida y en la producción de los artesanos y la clase obrera. Un cambio en las estructuras sociales, gracias al progreso tecnológico, proletarizando grandes sectores de la población.

Inglaterra se convirtió en el siglo XIX, en la potencia industrial más prominente de Europa, estando en la cabeza de los adelantos técnicos y culturales entrando en los noventa (década).

En 1896, luego de estudiar los motivos del éxito inglés,  en Alemania se ampliaron los talleres en las escuelas de artes y oficios y artistas modernos fueron llamados como profesores.

Peter Behrens reformó la Academia de Düsseldorf, Hans Poelzig la de Breslau y Bruno Paul la Escuela superior de Berlín, Otto Pankok amplió con talleres la Escuela de artes y oficios de Stuttgart y Henry van der Velde tuvo a su cargo la de Weimar.

Las mujeres empezaron a tener mayor participación en dichas escuelas, se fundaron por toda Alemania pequeños talleres privados y de artes manuales.

Mientras que en Inglaterra rechazaban la producción con maquinas, en Alemania fue apoyada sin restricciones, ocasionando que en los noventa (del siglo XIX) Alemania la superara como nación industrializada hasta el estallido de la I Guerra Mundial en 1914.

Buscando en el mercado un lenguaje estilístico adecuado al prestigio de Alemania, se fundó Werkbund (liga de talleres), la  fusión más importante entre arte y economía. Walter Gropius fue nombrado miembro en 1912, tras haber ganado renombre con la edificación (en colaboración con Adolf Meyer) de una nueva fábrica de hormas de zapatos Fagus, en Alfeld, cerca de Hannover; primer edificio con una curtain-wall (pared-cortina)

La primera Guerra Mundial, ocasiono una reacción en manos de los artistas que ponían en tela de juicio el sentido de la guerra, publicando manifiestos, panfletos, proponían un giro de pensamiento, cuyo centro seria el Arbeitsrat für kunst (Concejo de trabajo para el arte), fundado por el arquitecto Bruno Taut en 1918, siendo el primero en promocionar en su propaganda casas populares y la cooperación de todas las artes en la construcción.

 

Los orígenes

En la primera década del siglo XX existían en Weimar dos escuelas dedicadas  a la enseñanza del arte: la Escuela Superior de Artes Plásticas, dirigida por Fritz Mackensen, y la Escuela de Artes y Oficios, a cuya cabeza figuraba el belga Henry van de Velde. Este manifestó su intención de abandonar Weimar a raíz del comienzo de la I Guerra Mundial y los múltiples ataques que sufría por ser extranjero, así que las autoridades de la ciudad, sorprendidas, le pidieron consejo para elegir a su sucesor. Entre los nombres estaba Walter Gropius, además de otros. A pesar de ser el más joven, Gropius fue elegido, pero  su país lo llama a filas y la escuela se cierra de forma temporal.

Ya en 1915, en la Escuela de Artes y Oficios se había pensado en él, para lo que se le solicitó un informe sobre su concepción de la enseñanza de la arquitectura y la posibilidad de crear en ella una sección de artes aplicadas.

En su informe, Gropius reconocía la imposibilidad de escapar a una producción mecanizada, aunque sin renunciarse a la calidad estética del objeto fabricado en serie. Sus principios no gustaron ni a los artesanos ni al Gran Duque, que pretendía desarrollar el artesanado. Así que sin ser nada propicio en Weimar, al acabar la guerra y ser desbloqueado, Gropius retomó su trabajo como arquitecto en Berlín.

Tanto Gropius como sus compañeros del Consejo de Trabajo para el Arte del que fue presidente desde 1919, veían en la Unión de las Arte la condición necesaria para construir un mundo nuevo y para el nacimiento de una nueva arquitectura. Tenía el convencimiento de que la arquitectura debía ejercer su influencia sobre la industria y tener sobre ella cierta autoridad. Entonces, atraído por la idea de dirigir la Escuela de Artes y Oficios de Weimar, retomó sus contactos en la ciudad. Tras el cierre de la misma y la necesidad de renovar la dirección de la Escuela Superior de Artes Plásticas, se propuso la candidatura de Gropius.

Así llegó el maestro a convertirse en director del único centro de arte que quedaba en la ciudad de Weimar.

En el contrato ya aparecía el nombre de la nueva institución: Bauhaus del Estado de Weimar. Escuela Superior de Artes Plásticas y de Artes y Oficios Reunidos. Sería claramente la unión de las anteriores, donde se sincronizaban las artes “libres” y las artes “aplicadas”.

El arquitecto puso en marcha la Bauhaus en los dos primeros meses del año 1919. Y en abril se dio a conocer el programa, el cual constaba de cuatro páginas. En la portada figuraba un grabado en madera, xilografía, de Lyonel Feininger, titulado La catedral, símbolo de la obra colectiva surgida del ideal común, realizado en “comunidad” de trabajo.

En la segunda página había un manifiesto firmado por Walter Gropious, en el que precisa que la naturaleza de la comunidad de trabajo deseada reposa sobre la Alianza entre artista y artesanos, sobre la eliminación de diferencias entre ambos.

Las dos últimas páginas explicaban las intenciones pedagógicas de la  Bauhaus. “La base indispensable para todo logro artístico es la formación artesanal básica de los estudiantes en estudios y talleres”. Estos talleres, como en las antiguas corporaciones medievales de artesanos, estaban regidos por “maestros” y los alumnos debían pasar por sucesivos grados de aprendizaje.

Hay que destacar, que del programa fundacional se desprende una visión partidaria del entusiasmo por la Edad Media y la desconfianza de la máquina y alejamiento de las ideas progresistas, que preconizaba Gropius antes de la guerra.

 

Del Clasicismo a la Bauhaus

Por la Escuela superior de diseño de Weimar pasaron figuras de la talla de Vasili Kandinsky, Paul Klee, Marcel Lajos Breuer, Georg Muche, Johannes Itten, Piet Mondrian y Oskar Schlemmer con sus fantásticos disfraces y ballets triádicos. Personajes que, si fueron tachados en un principio de extravagantes, dejaron una huella pionera e imborrable.

La Escuela abrió las puertas a las mujeres, que crearon piezas imprescindibles, a pesar de que Gropius aún mantenía que las féminas solo podían pensar y diseñar en dos dimensiones, y no en tres como los hombres…

Marianne Brandt, la primera en entrar en el Taller de metales de la Escuela, creó el famoso juego de café y té MT50-55a y colaboró con otros diseñadores en la fabricación de la lámpara Kandem.

Anni Albers se especializó en tejidos que combinaban la reflexión de la luz, absorción del sonido y durabilidad, practicidad, en otras palabras.

A Lilly Reich la contrató Mies van der Rohe como profesora de la Bauhaus y diseñó piezas primordiales como el sillón y sofá Kubus, colaborando así mismo en la fabricación de la legendaria silla Barcelona.

Con la integración en la Bauhaus de László Moholy-Nagy entraron nuevas ideas del Constructivismo ruso de Lissitzky y Tatlin, que defendían el trabajo como premisa por encima de las musas de la inspiración.

 

Weimar bauhasiano

En el cementerio histórico de la ciudad se encuentra un monumento de líneas sobrias que disparan al cielo como un rayo. Es obra de Walter Gropius y fue encargado por los sindicalistas para conmemorar a los caídos en las revueltas de 1920. Fue destruido por los nazis y se ha vuelto a levantar.

No pasó lo mismo con el edificio neogótico de la torre templaria en el parque Ilm, donde se refugiaba a pintar Johannes Itten, del que sólo quedan sus ruinas. La casa Haus am Horn -construida para la exposición de Bauhaus en Weimar, diseñada por Georg Muche, un pintor y profesor en la Bauhaus,  en 1923- se considera un modelo de construcción Bauhaus, el lugar donde fecundó el germen de la arquitectura moderna.

Otra construcción clave de la Bauhaus en Weimar es la Escuela de Artes y Oficios, hoy parte de la Universidad Bauhaus, diseñada por el belga Henry van der Velde. Si la universidad comenzó con 150 alumnos, hoy se imparten clases a 4.000 de 71 países. Por sus instalaciones se puede entrar libremente a cualquier hora del día, e incluso charlar con los alumnos que no dudarán en acompañar a los huéspedes para enseñarles la oficina de Walter Gropius, en donde hay que descalzarse.

También les explicarán con orgullo el origen y el sentido de los uno y mil detalles que sorprenden en la magnífica escalera de forma elíptica, pasillos o habitaciones, como las figuras geométricas en rojo azul y blanco hechas por estudiantes siguiendo los cánones de Paul Klee y expuestas en la primera exposición de 1923, las sillas y sofás confortables y sencillos o las esculturas que adornan los rincones. Todo esto y más se podía ver en el Museo de la Theater Plazt, enclave del teatro donde se celebró la constitución de la República de Weimar en noviembre de 1919 y cuya placa conmemorativa, obra de Walter Gropius, adorna sus muros.

El Museo, frente al histórico monumento Goethe-Schiller, cederá su colección de arte y su protagonismo al nuevo Museo Bauhaus, construcción de la arquitecta Heike Hanada, profesora en la Universidad Bauhaus de Weimar y gran admiradora de Mies van der Rohe. El minimalista cubo de hormigón está dirigido por Ulrike Bestgen y destinado en sus principios a celebrar y ofrecer exposiciones durante el centenario, bajo el lema de “Volver a concebir el Mundo”.

Japón, China, Rusia, Brasil, Holanda y Reino Unido, entre otros países, han organizado exposiciones, al igual que en India, Estados Unidos, Marruecos y Nigeria se abrirán talleres y simposios. Hay que hacer hincapié en el despliegue con que Tel Aviv, santuario Bauhaus con sus más de 4.000 edificios bauhasianos, conmemorará sus cien años de fructífera vida. Ni que decir tiene que la palma de festejos y exposiciones se la lleva Alemania, tirando la casa por la ventana en muchas de sus ciudades, especialmente en Berlín, Dessau y Weimar, nidos del movimiento que en sólo catorce años cambió el diseño del mundo.

 

Características

Uno de los principios básicos de la escuela era formar un movimiento de artistas con plena conciencia social e intelectual, formar jóvenes artistas que no cayeran en lo típico. Perseguían la armonía entre arte e industria. Lograr una cultura del pueblo y para el pueblo era una meta común en los movimientos culturales de la época que pretendían innovar.

 

Unión de arte y funcionalidad

Esta fusión es elemental porque hace que el artista ya no sea una entidad aislada, sino que entra a la sociedad como un personaje útil, interviene directamente en ella. El arte entra a los hogares con una función. Se trataba de crear productos funcionales y económicos pero a la vez atrayentes para el mercado. Para esto se utilizaron materiales más baratos (como metal, vidrio, cristal, madera, entre otros).

En la Bauhaus se enseñaba a crear. El trabajo manual era la base del artista. Gropius incitaba a sus alumnos a probar con distintos materiales, a conocer sus propiedades, manejarlos y adoptar el que más le acomodara.

Consideraban que las formas y los colores básicos representaban un precio industrialmente más económico, por lo que las formas del círculo, el cuadrado y el triángulo fueron tomadas como puntos de partida. En las clases sobre forma se empezaba a trabajar con estas figuras elementales y a cada una de ellas se le atribuía un carácter determinado. Así, el círculo era ‘fluido y central’, el cuadrado resultaba ‘sereno’ y el triángulo, ‘diagonal’.

La Escuela en sí era un laboratorio, querían ejercer una experiencia vivificante en el mercado pero no absolutamente masiva. Buscan la calidad y no una novedad efímera. Para ellos la belleza radica en el material, sin ornamentos. Critican el uso de formas innecesarias.

 

Campos de trabajo

Se impartían talleres de dibujo, cerámica, textil, muebles, teatro, escultura y talla, montaje y de arquitectura.

 

La vida cotidiana y las fiestas

La Bauhaus fue también un gran experimento vital de una pequeña comunidad de jóvenes (1400 aproximadamente) que, tras la quiebra del viejo orden y la traumática experiencia de la recién acabada Primera Guerra Mundial, se lanzó llena de entusiasmo a la construcción de una utopía social, de nuevas formas de convivencia. Se llevaron a cabo legendarias fiestas en la Bauhaus, generalmente temáticas (fiesta blanca, fiesta del metal, fiesta de los cometas) y casi siempre de disfraces, en cuya organización y diseño se trabajaba durante semanas. Las fiestas tenían una doble intención: por un lado fomentar el contacto entre la Escuela y la población para aplacar las recelos que generaba la institución en ella y, por tratar de propiciar el trabajo de equipo y de cooperación, y servir de catarsis en las tensiones y conflictos que se originaban en la Bauhaus como resultado de la estrecha vinculación entre trabajo y vida privada. Además de estas fiestas “oficiales”, cualquier acontecimiento era igualmente susceptible de desembocar en una celebración: la finalización de un tapiz, la adquisición de la nacionalidad del matrimonio Kandinsky, el nacimiento de un niño. Estos eventos se improvisaban, presentándose en ellos diseños creados para cada ocasión.

 

Las principales contribuciones

Conectar la importancia de la teoría con la práctica. Introducir el diseño dentro de una sociedad industrial rompiendo con la vieja jerarquía del arte. Su programa educativo serviría de modelo para futuras escuelas y universidades.

El uso de la experimentación y la resolución de problemas en el campo de la educación artística. Esto hizo que el término “bellas artes” fuera repensado por “artes visuales” consiguiendo que dejaran de ser consideradas como un adjunto de las humanidades y se vieran más como una ciencia con sus procesos de investigación.

En una época en la que se temía que la producción en masa arrancara a los productos su alma y parecía que el arte perdía su propósito en la sociedad, la Bauhaus se esforzó por unir creatividad y producción para crear un diseño para el día a día.

 

Repasando diseños emblemáticos

Cuando la Escuela Bauhaus se traslada de Weimar a Dessau, encargan el nuevo edificio al arquitecto Gropius que lo proyectó entre 1925 y 1926. Es una arquitectura sencilla y moderna que inspira.

Sin duda la construcción es sinónimo de funcionalismo, aunándose el uso de materiales como el hierro y el cristal. En el mismo edificio habitaban maestros y alumnos, así que cualquier momento era bueno para intercambiar ideas.

Gropius construyó un gran edificio destinado a la Escuela, a sus dependencias y a las viviendas de los profesores.

En esta construcción sistematizó uno de los considerados invariantes del lenguaje moderno de la arquitectura: la descomposición de volúmenes. Cada parte del edificio, definida por su función, puede cobrar una cierta independencia volumétrica que se relaciona posteriormente con las demás. En este caso, los volúmenes correspondientes a habitaciones, estudios, bibliotecas, etc., se articulan siguiendo una directriz quebrada.

 

Sillas

La estructura de las bicicletas inspiró a Marcel Breuer y creó la silla Wassily, la primera que utilizaría tubos de acero para asientos de uso doméstico. Máximo confort con el mínimo de material: acero y cuero.

Otro de los diseños de la Bauhaus es la silla Bibendum de Eileen Gray.

Existe bastante polémica sobre quién fue el primer diseñador en proyectar una silla sin patas. Una de las versiones más aceptadas es que fue Mart Stam quien dio esta idea a Mies.

La silla Barcelona, diseñada por Mies van der Rohe y Lilly Reich, es considerada un clásico del diseño industrial del siglo XX. Fue  creada para el pabellón alemán en la Exposición internacional de Barcelona. Estas sillas fueron utilizadas como tronos para los reyes de España cuando visitaron el pabellón. La estructura estaba realizada en acero inoxidable pulido y asiento y respaldo de cuero de piel de cerdo.

Un año después, Mies diseñó el diván Barcelona para la casa del arquitecto Philip Johnson.

 

Mesas

Este mobiliario también fue objeto de diseño.

Erich Brendel proyectó la mesa plegable Laccio (1924) y Josef Albers la Nesting Tables o mesa nido (1926-27). Muchos de los diseños de la Bauhaus integraban el color. Una de las grandes enseñanzas de la Bauhaus fue que siempre debe haber conexión entre la forma y el color. Y  Albers, especialmente conocido por sus pinturas geométricas, aplicó esta lógica al diseño de sus mesas versátiles, diseñadas para funcionar tanto “independientemente como interdependientemente”.

Fiel a su interés por la multifuncionalidad de los objetos, Eileen Gray propuso una mesa auxiliar - que podía ser utilizada tanto como mesita de noche como mesa de café que permitía ser colocada sobre las rodillas mientras se estaba sentado en el sofá, es la mesa E1027.

Por su parte, Le Corbusier y Charlotte Perriand crearon la LC6 en 1928, que fue proyectada para ser utilizada como mesa de comedor, de conferencia o como escritorio.

 

Otros objetos

Uno de ellos es el ajedrez, de Josef Hartwig, un gran ejemplo de una de las máximas de la Bauhaus: la forma sigue a la función, es decir, la utilidad es lo principal, el diseño debe reforzar el mensaje y ser fácilmente descifrable. Por eso, en este ajedrez las figuras consistían en cuerpos geométricos simples, en su mayoría cubos, cuyo tamaño y combinación simbolizaba el movimiento del juego.

Peter Keler, con solo 20 años, se inspiró en su profesor Wassily Kandinsky para diseñar la que se llegó a conocer como la cuna Bauhaus. Utilizó los colores primarios amarillo, rojo y azul otorgando al triángulo, cuadrado y círculo los colores que Kandinsky les asignaba.

Motivado por el Constructivismo ruso, Schlemmer diseñó una serie de innovadores trajes para el Ballet Triádico que creaban una nueva estética donde se fundía forma y movimiento. Los figurines determinaban el espacio y creaban la arquitectura, la edificación se convertía en escenario.

La Bauhaus tuvo también muchísima influencia en el diseño gráfico.

Futura es una tipografía sans serif de tipo palo seco y bases racionalistas influida por la estética de la Bauhaus. Se fundamenta en formas geométricas y se ha convertido en uno de los tipos clásicos de la tipografía universal.

“La forma sigue a la función” es el principio esencial plasmado en el diseño de la icónica Lámpara de mesa Bauhaus creada en 1924. La colaboración entre Wilhelm Wagenfeld y Carl Jucker, dos célebres diseñadores industriales alemanes, dio lugar a las sencillas formas geométricas de esta lámpara que ilustra la filosofía de la Bauhaus. Los principios de arte y tecnología revisados consiguen fusionarse en la forma sumamente básica de este diseño. La base en forma de disco, el pie cilíndrico y la pantalla esférica de vidrio se funden en una estructura lógica de funcionalidad y estética.

 

El final

La evolución de la Bauhaus corrió paralela a la historia de la primera República de Weimar, lugar en donde se elaboró la constitución democrática y donde Gropius fundó la Bauhaus del Estado de Weimar. Escuela Superior de Artes Plásticas y de Artes y Oficios Reunidos, nombre completo de la escuela.

Con tres directores a su cargo, Walter Gropius (1919-1928), Hannes Meyer (1928-1930) y Ludwig van der Rohe (1930-1933) y tres lugares de ubicación: Weimar, Dessau y Berlín, marcó cada una de sus etapas, reflejándose en los planteamientos, educación, y producciones,  desenvolviéndose en  momentos de crisis, económica, social, política.

Las duras condiciones impuestas a lo largo de la década de los veinte en Alemania, dieron lugar a la aparición de numerosos grupos nacionalistas alemanes que demandaron la revisión del Tratado de Versalles que servirían de soporte para el ascenso al poder en la década de 1930 del nacionalsocialismo, y consigo una fuerte presión para obligar el cierre absoluto de la Bauhaus el 12 de Abril de 1933.

Se cerraron las puertas materiales, pero no las del espíritu de la corriente de pensamiento que revive en la arquitectura  y diseño de objetos diversos utilizados en nuestra vida cotidiana, una huella que este mes celebra sus cien años. 

 

Fuentes https://bauhausinformalismo.wordpress.com
https://elviajero.elpais.com
www.abc.es
www.deutschland.de


Manifiesto Bauhaus

¡El último fin de toda actividad plástica es la arquitectura! Decorar las edificaciones fue antaño la tarea más distinguida de las artes plásticas, que constituían elementos inseparables de la gran arquitectura. Actualmente presentan una independencia autosuficiente de la que solo podrán liberarse de nuevo a través de una colaboración consciente de todos los profesionales. Arquitectos, pintores y escultores deben volver a conocer y concebir la naturaleza compuesta de la edificación en su totalidad y en sus partes. Sólo entonces su obra quedará de nuevo impregnada de ese espíritu arquitectónico que se ha perdido en el arte de salón. Las viejas escuelas de Bellas Artes no podían despertar esa unidad, y como podrían hacerlo si el arte no puede enseñarse. Deben volver a convertirse en talleres. Este mundo de diseñadores y decoradores que sólo dibujan y pintan debe convertirse de nuevo en un mundo de gente que construye. Cuando el joven que siente amor por la actividad artística vuelva a comenzar como antaño su carrera aprendiendo un oficio, el artista improductivo no estará condenado a un ejercicio incompleto del arte, pues su pleno desarrollo corresponderá al oficio, en el cual puede sobresalir.

¡Arquitectos, escultores, pintores, todos debemos volver a la artesanía! Pues no existe un arte como profesión. No existe ninguna diferencia esencial entre el artista y el artesano. El artista es un perfeccionamiento del artesano. La gracia del cielo hace que, en raros momentos de inspiración, ajenos a su voluntad, el arte nazca inconscientemente de la obra de su mano, pero la base de un buen trabajo de artesano es indispensable para todo artista. Allí se encuentra la fuente primera de la imaginación creadora.

¡Formemos pues un nuevo gremio de artesanos sin las pretensiones clasistas que querían erigir una arrogante barrera entre artesanos y artistas! Deseemos, proyectemos, creemos todos juntos la nueva estructura del futuro, en que todo constituirá un solo conjunto, arquitectura, plástica, pintura y que un día se elevará hacia el cielo de las manos de millones de artífices como símbolo cristalino de una nueva fe.

Walter Gropius
Weimar, Abril de 1919

 

 

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