Eduardo Souto de Moura recibió el León de Oro por su exhibición Vo de Jour
Con la apertura al público de Freespace, la XVI Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, comisariada por las arquitectas Yvonne Farrell y Shelley McNamara y siguiendo una tradición consolidada tuvo lugar el acto de entrega de premios en Ca’ Giustinian, sede de la Bienal de Venecia, tanto a los profesionales participantes en la muestra, como a los países con pabellón propio. Se entregó también el ya anunciado León de Oro a la Carrera a Kenneth Frampton, concedido por el Consejo de Administración de la Bienal de Venecia, presidido por Paolo Baratta, a propuesta de las curadoras, noticia que Mandu’a publicó en su edición 422 de junio.
Los ganadores de los diferentes apartados fueron elegidos por el jurado internacional integrado por Sofía von Ellrichshausen (presidente del Jurado, Argentina), Frank Barkow (Estados Unidos), Kate Goodwin (Australia), Patricia Patkau (Canadá), Pier Paolo Tamburelli (Italia).
Laureados de los diferentes apartados
El pabellón de Suiza mereció el León de Oro a la mejor participación nacional por su instalación House Tour, que aborda problemas críticos de escala en el entorno doméstico; en tanto que el León de Plata recayó en el proyecto Island de Gran Bretaña.
Por su parte, la Exposición Internacional Freespace entregó el León de Oro a Eduardo Souto de Moura, premio Pritzker 2011, quien ha sido también uno de los elegidos que diseñó una de las diez Vaticans Cahppels erigidas en un bosque de la isla veneciana de San Giorgio Maggiore, con las que la Santa Sede inauguró su participación en esta Muestra Internacional. Y el León de Plata a la joven promesa fue otorgado a Jan de Vylder, Inge Vinck, y Jo Taillieu, del estudio belga architecten de vylder vinck taillieu, responsables de Eurotopie en el pabellón de Bélgica.
Asimismo, el jurado decidió otorgar menciones especiales en la Exposición Freespace a Rahul Mehrotra, director de la firma de arquitectura RMA Architects (Mumbai, India-Boston, Estados Unidos) destacado “por tres proyectos que abordan cuestiones de intimidad y empatía, difuminando suavemente las fronteras sociales y las jerarquías”. Y al arquitecto indonesio Andra Matin, reconocido “por una instalación sensible que proporciona un marco para reflexionar sobre el material y la forma de las estructuras vernáculas tradicionales”.
La Bienal permanecerá abierta hasta el 25 de noviembre.
Edición con una particularidad
Una peculiaridad de esta edición es que hay una gran presencia femenina en los pabellones nacionales, además, claro, de contar con dos mujeres como comisarias quienes en una entrevista a la agencia EFE, reivindicaron el papel de las mujeres en la arquitectura considerando que cuando hombres y mujeres trabajan juntos, sin barreras, se enriquecen mutuamente.
“Es inaceptable que en ningún lugar del mundo dos personas iguales, que estén haciendo el mismo trabajo, no sean pagadas igual. Siempre decimos que la creatividad no entiende de géneros”, afirmó Farrell.
“Somos apasionadas de la arquitectura y pensamos que la arquitectura va más allá de los géneros, no pensamos en nosotras solo como mujeres, sino como arquitectas dentro de esta fantástica disciplina. Como arquitectas somos ciudadanas en igualdad de condiciones, trabajamos en igualdad de condiciones y debemos tener los mismos derechos. Nosotras defendemos eso y afortunadamente es lo que hemos experimentado”, señaló McNamara.
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Pasado y presente se fusionan en São Lourenço do Barrocal. El arquitecto portugués transformó una finca agrícola bicentenaria del Alentejo en un retiro excepcional, proyecto que presentó en la muestra Freespace
El arquitecto luso reconocido premio Pritzker (2011), continúa ampliando su impecable trayectoria. En esta ocasión se ha erigido ganador del premio León de Oro en la exposición Freespace de la Bienal de Arquitectura de Venecia.
El jurado ha reconocido su instalación en el pabellón central, comisariado por las irlandesas Yvonne Farrell y Shelley McNamara, pero el reputado arquitecto también está en la lista de profesionales elegidos para diseñar una capilla para el pabellón de la Santa Sede, en su primera Bienal de Arquitectura.
Su proyecto Vo de Jour fue galardonado como la mejor participación de la Muestra Internacional debido a la “precisión en la combinación de dos fotografías aéreas, revelando la relación esencial entre la arquitectura, el tiempo y el lugar”.
Vo De Jour, está compuesto por dos imágenes que proyectan el antes y el después de un trabajo de transformación de una aldea agrícola bicentenaria de Portugal hacia el nuevo hotel São Lourenço do Barrocal, Hotel & Monte.
De aldea agrícola a complejo turístico
José António Uva, que pertenece a la octava generación de la misma familia que vive en la finca del siglo XIX de un pueblo del Alentejo (a unos 160 kilómetros de Lisboa), le encargó la regeneración del lugar con el fin de convertirlo en un lugar de ocio.
El objetivo de Souto de Moura era utilizar esa herencia recibida. Las dos imágenes expuestas en la Bienal de Venecia muestran cómo, a pesar de la transformación integral de los edificios, la intervención se hizo a pequeña escala para no distorsionar el entorno. “Una de las cosas que me sorprendieron fue que no solo era una casa. Es un verdadero miniuniverso, un pueblo. Tiene su propia jerarquía, una calle, una plaza, edificios que raramente encontramos en esas buenas condiciones”, ha dicho de la finca el arquitecto luso. Olivos, robles y viñedos forman parte de este enclave situado en las laderas de la pequeña localidad amurallada de Monsaraz, cerca del lago Alqueva, uno de los lagos artificiales más grandes de Europa.
El estudio de Souto mantuvo intacta la arquitectura tradicional de las calles, manzanas y las diversas edificaciones agrícolas del pueblo del Alentejo: “Barrocal es un proyecto difícil pero muy interesante porque estamos trabajando en el filo de la navaja. Si vamos demasiado lejos lo estropearemos, y si no hacemos lo suficiente, no funcionará”, apuntó el arquitecto sobre su proyecto en el catálogo de la reciente exhibición en la ciudad italiana.
El São Lourenço do Barrocal, Hotel & Monte Alentejano se encuentra en el corazón de las 780 hectáreas. Siete edificios situados en una calle principal hoy forman este hotel con 40 estancias una granja, huerto (de vegetales, frutas y hierbas aromáticas), establo, spa, piscina exterior, sala de juegos infantiles, restaurante, bodega, tienda, y un bar ubicado en una vieja almazara (lugar donde se exprimen las olivas para obtener el aceite), que constituyen algunos de los elementos diferenciadores de este complejo turístico.
Las paredes de las principales edificaciones siguen pintadas de blanco, el suelo es de barro cocido y los techos abovedados se muestran tal como eran 200 años atrás.
Otra de las características de la reforma de esta antigua finca agrícola ha sido la construcción de las 16 cabañas de campo para huéspedes, equipadas con cocina, salón y terraza.
“Lo que es fascinante de este sitio es el cambio en su uso. Un edificio puede haber sido creado para un propósito y evolucionar hacía otro según las necesidades. Edificios destinados a la agricultura se pueden convertir en casas o una vaqueriza en restaurante”, señala el arquitecto portugués, quien destaca de su proyecto el cambio de uso dado al edificio, manteniendo la esencia del mismo. Los visitantes se sentirán “como en casa”, dice, pudiendo degustar sabores tradicionales de la región y realizar diversas actividades al aire libre.
“La mejor manera de preservar un legado patrimonial de este tipo es viviéndolo, aunque eso signifique dañarlo en algunos lugares. Porque solo la vida cotidiana lo transforma en algo natural y le da el sentido de patrimonio”, ha expresado Souto sobre este trabajo en el que se ha centrado en la transformación de los espacios.
En las casi ocho hectáreas de terreno, se encuentran 16 dólmenes (construcción prehistórica formado por grandes piedras) y menhires (monumento megalítico) milenarios.
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Eduardo Souto de Moura nació en Oporto, Portugal en 1952.
Tras sus primeros años en la Escuela Italiana, se matricula en la Escuela de Bellas Artes de Oporto donde comienza estudiando escultura y termina consiguiendo el título en arquitectura.
Trabajó con los arquitectos Noé Diniz y Álvaro Siza.
Siendo estudiante aún y trabajando con su profesor de urbanismo el arquitecto Fernandes de Sá, recibió su primer encargo, un proyecto de mercado en Braga, que ya ha sido demolido debido a los cambios de patrón de este tipo de áreas comerciales.
Después de dos años de servicio militar, ganó el concurso para el Centro Cultural de Oporto. Es el comienzo de su carrera como arquitecto independiente.
Junto con su práctica de la arquitectura, Souto de Moura ejerce como profesor de la Universidad de Oporto y profesor visitante en Ginebra, París-Belleville, Harvard, Dublín y la ETH de Zúrich y Lausana.
A menudo descrito como un neo-Mies, alguien que se esfuerza constantemente por la originalidad, Souto de Moura ha conseguido muchos elogios por su exquisito uso de los materiales -granito, madera, mármol, ladrillo, acero, hormigón-, así como su uso inesperado de color. Souto de Moura es claro en su visión de la utilización de materiales, al sostener: “Yo evito el uso de especies en peligro de extinción o protegidas. Creo que deberíamos usar la madera con moderación y replantar los bosques para el uso de la madera. Tenemos que utilizar la madera porque es uno de los mejores materiales
En participaciones en Holcim Forum sobre arquitectura sostenible, Souto de Moura, declaró: “Para mí, la arquitectura es un problema mundial. No hay arquitectura ecológica, no hay arquitectura inteligente, no hay arquitectura sostenible - sólo hay buena arquitectura. Siempre hay problemas que no debemos descuidar, por ejemplo, energía, recursos, presupuestos, aspectos sociales - siempre hay que prestar atención a todos ellos”.
Muchas de sus numerosas obras han sido premiadas, como también su trayectoria. Es miembro honorario del American Institute of Architects (AIA) y del Royal Institute of British Architects.
“Prometedor equipo joven participante”, según el jurado, responsable del pabellón belga con su proyecto Eurotopie
El jurado de esta edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia, eligió a un prometedor equipo joven participantes, los arquitectos Jan de Vylder, Inge Vinck y Jo Taillieu -del estudio belga architecten de Vylder Vinck Taillieu-, para entregarle el León de Plata a la mejor participación por “un proyecto que posee una confianza gracias a la cual la lentitud y la espera permiten que la arquitectura esté abierta a una activación futura”, según destaca el jurado en su informe.
Ellos son los responsables de Eurotopie en el pabellón de Bélgica, un hemiciclo de color azul que abre las instalaciones europeas de Bruselas al público en general.
La propuesta intenta acercar las instituciones europeas a los ciudadanos, pues plantea que Bruselas es el centro del Viejo Continente, pero la Unión Europea la forman las personas.
El pabellón es un hemiciclo de color azul, más pequeño que el de las instituciones comunitarias, con gradas que el público puede recorrer, sin zapatos, hasta cansarse y sentarse en las medias circunferencias para conversar con el resto de personas que hay en el interior.
Los galardonados
El estudio architecten de Vylder Vinck Taillieu cuenta con una sólida obra construida que abarca desde reformas de viviendas y casas unifamiliares hasta edificios públicos e institucionales. Está formado por Jan de Vylder (1968), Inge Vinck (1973) y Jo Taillieu (1971) y pertenece a una nueva generación de arquitectos belgas que ha supuesto un cambio generacional en la arquitectura Belga.
Se hicieron conocidos internacionalmente a partir de diversas reformas realizadas casi en su totalidad en la ciudad flamenca de Gante: la galería Verzameld Werk, la tienda Twiggy, o las casas 43, Rot-Ellen-Berg y Rampelken. Su obra combina sabiamente el respeto por las preexistencias con una manera lírica de entender la arquitectura como bricolaje, como una construcción dentro de construcciones en una especie de juego de muñecas rusas. En sus proyectos se producen extraños juegos de transparencia, de reflejo (mediante el uso de materiales reflectantes), de ironía (con el uso de materiales y técnicas locales), de ilusiones ópticas, de duplicación y copia de edificios existentes... y todo ello deriva en una arquitectura extremadamente personal.
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Y Gran Bretaña lleva una mención especial por su “Isla”, en los Giardini de la Biennale
El jurado internacional de la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia reconoció al pabellón de Suiza con su máximo galardón al mejor pabellón nacional, por su instalación Svizzera 240-House Tour , por tratarse de una “instalación arquitectónica convincente, que es a la vez agradable, mientras aborda los temas críticos de escala en el espacio doméstico”.
Svizzera 240-House Tour es un departamento sin amueblar, con paredes blancas y suelo de parqué, que bien podría ser una casa que está a la venta y cuyas habitaciones han sido edificadas a escalas diferentes, lo que provoca que el visitante pase a sentirse de gigante a enano en cuestión de pocos minutos.
“Todo parece familiar, pero luego te das cuenta de que es demasiado pequeño, muy grande o distorsionado”, comentó Alessandro Bosshard, quien con Li Tavor, Matthew van der Ploeg, y Ani Vihervaara, miembros de un joven equipo de arquitectos de ETH Zúrich, diseñaron el pabellón suizo.
La instalación centra su atención en las propiedades de alquiler, alterando la escala de las instalaciones para generar en los visitantes la sensación de encontrarse en un mundo de fantasía.
“En Suiza, siempre la llamamos una nación de inquilinos, la mayoría de la gente vive en apartamentos de alquiler y se muda bastante. Por eso, la gente quiere un entorno estandarizado”, señaló Bosshard.
El equipo de Svizzera 240- House Tour comentó sobre el premio: “Estamos muy emocionados de recibir este León de Oro por nuestra exposición en el pabellón de Suiza después de haber ganado una concurso público. Svizzera 240 trata sobre la mirada a los pisos vacíos. Queremos llevar a los visitantes en un recorrido por la casa, que ofrece una sensibilidad arquitectónica exagerada a través de la cual puede ver las peculiaridades de su propio hogar desde la perspectiva de un extraño. Esperamos que esto abra nuevas formas de reflexionar sobre el papel que el revestimiento interior de los apartamentos juega en la configuración de nuestras vidas y nuestras identidades”.
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El Consejo Británico presenta Island (Isla) en el pabellón británico comisariado por los arquitectos Adam Caruso y Peter St. John (estudio Caruso St. John Architects-premio de arquitectura RIBA Stirling 2017, Mandu’a 11/2017) quienes con el artista Marcus Taylor han respondido al evento Freespace con la construcción de un nuevo espacio de reunión pública en los Giardini.
Este espacio, definido por sus autores como un “lugar de refugio y exilio”, hizo acreedor a una mención de honor por parte del jurado por “la valiente propuesta que usa el vacío como plataforma para eventos y como una propuesta para Freespace”.
El volumen es deliberadamente sencillo y presenta una superficie estampada que imita los azulejos de los palacios italianos, la que ha sido rodeada por una serie de andamios que remiten a la idea de aquello que está en proceso de evaluación.
Una escalera que recorre un lateral del edificio conduce a una plaza elevada, un lugar para reunirse o relajarse entre las copas de los árboles de los Giardini, abierto al cielo con vistas a la laguna.
La cubierta del pabellón se proyecta en el piso en el centro del espacio, un complemento para una isla y un mundo hundido por debajo.
En una declaración conjunta, el equipo de comisarios ha comentado: “En pasadas bienales, el pabellón ha organizado exposiciones sobre temas arquitectónicos. Este año, hemos tomado un enfoque diferente. No habrá exposiciones; en cambio, tenemos una estructura que puede experimentarse como un edificio. Hay muchas maneras de interpretar la experiencia de visitar la isla y el estado del edificio sugiere muchos temas; incluyendo el abandono, la reconstrucción, el santuario, el Brexit, el aislamiento, el colonialismo y el cambio climático. Está pensado como una plataforma, en este caso también, para un comienzo nuevo y optimista. Mira hacia adelante y reconoce el pasado, ya sea bueno o malo”.
A lo largo de la Bienal el pabellón británico acogerá un programa de eventos, performances, instalaciones y debates en respuesta al tema Freespace y las ideas planteadas por Island.
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El suplemento New York Times International Weekly, editado en castellano por el diario Clarín, ha realizado un recorrido por los jardines de la isla de San Giorgio Maggiore donde se erigen las capillas realizadas por una lista de arquitectos del mundo, y ha destacado, entre otras, la Capilla nómada del arquitecto Javier Corvalán
Hay seis países que participan por primera vez en la Bienal de Arquitectura de Venecia, pero la nueva incorporación más sorprendente es, sin duda, El Vaticano. Durante siglos, la Santa Sede nunca había participado, hasta ahora, en esta exposición mundial de arquitectura.
Sin embargo, no debe sorprender que el pabellón del Vaticano consista en una especie de peregrinación: una instalación de diez capillas en un jardín densamente arbolado, enclavada en una isla de la laguna veneciana, de la Fundación Giorgio Cini en la isla de San Giorgio Maggiore, diseñadas por una lista internacional de arquitectos que Francesco Dal Co, curador del pabellón, dijo haber elegido porque “tenían diferentes concepciones estructurales y trabajaron con diferentes materiales”. Entre ellos hay dos ganadores del Premio Pritzker, Norman Foster y Eduardo Souto de Moura, y el compatriota Javier Corvalán.
Los pabellones nacionales en la Bienal tienden a exhibir representaciones, maquetas y bocetos que documentan la creación de los edificios. “Capillas del Vaticano”, como se llama el pabellón, presenta los edificios terminados.
Ya hay un debate considerable sobre lo que sucederá con las capillas una vez que la exposición cierre en noviembre
Diez capillas para reflexionar en vez de maquetas
A los arquitectos se les dijo que vieran como modelo un edificio concebido hace casi un siglo, la Capilla en el Bosque, diseñada por el arquitecto sueco Gunnar Asplund.
La capilla del arquitecto paraguayo Javier Corvalán Espínola es impresionante, en el sentido físico, por supuesto: los visitantes se paran bajo un enorme anillo de acero inclinado sobre un trípode.
Una de las pocas capillas con techo es la Capilla de la Cruz de Terunobu Fujimori. Los visitantes entran por un estrecho pasillo a una capilla de aspecto tradicional, cuyo ábside está salpicado de pedazos de carbón que enmarcan una cruz de madera. Fujimori escribió en el catálogo que quería que la gente “experimentara la sensación de la ascensión del Hijo de Dios al ver la cruz”.
En algunos casos, Dal Co eligió contrastar los materiales de construcción: la capilla de Francesco Cellini, una intersección de esbeltas y elegantes losas de cerámicas blancas y negras, por ejemplo, fue yuxtapuesta con Capilla de la mañana de los arquitectos barceloneses Ricardo Flores y Eva Prats, hecha con cocciopesto veneciano, un material mucho más sencillo hecho de tejas trituradas.
Renata Codello, directora de la Fundación, dijo que le encantaría que las capillas se quedaran aquí. “Un gran parque de esculturas y arquitectura religiosa nos daría muchos temas para reflexionar”, indicó.
Fuente
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02.06.18