Edición N° 399 - Julio 2016

Las raíces de tu palmera

 
  • Entrada del colegio San José de Asunción

 

El arquitecto Pancho Crosa, siguiendo con su serie de artículos,  en esta edición se refiere la palmera,  considerada una autentica joya por su belleza y exotismo y por ende deseada por muchísima gente en todo el mundo para dar un toque especial al jardín. 

La palmera real. Su tronco se asemeja a un mate en su parte inferior. Mi amigo Juan R. había plantado algunas  en su jardín hacía años. Crecieron, al principio lentamente, y cuando se dio cuenta,  ya eran columnatas preciosas.

Sus raíces empezaron a desplegar sus tentáculos. El suelo de su  entorno empezó a denunciar protuberancias y roturas del piso de la vereda.

¿Cuántas clases de raíces hay? Según su forma, pueden ser pivotantes, fibrosas ó tuberosas. Según su origen son pivotantes o adventicias

Las pivotantes penetran en el suelo con un tronco principal y de ahí derivan varias ramificaciones secundarias que van en la búsqueda del agua por medio de sus meristemos (Tejido joven o embrionario responsable del crecimiento de las plantas).

Las adventicias nacen del mismo tallo, son un montón,  todas arrimadas unas a otras y forman un bulto enorme que  en el caso de las palmeras reales se notan bien en el suelo.

Sus ramificaciones sedientas van conquistando la tierra, buscando ansiosamente el agua y se extienden en forma reticular  atrapando e interesando en su camino cuanta cañería encuentren.

¿Vio alguna vez alguna tubería subterránea llena de raicillas? Envuelven las paredes de las piscinas abrazándolas, y ¡guay! de que encuentren alguna pérdida en sus instalaciones

Juan R. decidió sacrificar sus palmeras. Plantó por ahí, previamente, varias  plántulas  de otras especies para sustituirlas para conservar un ecológico equilibrio.

Sus podadores empezaron de arriba, dejando caer sus enormes hojas que formaron un montón impresionante.

Cortaron los troncos en pedazos. Tristezas y añoranzas.

A medida que  las palmeras iban cayendo, vecinos  y curiosos iban seleccionando partes, para convertirlas en artísticas planteras y colgantes. Algunos hicieron discos para orquídeas y helechos, otros llevaron trozos mayores diciendo que serían asientos de patio.

A las raíces hubo que retirarlas con pico y pala, dejando lo que quedara para que pudriéndose se convirtieran en abono.

Y las palmeras yacieron  entregando en su último legado generoso para los hombres. Los rayos del  sol cubrieron con luz impresionante  todo el espacio donde antes las palmeras ofrecieron su sombra.

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