Edición N° 432 - Abril 2019
Los arquitectos tienen la palabra
Este mes se cumplen cien años de la fundación de la Staatliche Bauhaus, conocida simplemente como Escuela Bauhaus, y en virtud de tal acontecimiento y dada su importancia en el quehacer de la arquitectura y del arte en el mundo, hemos querido conocer la opinión de destacados profesionales locales a ese respecto.
A continuación, el aporte de quienes respondieron a nuestra petición.
Legado de la Bauhaus
Profesor arquitecto Ricardo Meyer
Decano de la Fada/UNA
Si tuviéramos una postura complaciente con la actual sociedad del espectáculo y la apariencia, hablar de la influencia de la Bauhaus a cien años de su creación, parecería una tarea sencilla. Basta mirar las obras de arquitectura actual y sobre todo los objetos de diseño para percibir con toda claridad que las premisas de diseño, la “forma” y el “estilo” Bauhaus están más vivos que nunca. Las revistas y las estanterías de las tiendas de “diseño” están inundadas con versiones “made in China” de los objetos icónicos de la centenaria Escuela.
Al hablar de arquitectura moderna y de diseño industrial, irremediablemente nuestras miradas se dirigen a la mítica escuela de Dessau para comprender en qué fuentes abrevaron sus formas e inclusive sus métodos. No olvidemos que la metodología de “Taller” vigente hasta hoy día en nuestras escuelas y facultades tuvo un nuevo nacimiento de la mano de Walter Gropius y su equipo: Johannes Itten, Lyonel Feininger, Paul Klee, Oskar Schlemmer, Vasili Kandinski, Marcel Breuer, Adolf y Hannes Meyer, László Moholy-Nagy, Marianne Brandt, Joost Schmidt, Josef Albers, Ludwig Mies van der Rohe y varios otros que marcaron el rumbo para un “Nuevo Diseño”, un “Nuevo Hombre” y una “Nueva Sociedad”.
Al llegar a este punto es que notamos que las Ideas Fundantes de la Bauhaus, lastimosamente, fueron diluyéndose con el correr de los años y el avance incontenible de la sociedad de consumo y del espectáculo. Con mucho pesar podríamos decir que hoy día poco queda de la idea del “Hombre Nuevo”, el “Arte para todos”, la “Obra de arte total”, la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa donde el Arte, el Diseño y la Arquitectura estén al alcance de Todos.
A modo de conclusión provisoria y entendiendo que todo lo que hacemos, pensamos, diseñamos y construimos tienen “forma” y “contenido” podríamos decir que la “forma” y el “estilo” Bauhaus perduran con mucha fuerza hasta nuestros días pero las “ideas” que justificaban esa producción fueron diluyéndose absorbidas por la implacable sociedad de consumo.
Para culminar podríamos decir que desde la Universidad Pública asumimos el compromiso y la responsabilidad de mantener vivos los Ideales de la Bauhaus y permitir que las nuevas generaciones de arquitectos, artistas y diseñadores realicen sus creaciones pensando en el “Hombre Nuevo” y en la construcción de una sociedad menos asimétrica”.
Bauhaus 100 años
Arquitecto Carlos A. Jiménez
Presidente del Colegio de Arquitectos del Paraguay
La Bauhaus germinó en los años difíciles pero optimistas, de grandes cambios socioculturales, que siguieron a la primera Guerra Mundial. En años de revisiones y reconstrucciones de la nueva Europa, nace de la conjunción de ideas que desde el arte y la arquitectura pregonaba la vanguardia de entonces. La inclusión de enfoques conceptualmente más contradictorios que complementarios, buscaba superar la hegemonía de las verdades academizadas, absolutamente desfasadas de las evoluciones y revoluciones de la época, así como de las necesidades reales del devenir del progreso industrial, la sobrepoblación de las ciudades, y la desacralización de las élites nobles en las cortes europeas.
Es justo decir que los desafíos de la nueva sociedad que han requerido nuevas respuestas de diseño industrial y arquitectura, ya habían sido abordados desde las primeras décadas del siglo XIX por los ingenieros, mientras los arquitectos centraban su atención en el estéril debate sobre el neoclásico o neogótico. Benévolo, al analizar las primeras décadas de los ochocientos, en su historia de la arquitectura moderna lo expresa con claridad:
“Mientras la sociedad se empeña en satisfacer las instancias de organización surgidas en la revolución industrial, y los ingenieros participan en primera línea en este trabajo, ofreciendo a los higienistas y a los políticos los instrumentos necesarios..., los arquitectos se alejan de esta realidad y se refugian en discusiones acerca de las tendencias en el mundo de la pura cultura1”.
Con tales antecedentes queda claro que el mérito de los maestros del siglo XX, al menos en el campo de la arquitectura, fue el de, finalmente, abordar desde una escuela estructurada los nuevos desafíos, desmarcados de la carga retórica de la academia de entonces, y en ese contexto ponerse al frente de una gran marcha.
No obstante, la Bauhaus desde su primer manifiesto de 1919, (tal como cita Otl Aicher en su libro El mundo como proyecto”2 “...configuremos...la nueva construcción del futuro...que desde millones de manos artesanas algún día alcanzará el cielo como símbolo cristalino de una nueva fe”, contiene el germen de las contradicciones que han de marcar sus posteriores diferencias internas.
La escuela ha abordado al mismo tiempo la apuesta artesanal que las necesarias soluciones industrializadas, así como la respuesta del diseño de productos determinados por su materialidad, su proceso de producción y su finalidad, al tiempo de ensimismarse en la abstracción de la composición reducida a un mundo geométrico y platónico.
Estas diferencias de enfoque no resultan y no resultaron complementarias, y la vanguardia devino en una nueva academia donde la estética deja ser abordada como resultado de la economía, la función, la técnica y la organización social, como lo definió entonces uno de sus miembros, Hanes Meyer, para pasar a ser fin en sí mismo.
Tal es así que más allá del contexto político que afecta gravemente la continuidad de la Bauhaus y de la modernidad, Otl Aicher lo define con claridad. “...La crisis de la modernidad radica en la disposición a reemplazar el pensamiento y los criterios prácticos por una visión estética3”.
En la actualidad, está vigente más que nunca la idea de que las épocas son demasiado complejas como para adecuarse a una teoría unificadora.
No obstante, 100 años después de aquella experiencia valiente y ambiciosa, pero no exenta de vanidad e inocencia, podemos evaluar la situación actual en los mismos términos.
El esteticismo y la forma resultante, más aún promocionada a la velocidad de la Luz por los medios de comunicación y las redes sociales, imponen lecturas platónicas de las formas, dejando sin espacio para la reflexión el contenido. Aún los mejores esfuerzos terminan trabajando el platonismo acrítico de la composición, sin lecturas y por tanto sin ductibilidad hacia las circunstancias, reduciéndola a la lectura sesgada de sus aspectos favorables para la nueva escuela o para el sistema imperante.
En tiempo donde materialidad y tecnología deben ser instrumentos para crear relaciones e integrar diferencias, desde la arquitectura a la ciudad, aún nos ocupa más las piruletas formales y sus consolidaciones escolásticas en una arquitectura que prioriza representar, y representarse, que los espacios de inspiración y encuentro, devenidos en resultantes creadoras de las coordenadas de las circunstancias.
(1) “Historia de la arquitectura Moderna”, Leonardo Benévolo, edición en español, Madrid 1963. Pág. 103-107
(2) “El mundo como proyecto” Otl Aicher
(3) Ídem (2)
100 años de la Bauhaus y su influencia en la arquitectura contemporánea
Doctor arquitecto Silvio Ríos Cabrera 4
En 1919 se fundó esta Escuela-Taller de Artes y Oficios en Alemania. Ella reunió a grandes personalidades de la arquitectura y de las artes. Era una época en que varias ideas políticas y sociales entraron en procesos de revisión y confrontación, acompañadas por una situación de crisis económica como resultado de la primera gran guerra europea.
La Bauhaus fue un movimiento de vanguardia, que bajo esa denominación, traducible como “Casa de la Construcción”, desde el principio potenció el trabajo conjunto de varias disciplinas vinculadas al arte y los oficios, sentando precedentes sobre el potencial que resulta de relacionarlas con la industria. Algunos autores atribuyen a la Bauhaus ser el punto de partida para el diseño gráfico y el diseño industrial. A través de la bibliografía se observa que también la fotografía se convirtió en otro de los instrumentos para transmitir las nuevas ideas.
Las condiciones políticas de la época influyeron para que la escuela deba mudarse en 1925, de la ciudad de Weimar, en ese momento capital de Alemania, a Dessau.
Allí se formularon y pusieron a prueba experiencias, buscando llegar a resultados aplicables a una nueva manera de concebir el arte, lo artesanal y el diseño, como formas estudiadas para ser insertadas en procesos industriales y dentro de una producción de mayor escala.
Recién en un proceso posterior se puede relacionar a este movimiento con la arquitectura. Esta relación se estableció por sobre todo a partir de la construcción de un edificio en particular, la propia escuela-taller de artes y oficios en Dessau. El proyecto fue realizado por el arquitecto Walter Gropius, su director en ese momento, conjuntamente con Hannes Meyer. Esta obra fue en sí un manifiesto, descrito como racionalista, atribuyéndose a Gropius la afirmación de que “la forma sigue a la función”.
En el siglo XIX, gran parte de las obras de arquitectura e ingeniería se habían realizado recurriendo al hierro como material innovador. Nuevas formas de diseño fueron aplicadas a programas tales como salas de gran porte, para exposiciones y estaciones de ferrocarril, puentes entre otros. Así como el hierro fue el material que acompañó la revolución industrial y caracterizó muchas de los obras de ese siglo, desde principios del siglo XX las estructuras de hormigón armado, con sus nuevas posibilidades técnicas tuvieron un fuerte impacto a nivel del diseño arquitectónico.
Una parte importante de aquel proceso de cambio, que aún influye en la arquitectura, fue aplicada también al campo del diseño estructural.
El nuevo edificio de la Bauhaus fue realizado mostrando la estructura de hormigón armado a través de los cristales de una fachada continua y trasparente. Las columnas se ubicaban en el espacio interior, en un segundo plano, gracias a voladizos. De esa forma, el basamento del edificio aparecía retirado, realzando la imagen de las aulas-taller como una gran masa que vuela, libre del peso de la obra en sí. Incluso los colores oscuros de dicho basamento subrayan al gran elemento que avanza libre en el espacio. El edificio contiguo de apartamentos es tratado con balcones para quebrar la imagen de volumen plano. El conjunto está conectado por medio de un puente de dos pisos, resaltando así las luces libres entre pilares y las vigas acarteladas.
Este edificio fue elegido por varios autores como modélico de la nueva expresión arquitectónica. Existen otros ejemplos de este tipo de arquitectura donde se valorizan los planos, recurriendo al juego del contraste volumétrico, en altura y en profundidad entre los elementos que componen el edificio. Asimismo también se resaltan texturas de materiales y se manejan colores considerando otro lema: menos es más.
Otra de las posibilidades que revalorizó esta nueva visión de la arquitectura fue la prefabricación, es decir la producción en taller de elementos aplicables a construcciones modulares. Esta ya había sido experimentada con el hierro, en el caso del Cristal Palace, construido con hierro fundido y vidrio en el Hyde Park de Londres.
Bauhaus no es un único movimiento, sino la expresión de una época. Le Corbusier en Francia inicia también su propia aproximación racionalista y formula su visión de la vivienda como máquina de habitar, recurriendo al hormigón armado como medio de expresión. En los Estados Unidos, Buckminster Fuller propone su casa Dimaxión que también debía ser el resultado de una producción en serie, en este caso en metal.
En un artículo de Pepa Cassinello acerca de “Eduardo Torroja y la industrialización de la machine à habiter 1949- 1961”, al referirse a los cambios que acontecen en la arquitectura e ingeniería a comienzos del siglo XX, plantea lo siguiente:
“(…) No se trataba de un nuevo estilo, se trataba del nacimiento de una nueva forma de pensamiento, de proceder, de proyectar, de fabricar, de construir…. habría un antes y un después de que la Arquitectura y la Ingeniera estuvieran ligadas directamente a los avances de la Ciencia y de la Técnica.
El debate generado por este desconcierto abarcaba todos y cada uno de los aspectos que intervienen en la Arquitectura; no sólo había que aprender a proyectar con nuevos y casi desconocidos materiales, había que hacerlo contando con normalizar y estandarizar elementos susceptibles de ser producidos en serie, había que racionalizar todo el proceso hasta la puesta en obra, y además había que garantizar la libertad, la posibilidad de personalizar cada obra arquitectónica, de mantener la individualidad de su autor a través de la propia imaginación proyectual”1.
Dicho de otra manera, existió un movimiento de renovación, que llevó a lo que se conoció a mediados del siglo pasado como arquitectura moderna.
Guiomar Martín en un artículo acerca de “La Bauhaus como emblema denso de la tradición moderna”2 cita a William J. R. Curtis en su libro “Modern architecture since 1900” donde se hace referencia a:
“(…) eventos históricos excepcionales, de los que destaca un delicado equilibrio entre la creación individual y el espíritu de la época, así como entre las convenciones internas de la disciplina y los innumerables factores externos que condicionan el proyecto arquitectónico.”
A un siglo de esta revolución, nos encontramos hoy los profesionales arquitectos enfrentados a la necesidad de lograr que nuestras obras futuras tengan muy bajo o nulo impacto en el medio ambiente. Existe además una tarea importante a realizar, dirigida a reformular obras que en el pasado no consideraron esta premisa.
Contamos para ello con universo de comunicación, donde el conocimiento es difundido a una escala antes insospechada, con nuevas herramientas mecánicas y virtuales que ayudan en la tarea. Uno de los objetivos de la Bauhaus fue dar, a través de diseños que combinen técnica con estética, un mayor valor a los objetos de la vida cotidiana y a la vez hacerlos accesibles a una mayor cantidad de personas. La arquitectura es uno de los reflejos de la cultura material del ser humano y hoy sabemos que la misma debe adoptar un perfil de sostenibilidad en un sentido amplio de la palabra. Para ello es necesario asumir un compromiso con nuestra generación, como parte de esta sociedad global del conocimiento.
Cuando a Gandhi le preguntaron cómo había logrado hacer lo que hizo, este respondió que sencillamente se limitó a llevar sus ideas a la práctica.
Dicho de otra manera, a pesar de todo lo que hoy se sabe al respecto, hay una distancia entre conocer y aplicar. Incorporar al diseño y llevar a la práctica propuestas que reflejen el estado del arte en el campo de lo sostenible sería el objetivo inmediato. Pasaron 100 años de cuando una vanguardia a través de la Bauhaus promovió un proceso de cambio de amplio impacto en la arquitectura3. Vivimos en un siglo que requiere de formas solidarias y comprometidas para lograr hacer sostenible al planeta y debemos trabajar para generar esa conciencia y que nuestras obras reflejen ese objetivo.
1. P. Cassinello, (2008), “Eduardo Torroja y la industrialización de la “machine àhabiter” 1949-1961, Informes de la Construcción, Vol.60, Madrid
2. Guiomar Martín “La Bauhaus como emblema denso de la tradición moderna”, Revisiones críticas del edificio de la BAUHAUS en Dessau de Walter Gropius y Hannes Meyer (1925-26), Varios autores. polired.upm.es/index.php/proyectos_arquitectonicos/article/download/3713/3797
3. Nota: Las películas representan una muy buena forma de conocer más sobre la Bauhaus, pues se observan las obras, los espacios y además, dado el uso de colores en muchas de las experiencias agregan mucha información. Una buena sinopsis lo da: “Bauhaus: el rostro del siglo XX” / https://www.youtube.com/watch?v=sriGH51vWTo. También es recomendable ver las fotos de Lucía Moholy Nagy, uno de los sitios es:https://99percentinvisible.org/episode/photo-credit-negatives-bauhaus/
4. Arquitecto por la Universidad Nacional de Asunción (UNA), Paraguay. Doktor-Ingenieur por la Technische Hochschule de Aquisgrán (RWTH Aachen-Alemania) y maestro en Gestión de la Ciencia y la Innovación por la Universidad Politécnica de Valencia (España). Miembro de la Red Iberoamericana PROTERRA e investigador del Centro para el Desarrollo/ Hábitat y Medio Ambiente (CEDES/Hábitat) en vivienda de interés social, construcciones alternativas, energías renovables, construcción con tierra y diseño de estructuras.
Bauhaus, un espacio de profunda formación y transformación integral para las personas
Arquitecta Viviana Pozzoli
Docente de la Fada/UNA
Reconocer la importancia de la Bauhaus es, elementalmente, reconocer la importancia del cambio y adaptación del ser humano a los nuevos tiempos tecnológicos e industriales de un determinado momento. Pero este reconocimiento trae también un profundo cambio de ideales en cuanto al modo de habitar y producir.
Fue una Escuela que además de avocarse a la tarea del diseño industrial, la arquitectura y el arte, despertaba tanto en sus maestros como alumnos, replanteamientos ideológicos políticos y filosóficos, que se plasmaron en la propia producción de la Escuela. Es decir, fue un espacio de profunda formación y transformación integral para las personas. Es destacable el ejemplo que nos deja, de institución educativa de pensamiento autónomo, con carácter subversivo, capaz de generar cambios en los ideales de los nuevos modos de habitar y calidad de vida para las personas y las sociedades. Cambios que contribuyeron al mundo que hoy conocemos.
Bauhaus: la revolución desde la arquitectura y el arte es posible
Arquitecto Horacio Cherniavski
Docente de la Fada/UNA y de la UCA
En una época de grandes transformaciones y crisis, la radical alternativa que planteaba la Bauhaus provino como destello de un nuevo amanecer, que continua iluminando las sierras de la academia. El alcance que pregonaba este proyecto, mediante las nuevas tecnologías disponibles, permitió que disciplinas como arquitectura, artes y diseño, antes restringidas a un reducido y selecto estrato social, sean accesibles y de beneficio colectivo.
La vanguardia artística e intelectual de este movimiento rompió con la barrera del fantasma “academicista”, que hasta hoy día sigue pululando los corredores de las universidades y se empecina en frenar las diversas fuentes creativas que intentan crear un futuro más digno para todos.
Las actuales facultades de arquitectura, arte y diseño son herederas de la escuela visionaria, que no hizo más que iniciar un proceso de transformación que nutrió generaciones de aportes disciplinarios.
La mayor enseñanza que nos deja la Bauhaus es que la revolución desde la arquitectura, las artes y el diseño es posible.