Como su nombre lo indica, el minimalismo se aleja de los estilos lujosos o sobrecargados, pero tampoco es ausencia de diseño. Siguiendo los preceptos de la Bauhaus, el minimalismo continuó la tendencia de los artistas a rechazar los estilos lujosos y altamente decorativos del pasado.
Los minimalistas hicieron una pregunta: ¿cuánto puede despojarse de un objeto (pinturas, esculturas, edificios, muebles) sin perder su propósito e identidad esenciales?
Entonces, ¿el minimalismo es mantener las cosas simples? Veamos algunas definiciones:
1. Minimalismo: una escuela de pintura y escultura abstractas que enfatiza la simplificación extrema de la forma, como por el uso de formas básicas y paletas monocromáticas de colores primarios, objetividad y anonimato de estilo. También llamado arte ABC, arte minimalista, reductivismo, arte rechazado.
2. Minimalismo: uso de los elementos esenciales y despojarse de los sobrantes.
3. Minimalismo: una escuela o modo de música contemporánea marcada por una simplificación extrema de los ritmos, patrones y armonías, repeticiones prolongadas de acordes o melódicas, y con frecuencia un efecto de trama.
Ahora vemos por qué Mies van der Rohe no creó el minimalismo.
Mies van der Rohe es uno de los arquitectos que bajo la bandera del Movimiento Moderno, se convirtió en uno de sus exponentes más destacados. Elegante en el vestir, dotó a sus edificios de un refinado sentido del orden, de la proporción y de un geometrismo puro, a prueba de adornos.
Creó dos frases famosas: “menos es más” y “Dios está en los detalles”, con las que, erróneamente, se le ha atribuido la paternidad del minimalismo, corriente cuyos ecos aún resuenan en obras contemporáneas no sólo arquitectónicas sino en otras áreas del diseño y de las artes en general.
Mies van der Rohe fue continuador de una estética que ya las enseñanzas de la Bauhaus habían formulado -pureza de formas, uso de materiales prefabricados, ausencia de adornos- y que años antes eran las razones estéticas de movimientos como el De Stijl (1917), en Holanda, y del constructivismo ruso.
Minimalismo es un término que se presta a muchas confusiones.
Una de las razones por las que Mies van der Rohe no puede ser su padre es porque la palabra se usó por primera vez en 1965, cuando el crítico de arte Richard Wollheim escribió un ensayo en la revista británica Arts para referirse a las pinturas de Ad Reinhardt, según cuenta Hartmut Obendorf en su libro Minimalism. Designing Simplicity.
Es poco probable que Mies van der Rohe creara sus edificios pensando en que estos eran “minimalistas” simplemente porque ese término no se usó hasta la fecha antes indicada.
Al morir, en 1969, Mies van der Rohe ya había realizado sus obras más importantes. El Pabellón alemán para la Exposición internacional de Barcelona (1929), marca un hito en su carrera; ahí están resumidas sus búsqueda posteriores. La Villa Tugendhat (1930), en la República Checa, es otro gran ejemplo de una vivienda moderna diseñada con muy pocos muros, superficies de cristal y materiales pétreos, como el mármol.
Al emigrar a Estados Unidos, van der Rohe construyó otros edificios destacados, como el Seagram (1958), en Nueva York, o el Crown Hall (1956), en el Illinois Institute of Technology (IIT), en Chicago.
Como ocurre en los terrenos de la historia del arte, la etiqueta de minimalismo se le asignó a sus obras años después, porque resultaban afines a las búsquedas de artistas de los años sesenta y ochenta, sobre todo pintores como Sol LeWitt, Donald Judd y Robert Morris.
En realidad para el campo de la arquitectura, más que hablar de minimalismo hay que hablar de arquitectura mínima, como señala el arquitecto John Pawson en Minimalism. Designing Simplicity: [en una arquitectura mínima] “el vacío nos permite ver el espacio tal como es, para ver la arquitectura tal como es, evitando que sea ocultada o corrompida por los escombros incidentales de la parafernalia de la vida cotidiana”.
En el mismo texto, Franco Bertoni destaca la contribución del minimalismo a la arquitectura: “Dejando aparte el excesivo y mal uso del término, la arquitectura minimalista representa una de las contribuciones más significativas a la revisión de una disciplina y un intento por dotarla de nuevas bases”.
La relación entre el minimalismo y la arquitectura tradicional japonesa, inspirada en la escuela de budismo “zen”, también se da durante el intercambio cultural de los años 60, como lo cuenta Luis J. Madie en el libro Introducción a la arquitectura contemporánea: “Otras claves y simpatías [del minimalismo] se buscan en el pensamiento y las formalizaciones provenientes del budismo zen, por considerar este a los bienes materiales como un lastre, y a su despojamiento como un retorno a la desnuda esencialidad de la condición humana”.
Entre sus preceptos, el “zen” busca recuperar la simplicidad y la sencillez; en hallarlo todo para perderlo todo; la riqueza del vacío; y negar la existencia de un principio y de un final: sólo existe el vacío.
Al comparar los principios zen con los preceptos básicos del minimalismo, descubrimos su estrecha relación: centra su atención en las formas puras, simples y geométricas realizadas con precisión mecánica; emplea colores puros; asigna importancia al todo sobre las partes; trabaja con materiales industriales de la manera más neutral posible y diseña sobre superficies inmaculadas.
El concepto de limpieza (compositiva, estructural, conceptual) define muy bien a esta corriente, lo mismo que al zen.
La pureza y la sencillez solamente pueden conservarse en la medida en que se utilicen colores sobrios y neutros; de esta forma, pisos, muros y techos por lo general son blancos o grises, y si llegan a presentar algún color, siempre usarán tonos muy discretos.
Para los arquitectos minimalistas todos los elementos deben combinar y formar una unidad. Esto se resume también en otra significativa frase: todo es parte de todo.
Con el tiempo el minimalismo fue evolucionado. Hacia finales de los años sesenta alcanzó su madurez, de tal forma que hacia los setenta y ochenta, esta corriente ejerció una enorme influencia en la arquitectura y el diseño.
Entonces, ¿quién es el padre del minimalismo? A nadie se le puede adjudicar la paternidad de esta corriente. Pintores, arquitectos, músicos y escultores han contribuido a darle forma gracias a sus experiencias y por seguir el camino que a su vez otros artistas han trazado.
Fuente
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