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Año XXXI - N° 369 - Enero 2014

Editorial

Infraestructura, un tema más que urgente

Al comenzar un nuevo año, Mandu’a quiere comentar con sus lectores un diario reclamo, que muy probablemente es de toda la ciudadanía, el de la carencia de infraestructura en la capital de la República y su área metropolitana.
 
Estos son, entre otros, algunas de esas cotidianas quejas: la falta de desagües pluviales que se evidencia con cada lluvia y que ya ha costado más de una vida; la polución de arroyos, ríos y hasta del lago Ypacaraí, a causa, principalmente, de la ausencia de una red cloacal que abarque toda Asunción y zonas urbanizadas del Departamento Central, así como las correspondientes plantas de tratamiento de desechos para evitar que los efluentes se viertan en crudo en todos los arroyos de la región desembocando finalmente en el río Paraguay; el servicio de agua corriente de la Essap, sistema por cuyos vetustos caños el vital líquido más se pierde que el llega a las casas, inundando calles y permitiendo que el mortal mosquito del dengue deposite sus larvas en sus limpias aguas, siendo, además, una de las causas del deterioro de las arterias, ya que a cada caño roto sucede un nuevo bache, lo que motivó que el humor popular pusiera a su antecesora Corposana el mote de “Corpozanja”; la red eléctrica de la Ande que, alguna vez, debe dejar de ser aérea para instalarse bajo tierra, como ocurre en la inmensa mayoría de las ciudades modernas, evitando que sus cables mutilen preciosos árboles y que, con cada tormenta, populosos barrios queden por días y días sin servicio eléctrico, todo ello sin olvidar la necesidad de ampliar y reponer totalmente su sistema que, con lluvia o sin ella, colapsa día a día; la limpieza de Asunción y la Gran Asunción, cuyas ciudades no conocen del servicio de barrido y su recolección de residuos va de mal en peor, y el depósito de esa basura realizada, cuándo no, en vertederos clandestinos, en basureros municipales que no cumplen con el adecuado tratamiento que se debe dar a esos desperdicios; el caótico y saturado tránsito de calles y avenidas y el pésimo servicio de transporte público. 
 
Escapa a las posibilidades de espacio de esta hoja esbozar soluciones a toda esta larga lista de demandas, pero sobre algunas de ellas, al menos, Mandu’a quiere expresar su opinión.
 
El tema de la polución ambiental y especialmente la que hizo eclosión con la contaminación del lago Ypacaraí - directamente relacionada con la falta de una completa red cloacal y de plantas de tratamiento de esos  residuos- a pesar de su alto costo debe planificarse y ser una prioridad que no puede postergarse, pues no sólo el lago está poluido, sino todos los arroyos y hasta el río Paraguay, cuya contaminación llega hasta la ciudad de Formosa. Asimismo, el calamitoso estado de las calles, relacionado con la falta de una red de desagüe pluvial y, también, con las pérdidas de la red de agua potable.
 
Llegó la hora de poner en práctica el proyecto del ingeniero Fernando Vega, cambiando el existente empedrado tradicional, de pésima factura, por el empedrado de junta tomada, casi del mismo costo, pero de una calidad inmensamente superior y a un precio mucho menor al del pavimento de asfalto. Resulta inconcebible que este proyecto, a pesar de ser conocido por las autoridades, no haya sido implementado aunque sea a modo de prueba. La reparación de estas calles debe hacerse dentro de un plan que contemple la construcción simultánea de los desagües cloacales y pluviales para minimizar costos y evitar caer en los mismos males que ahora aquejan a las vías metropolitanas.
 
Este tema de las arterias, va relacionado también con el del caótico tránsito debido a una cuestión que tiene que encararse y solucionarse alguna vez. Durante la larga dictadura stronista, muchísimas calles fueron robadas por militares, policías y avivados de toda laya quienes se apoderaron de terrenos públicos destinados a plazas y calles. Estos geófagos primero se hicieron de las plazas públicas y cuando éstas se acabaron, se apoderaron de las calles. Ello puede comprobarse al transitar por una arteria que abruptamente termina, topándonos con una residencia, la que continúa al otro de la manzana, incluso con el mismo nombre. La Ley autoriza a recuperarlas ya que estipula que los espacios públicos no pueden ser donados, ni vendidos, ni alquilados y que ese derecho público nunca caduca; lo único necesario es la voluntad política de recuperarlos. Esta decisión debe encararse por lo menos, por ahora, para aquellas vías imprescindibles que faciliten un tránsito más fluido, lo que será inviable mientras la inmensa mayoría de las calles sean de doble mano, ya que la circulación en un solo sentido es mucho más ágil. Ello, igualmente, coadyuvará al desarrollo de un transporte público más eficiente que complemente la decisión, tan largamente postergada, de la implementación del metrobús. 
 
Mandu’a, seguirá refiriéndose a estas y otras carencias que en esta ocasión quedaron en el tintero.
 
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