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Año XXXV - N° 417 - Enero 2018

Editorial

 

Un año para ser parte del cambio

Empieza un año que va a ser distinto que los demás. Distinto, porque en abril de este 2018 habrá elecciones generales para elegir a los que van a dirigir el destino del país y de lo que podríamos llamar “las patrias chicas” -los departamentos- de la República. No por ello habrá que olvidar que la vida de la Nación, en sus múltiples proyecciones, continúa. En lo que nos atañe a nosotros, el mundo de la construcción, las obras públicas y privadas tienen que mantener e incluso acelerar su ritmo porque es uno de los motores principales de la economía nacional. Más allá de los comicios en sí, el periodo de transición entre el final de un gobierno y el inicio del que asumirá en agosto próximo, el país no puede desacelerar su marcha.

En una democracia, el momento más importante es el de la elección de sus autoridades. Allí, con el “voto universal, libre, directo, igual y secreto”, tal como dice nuestra Constitución en su artículo 118, el ciudadano ejerce la plenitud de su poder. Cada quien, en el cuarto oscuro, constituye un solo voto sin importar la categoría social a la que pertenezca, su grado de instrucción ni su nivel económico.

Por lo tanto, los comicios que se llevarán a cabo dentro de cuatro meses son de suma relevancia para el futuro inmediato del Paraguay. Ningún ciudadano en edad de sufragar puede quedarse en su casa con los brazos cruzados dejando que otros decidan su destino. La Constitución -en el mismo artículo 118 citado-, determina que “el sufragio es derecho, deber y función pública del elector”. Es el único instante en que la soberanía reside en cada uno de nosotros. Nadie tiene que quedar al margen de la oportunidad de ejercer su poder de elegir. Si no lo utiliza, no tendrá luego la habilitación moral para criticar a los gobernantes.

Mirando el menú electoral, lo que los partidos y movimientos políticos ofrecen, se observa que en muchos casos aquellos que ya ejercieron el poder -en los casos en los que pueden ser reelectos como por ejemplo senadores nacionales, diputados departamentales y legisladores del Parlasur- y no han satisfecho las expectativas, vuelven a presentarse. Las opciones de renovación de por lo menos los rostros son escasas.

Paralela a las aspiraciones de ser electos y de la observación de las ofertas electorales sigue circulando la vida del país. Y dentro de ese fluir incesante es necesario mirar lo que nos atañe específicamente: el mundo de la construcción, ese universo rico y, a la vez, complejo a través del cual se van modificando los espacios para proporcionar a las personas mayor calidad de vida.

Considerando lo que ha quedado atrás, el sector de la construcción ha sido -junto al sector agropecuario exportador de soja y carne-, uno de los que han inyectado mayor dinamismo a la economía. Tanto en el ámbito privado como público se han realizado obras que han contribuido al avance del país.

En el sector de las obras públicas es donde había y sigue habiendo un alarmante atraso. Los parches de urgencia han sido apenas la demostración práctica de que las soluciones son más que necesarias. Por lo tanto, los últimos esfuerzos del gobierno saliente y los primeros del entrante, sobre todo, tendrán que enfocarse hacia ese punto crítico que constituye un obstáculo para el desarrollo.

A modo de ejemplos rápidos, recordemos algunas de las urgencias impostergables. Los ensanches de las principales rutas -la 1 y la 2 y su empalme, la 7-, son de una prioridad absoluta. A ello hay que sumar el reacondicionamiento de escuelas y la edificación de aulas a lo largo y ancho del país. El aeropuerto internacional es otra obra clave para el desarrollo.

Es imposible dejar de mencionar la necesidad global de más y mejor infraestructura para superar al menos en gran parte el problema de la congestión del tránsito de automotores en las áreas urbanas, particularmente en Asunción y su Área Metropolitana lo mismo que en Ciudad del Este y su entorno. Hallar las respuestas es una labor interinstitucional que no puede ser postergada ni un día más. Es cuestión de vida o muerte. Es inadmisible que una travesía de 40 minutos se siga transformando en un calvario de tres horas.

Volviendo al tema de las elecciones y empalmándolo con el de las obras pendientes, es necesario que los ciudadanos -hasta donde le permitan las ofertas electorales- voten por candidatos que den alguna esperanza de cambio en el modo de ejercer el poder para solucionar los graves problemas nacionales. Habrá que mirar muy atentamente qué proponen en materia de obras públicas y cómo lo piensan abordar, y también la credibilidad de cada uno.

Hay un factor que puede ayudar al cambio: la participación de la gente para exigir a los políticos que gobiernen a favor de los ciudadanos. Si bien votar es trascendente, dejarlos luego libres para que abusen de su poder -como sucede hasta hoy-, es un acto de suprema irresponsabilidad. Controlándolos, presionándolos, poniéndolos en evidencia y ejerciendo acciones concretas de rechazo a sus gestiones será posible contribuir a transformar en algo el Paraguay.

 
 

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