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Año XXXVIII - N° 449 - Septiembre 2020

Editorial

Educación digital, solo una solución a medias

A nadie le es ajeno que la pandemia del coronavirus ha sorprendido al mundo y si bien se han ido estableciendo parámetros generales para enfrentarlo, cada país ha tenido que establecer estrategias propias.
En el Paraguay, la educación –en todos sus niveles- ha sido la que recibió el mayor impacto de la enfermedad que se universalizó rápidamente. La primera drástica medida en este campo ha sido la suspensión de las clases presenciales debido al alto riesgo de transmisión del virus en las aulas.
El desafío inmediato que apareció para las autoridades del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), los docentes, los estudiantes de los distintos niveles y los padres fue cómo convertir la crisis en una oportunidad de aprendizaje. En la era tecnológica, era obvio que para no perder el año la educación digital era la salida.
De buenas a primeras, era la solución ideal para las circunstancias que se presentaban. Sin embargo, para su implementación, las dificultades que se presentaron de entrada se multiplicaron y, con el correr del tiempo, se acrecentaron. 
Era de esperarse que las cosas no fueran fáciles puesto que en el país nunca hubo una educación digital masiva que permitiera acumular experiencia y sirviera de parámetro para casos de emergencia. Entonces, casi todo hubo que improvisar: formas de transmitir los contenidos, los contenidos mismos, la preparación de los profesores, la adecuación de los alumnos y sus padres a la nueva situación, las plataformas digitales a utilizar y otros aspectos de una realidad compleja.
Se partió del principio general de que en cada hogar donde hay estudiantes existe al menos un celular. En ese criterio, sin embargo, no se consideró la capacidad del aparato, su conexión a internet, los gastos adicionales que implicaría el nuevo sistema sobre todo considerando la pobreza de un vasto sector de la población y otros aspectos de orden muy pragmático.
Aun considerando la debilidad del liderazgo del MEC para la implementación de la educación digital y teniendo en cuenta las limitaciones concretas del medio utilizado, sin embargo, en un esfuerzo de rápida adecuación que a ratos fue heroico, maestros, estudiantes y padres de familia respondieron positivamente en la medida de sus posibilidades a las nuevas exigencias educativas.
No hay que ignorar, por otro lado, que por las limitaciones de los celulares, la falta de conectividad, la carencia de dinero para la adquisición de saldos de internet y otras circunstancias, muchos de los que pertenecen a sectores sociales más vulnerables han quedado fuera de la improvisada estrategia educativa, entre ellos campesinos y habitantes de los cinturones de pobreza de las ciudades.
Lo real y concreto es que la educación digital suplió en parte a las clases presenciales, pero deja un gran vacío en cuanto a la calidad de la enseñanza y las posibilidades de acceso masivo al recurso. Muchos quedaron al margen.
Lo positivo es que mostró un camino que puede ser recorrido exhibiendo las limitaciones que existen en el itinerario emprendido. En el campo del acceso digital y a la calidad del mismo, así como de la capacidad para aprovechar productivamente la tecnología, se ha visto que es mucho aún lo que le falta al Paraguay para hacer valer la herramienta disponible.
Mucho es lo que falta invertir y educar para que la educación digital pueda ser una alternativa válida y valiosa para suplir las formas tradicionales de aprendizaje.
 
 

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