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Año XXXVIII - N° 450 - Octubre 2020

Editorial

La responsabilidad en la lucha contra el coronavirus.

Con el considerable incremento de los afectados por el Covid19 y, sobre todo de la cantidad de fallecidos se pone en evidencia la gravedad de la situación que afecta al país. Aquí, por la estricta cuarentena adoptada al inicio de la pandemia con los primeros casos que se detectaron a nivel local, sus efectos han tardado más en hacerse masivos, pero hoy la circulación comunitaria es una realidad patente.

Ante este panorama, de acuerdo a las recomendaciones de los médicos especialistas en la materia, la mejor estrategia es tomar todas las precauciones indicadas por ellos en lo que atañe a quedarse en la casa en lo posible, usar tapabocas y protectores de plástico transparentes, cumplir estrictamente las medidas de lavados de manos con jabón y alcohol y la desinfección con lavandina de los productos de supermercado u otros lugares que se traen a las casas así como las demás disposiciones de prevención dados a conocer.

Dada la escasa cantidad de medios de los que se dispone en el sector de salud pública (poca cantidad de camas de terapia intensiva, de camas hospitalarias para internación, de respiradores, de médicos y personal auxiliar de cuidados intensivos y otros recursos imprescindibles), los epidemiólogos ponen énfasis en la necesidad de que la batalla se gane fuera de los hospitales. Ello implica la adopción de cuidados personales para la protección de uno mismo y de los demás, aquellos que están en el entorno inmediato de las personas.

Se ha detectado que la mayor parte de los contagios se ha producido en aglomeraciones de personas, en encuentros informales donde han participado muchos sin cuidar el debido distanciamiento y sin tener en cuenta las recomendaciones de conocimiento general. Se ha notado la inconsciencia de muchos que han tomado parte de juegos, cumpleaños y otros motivos de reunión con gran cantidad de participantes.

Lo que se requiere para paliar los efectos de la enfermedad es conciencia, responsabilidad ciudadana. Ello debería implicar evitar aquellas transgresiones que pongan en peligro la salud de cada uno y de los demás. Lo que no es estrictamente necesario e imprescindible, tendría que dejarse de lado.

Dentro de todo esto es imposible no hacer alusión a la lamentable corrupción (y sospecha de corrupción derivada de los hechos) que ha rodeado la gestión del Ministerio de Salud Pública responsable de liderar la lucha contra el coronavirus. Esa situación ha repercutido en las compras de insumos porque al incrementar los controles para evitar los robos los procesos de adquisición se han vuelto mucho más lentos. De ese modo el tiempo ganado al principio de la pandemia para, mientras tanto, equiparse y esperar el momento más duro que se está enfrentando ahora, no ha servido de mucho.

Es muy penoso ver que en un momento en que se necesita que la transparencia y la honestidad faciliten las gestiones para enfocarse de lleno al desafío de combatir la enfermedad que nos invade, los corruptos estén al acecho para sacar provecho económico de la situación. Y que el Ministerio de Salud no tenga la suficiente entereza para evitar que la impunidad premie a los aprovechadores.

El pedido de responsabilidad y de conciencia a la ciudadanía sirve también para el Ministerio de Salud para que con esas mismas actitudes cuide mejor la cosa pública, el dinero que se le ha confiado, dando señales claras de que ha cambiado de actitud con respecto a la corrupción. Solo así se podrá confiar en su gestión bastante desacreditada por causa de las irregularidades.

 

 
 

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