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Año 40 - N° 479 - Marzo 2023

Editorial

Está llegando la hora del anhelado cambio

Al Paraguay le falta una profunda transformación, un cambio que asuma los errores del pasado, tome conciencia del presente y se proyecte al futuro con esperanza. Tal como estamos hoy, con los sucesivos gobiernos post dictatoriales, en vez de avanzar hemos retrocedido. La calidad de la democracia se ha degradado tanto que se ha convertido nada más que en un envase con menos contenido cada vez.

El partido que ha administrado el país durante siete décadas –con solo un periodo de paréntesis- está llevando al Paraguay al abismo. Eso se manifiesta en mayor pobreza, falta de empleo digno. Aunque la propaganda oficial mantiene en un dígito la inflación anual, la realidad diaria del bolsillo dice otra cosa, la agricultura familiar campesina está abandonada y en la migración al exterior se buscan las oportunidades que aquí no se encuentra.

La salud pública es calamitosa. Ni el Ministerio de Salud Pública ni el Instituto de Previsión Social (IPS) prestan una atención adecuada a la demanda de servicios sanitarios. Han sido incapaces de responder a la altura de las exigencias primero a la pandemia del Covid-19 y luego a las enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes Aegypti.

La corrupción es otra llaga lacerante. Amparada por la impunidad otorgada por una justicia también corrupta, se enseñorea en las instituciones públicas de manera vergonzosa.

La educación, en todos sus niveles, está peor. La tan cacareada reforma de la reforma educativa no ha ido a ninguna parte. Por falta de liderazgo, ausencia de conocimiento de los grandes fines a alcanzar, incapacidad y otras causas hoy ha vuelto a casi fojas cero tirando el fardo al próximo gobierno.

La seguridad es otro gran talón de Aquiles del país. Asaltos perpetrados por motochorros y delincuentes con armas de guerra, asesinatos, feminicidios, abusos contra menores y otros males son cosas de todos los días. La Policía es incapaz, no tiene voluntad de luchar contra la delincuencia y algunos de sus personales se alían, por coimas, a los que agreden a la sociedad.

 

En el capítulo de la inseguridad, el narcotráfico es uno de los peores problemas. Sus tentáculos se han ido extendiendo a lo largo y a lo ancho de nuestra geografía por tierra, agua y aire. No solo hay producción y tráfico de estupefacientes prohibidos sino que los grandes capos cuentan con apoyo político en las estructuras de poder.

Por estos y otros problemas graves, necesitamos un cambio. El actual estado de cosas es insostenible. Ya está más que probado que los que han gobernado y gobiernan el país no fueron, no son y no serán capaces de construir una democracia donde imperen las leyes, haya castigo para los corruptos y bienestar para todos los estratos sociales. El 30 de abril próximo tendremos la oportunidad de castigar a los que hace tanto tiempo privan al país de una mayor calidad de vida.

                                                                                

 

 
 

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