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Año 42 - N° 494 - Junio 2024

Editorial

Es necesario que los estudiantes construyan su propio poder

Los jóvenes de los niveles secundario y universitario son los grandes ausentes del periodo postdictatorial al que se ha dado en llamar democrático. Sus esporádicas apariciones de protesta y reclamos no han pasado de ser flashes que se han apagado a la vuelta de la esquina.

En estos 35 años las tradiciones de lucha y reivindicaciones no solo estrictamente vinculadas a los estudios sino también a los grandes temas nacionales que sí eran las características de los que poblaban las aulas en tiempos de la dictadura, han desaparecido. Recordemos tan solo a las facultades de Medicina e Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y de Filosofía de la Universidad Católica (UCA) cuyos centros de estudiantes lideraban acciones gremiales y antidictatoriales.

En los últimos años hubo movimientos estudiantiles de cierta magnitud ten la Capital, sus alrededores y en algunas cabeceras departamentales. El primero de ellos giró en torno al eslogan UNA no te calles que sacó a luz irregularidades de la UNA. Su epílogo fue el encarcelamiento y la condena del que era todopoderoso rector de la Nacional.

El fervor estudiantil de entonces, logrados parcialmente los objetivos, careció de voluntad y estructura que mantuviesen vivas la organización, los vínculos y los ideales que les permitiera continuar avanzando hacia un aspecto esencial para cambiar el país: la calidad de la educación.

El segundo eslabón apareció este año con las protestas en torno a la gratuidad de la enseñanza en las universidades públicas en peligro y el plan de Hambre Cero del gobierno que no era sino redireccionar rubros beneficiando a unos y perjudicando a otros. Como muchas veces ha ocurrido, las movilizaciones fueron neutralizadas por el poder con promesas que enfrían el entusiasmo, dan una falsa sensación de victoria y el tiempo las convierte en letras muertas.

Los estudiantes secundarios no se han diferenciado mucho de los universitarios. Sus planteamientos no han tenido fuerza para producir transformaciones. En una de sus movilizaciones lograron voltear a la única ministra de educación de verdadera valía del periodo democrático y luego no pasó a mayores: cayeron en la telaraña de la labia seductora de su sustituto que fungió de demagogo, no de autoridad, y la lucha fue llevada por el viento.

Valga este somero panorama acerca de los estudiantes para señalar la necesidad de que los alumnos secundarios y universitarios, tanto de instituciones públicas como privadas, tengan una voz firme y protagónica en relación a sus estudios y a la vida del país al que pertenecen.

Ahora que está en proceso una reforma educativa es necesario que los estudiantes se organicen, se unan, construyan un poder sólo y planteen sus puntos de vista en relación a la educación de calidad que el Paraguay requiere para alcanzar un desarrollo que dé bienestar a todos.

 

 

 

 

 
 

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