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Año 42 - N° 496 - Agosto 2024
Editorial
Hasta ahora no se vive mejor
Ha pasado ya el primer año del actual gobierno y es el momento propicio para evaluar su desempeño en las distintas áreas del quehacer propio del Estado que ha recibido como mandato de las urnas.
El eslogan de la campaña del presidente Santiago Peña, fue “Vamos a estar mejor”. Sus discursos electoralistas hablaban de austeridad para que el erario público dispusiese de más fondos para invertir en áreas clave y responder a las necesidades urgentes. Poco después de asumir el cargo, sin embargo, él se autoaumentó el sueldo y los parlamentarios también recibieron un incremento de ingresos. Aquello fue ya una señal de que de lo prometido a lo ejecutado habría mucho trecho.
Efectivamente, mirando los 12 meses que transcurrieron desde su asunción al poder, no se ven en la administración de la cosa pública evidencias de austeridad. Por el contrario, persisten los derroches en combustibles, viáticos, viajes al exterior y otros rubros que están lejos del uso mesurado de los escasos ingresos que tiene el fisco. Si a ello se agrega el incremento de la deuda pública con organismos financieros internacionales, la prédica de austeridad no pasó de ser demagogia barata.
Si bien la economía muestra algunas aristas de recuperación, no ofrece aún respuestas alentadoras. Oficialmente, el índice inflacionario de mantuvo en un dígito; la realidad de la vida diaria de la población dice, en tanto, que la depreciación del guaraní es mucho más elevada. El costo de vida sube mes a mes. Con este panorama, los 500 mil empleos prometidos están lejos de cumplirse.
La negociación de la tarifa energética de Itaipú con el Brasil ha sido un fracaso: luego de que el gobierno anunciara con bombos y platillos un elevado ingreso anual para el Paraguay, los expertos en la materia demostraron que se reducía -de nuevo-, a migajas.
En las áreas de educación y salud continúan e incluso de han acrecentado los problemas. La cacareada reforma educativa para adecuarse a los nuevos tiempos está estancada. Y en salud faltan hospitales, medicamentos, profesionales especialistas y atención a tiempo completo.
En cuanto a seguridad de las personas y sus bienes, no hubo avance alguno. Los fogonazos rimbombantes de triunfo ante la delincuencia no han pasado de eso porque no han algo sistemático y sustentable.
En materia de obras públicas -rutas sobre todo-, se encuentra uno de sus puntos fuertes. Continúa las obras de su predecesor y está embarcado en nuevos proyectos de comunicación vial. En cuando a viviendas ha ideado modalidades cuya eficacia aún está por verse.
Como síntesis, con Peña no se está viviendo mejor, aunque una parte de los políticos y sus amigos sí están ya mejor económicamente y en cuanto a impunidad. Con un año ya gastado, es mucho lo que tendrá que esforzarse para que sus promesas se cumplan al menos en parte.