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Año 42 - N° 498 - Octubre 2024
Editorial
No hay seguridad en las rutas
La seguridad tiene varias aristas. Atañe a las personas físicas y sus bienes. Y al Estado que arbitra los medios para que se pueda vivir con tranquilidad. Sus ámbitos son los espacios privado y público.
Cuando se habla de la seguridad ciudadana, lo inmediato es referirse a la posibilidad real de que las personas transiten libremente por nuestro territorio sin que sean asaltadas, asesinadas o violentadas físicamente. Y que haya una sensación de estar libre de riesgos.
Un aspecto no abordado por lo general en los medios de información, las redes sociales, conversaciones cotidianas es la inseguridad en las rutas.
Los últimos gobiernos se han empeñado en construir rutas y ampliar la cantidad de vías asfaltadas. Esa acción es positiva puesto que la economía de un país se moviliza en transportes que facilitan y aceleran los accesos a los distintos lugares del país.
Es necesario, sin embargo, señalar que aun cuando haya más rutas y éstas estén señalizadas, algunas de ellas cuenten con dos carriles para la ida y para la vuelta evitando los cruces que se dan en calzadas de doble vía y los vehículos se desplacen sin obstáculos hacia su destino, hay inseguridad en nuestras flamantes rutas: los accidentes y los asaltos son las evidencias diarias.
Ello se da porque no se han tomado suficientes medidas de seguridad para proteger la vida y los bienes de las personas que circulan sobre el asfalto. No hay que olvidar que el factor humano, personal, juega un rol trascendente en este tema, pero ello no quita que los principales responsables de mantener seguras las rutas son las instituciones públicas.
El accidente ocurrido hace poco en el cerro Caacupé donde un camión transportador de ganado, salió de su carril reglamentario, perdió el freno y se estrelló contra algunos vehículos que se encontraban en su trayectoria ocasionando la muerte de seis personas muestra una dura realidad.
Por otro lado, a menudo, las cajas de caudales son asaltadas en las rutas. No solo eso, también personas particulares.
Esos episodios son las réplicas de hechos similares que se dan en todo el país. Lo evidente es que la Patrulla Caminera no controla con eficiencia o controla y no sanciona por lo que los infractores ponen en manos de sus agentes. Tampoco la inspección técnica vehicular funciona. Los municipios reparten licencias de conducir y habilitaciones solo con pagar. Y la Policía Nacional no ofrece seguridad rutera por complicidad -explícita o implícita- con los delincuentes.
El Ministerio del Interior, en definitiva, es el gran responsable de la inseguridad rutera. Es urgente que cumpla su rol a cabalidad porque las rutas asfaltadas, para ser completas, tienen que ofrecer seguridad a los que transitan por ellas.