Edición N° 401 - Septiembre 2016
“Pampulha fue el inicio de Brasília”
Sentenció el hacedor del Complejo Pampulha, Oscar Niemeyer, declarado ahora Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, organización que en 1987 declaró a la capital brasileña Patrimonio Cultural de la Humanidad
La Unesco incluyó en la lista de Patrimonio de la Humanidad al Complejo Moderno Pampulha, en la capital del estado brasileño de Minas Gerais, Belo Horizonte. El complejo incluye cuatro construcciones: el casino (ahora conocido como el Museo de Arte de Pampulha), la casa de baile, la iglesia de San Francisco de Asis y el Tennis Yacht Club, todas diseñadas a comienzos de los años 40 por el gran arquitecto modernista de Brasil, el ya fallecido Oscar Niemeyer.
La candidatura de Pampulha ante la Unesco empezó en 1996 como un rubro de una lista de los muchos lugares de Brasil merecedores de ser patrimonio. Sin embargo, fue recién en el 2012 que el gobierno de Belo Horizonte duplicó sus esfuerzos, que finalmente rindieron frutos cuatro años después y por una buena razón. El sitio web de la Organización del que ahora es el vigésimo Patrimonio de la Humanidad de Brasil indica los factores detrás de la decisión de incluirlo en la lista: “La explotación de las propiedades plásticas del hormigón y la fusión de diversas artes -arquitectura, escultura, pintura y paisajismo- dieron lugar a la creación de construcciones de formas audaces que se integran en un conjunto armónico. El sitio constituye además un testimonio de la influencia del clima, el medio ambiente y las tradiciones del Brasil en los principios de la arquitectura moderna”.
Rodeado por paneles de tejas azules pintados por el reconocido pintor brasileño Cândido Portinari, el Complejo Pampulha incluye una iglesia de línea única. Construida en 1943 con la asistencia del ingeniero y poeta Joaquim Cardoso, la iglesia de San Francisco de Asis dejó de lado normas arquitectónicas en favor de un exterior de moda y cielos abovedados.
Sus cautivantes curvas fueron causa de escándalo social en su época. Se dice que Niemeyer, que era marxista de toda la vida, diseñó la iglesia para representar el símbolo del comunismo (aunque él mismo nunca lo confirmó).
Y mientras el diseño de la construcción hablaba muy fuerte, la campana de la iglesia permaneció en silencio hasta 1959. Según el autor Marcelo Cedro, en un escrito sobre Kubicheck y la iglesia de Pampulha, la falta de una cruz causó que Don Cabral, arzobispo de Belo Horizonte, dijera “sin el signo de la cruz, las curvas parecen querer perforar la tierra en busca de oscuridad”.
Cedro llegó a decir que la larga no consagración de la iglesia puede haber sido una retribución por sus “pecados”, no solamente su sensual diseño, sino la ostentación del complejo, que incluía un casino.
Aunque la Iglesia Católica lo consideró una herejía, el gobierno de la ciudad lo calificó de monumento y le otorgó la condición de patrimonio histórico y artístico.
En cuanto al casino, se planificó originalmente como el elemento central del Complejo Pampulha (tal vez porque al entonces prefecto de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek le encantaba apostar). Diseñado por Niemeyer en una sola noche, y construido en 1942, se convirtió rápidamente en el lugar de la alta sociedad en Belo Horizonte, y hasta atrajo a turistas de lejos.
Además de apostar, las personas también visitaban el lugar para disfrutar de música en vivo y de pista de baile, así como de una experiencia circense de actuaciones artísticas. Sin embargo, el casino como idea duró poco, debido a un decreto presidencial que prohibió las apuestas en 1946. Tendrían que pasar otros once años antes de que el lugar fuera reconvertido en 1957 como el Museo de Arte de Pampulha. Hoy alberga una colección de 1,600 obras de arte contemporáneo.
La “casa de baile” fue creada originalmente en 1943 en una isla artificial como lugar para celebraciones, con un restaurante y una pista de baile. Afectada por el cierre del casino cercano que le daba al Complejo un ambiente de emoción, la casa de baile cerró en 1948 y se le reutilizó muchas veces hasta que, en el 2002, se convirtió en el Centro de Referencia para Arquitectura, Urbanismo y Diseño.
Modelado a partir de un bote listo para entrar al agua, el Tennis Yacht Club (conocido originalmente como Golf Yacht Club) se construyó en 1942, y visiblemente carece de las voluptuosas características de las otras edificaciones. La razón de ser detrás de su construcción fue servir como lugar de diversión y recreación familiar, además de ser lugar de fiestas temáticas.
Oscar Niemeyer, que falleció en el 2012 a los 104 años, fue más conocido por ser codiseñador de Brasília, la capital de Brasil, a mediados de los años 50. Aunque el Complejo Pampulha pueda hacerse conocido en todo el mundo ahora que la Unesco lo ha puesto en el centro de atención, un hecho menos conocido es que “Pampulha fue el inicio de Brasília”, según el propio Niemeyer. Para entender mejor lo que quiere decir esa frase, debemos regresar al menos a los años 1940, e incluso a fines del siglo XIX.
En 1897, Brasil como república tenía apenas nueve años, y la anterior capital del estado de Minas Gerais, Ouro Preto, no solamente estaba muy asociada con la minería y la monarquía, sino que también tenía pocas expectativas de crecimiento viable. Esto requirió que se fundara e inaugurara una de las primeras ciudades planificadas de Brasil, Belo Horizonte, conocida en ese tiempo como Ciudad de Minas.
Cuatro décadas después, en 1940, el prefecto de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek, decidió crear un distrito planificado dentro de la región norte de la ciudad, mayormente sin uso. La idea era encontrar una manera de enfrentar el crecimiento de la población, que, irónicamente, la ciudad planificada no había planificado.
Para la tarea, convocó a un nombre que empezaba a sonar en el mundo de la arquitectura, Oscar Niemeyer, de 33 años en ese momento, para crear el Complejo Moderno Pampulha. Este fue el primer proyecto en solitario del joven arquitecto, y lo catapultaría también como precursor de la creación de Brasília. Cuando el exprefecto de Belo Horizonte se convirtió en el vigésimo primer presidente de Brasil en 1956, supo a quién llamar cuando debió enfrentar la tarea de mudar la capital del país de Río de Janeiro a un lugar más central cuando Brasil empezó a expandirse hacia el oeste (se puede encontrar la idea ya en 1763).
Gracias al éxito de Pampulha, el presidente Kubitschek (conocido como Padre del Brasil Moderno) sabía que podía confiar en Niemeyer, no meramente por su visión de integrar a la naturaleza en el arte, de la que Niemeyer dijo: “No es el ángulo recto el que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el sinuoso curso de sus ríos, en las olas del mar, el cuerpo de la mujer amada. Las curvas hacen el universo entero, el universo curvo de Einstein”.
En una zona prácticamente no utilizada de su ciudad en crecimiento, Juscelino Kubitschek, junto con Oscar Niemeyer, nunca vio lo que en verdad estaba ahí, sino lo que podría estar, proeza que ambos repetirían más de una década después en la nueva capital del país. Tristemente, Kubitschek murió en un accidente de auto en 1976 y no pudo ver cómo su visión nacida en Belo Horizonte se convertía en Patrimonio Mundial. Sin embargo, el Complejo Pampulha y Brasília -dos de sus mayores proyectos- perdurarían, al igual que la arquitectura eterna de su arquitecto jefe.
Fuente
https://es.globalvoices.org