Edición N° 441 - Enero 2020

“Se va a acabar el Cháke permanente de que el agua sube y tenemos que mudarnos”

 
  • Omar Caballero

  • Mudanza ante una nueva crecida.

  • Cinthia Amarilla

  • Después de la crecida siempre hay que comenzar todo de nuevo.

  • Natalia García

 

Gracias a la perseverancia, la organización y el coraje los pobladores del Bañado Tacumbú han logrado que el Gobierno –con un préstamo de 100 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)- ponga en marcha un proyecto de vivienda digna que acabará con las zozobras de la mudanza de cada inundación.

El artículo 100 de la Constitución Nacional, para muchos de los que viven en nuestro país, es letra muerta. Bastará con leer su contenido y mirar la realidad que afecta a miles de compatriotas para corroborarlo. Dice: “Todos los habitantes tienen derecho a una vivienda digna”.

Es también un mero enunciado su artículo 7 que expresa: “Toda persona tiene derecho a habitar en un ambiente saludable y ecológicamente equilibrado”.

El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en tanto, reconoce que la vivienda es un derecho que no se le puede negar a ninguna persona.

Donde se observa en su más dramática versión de qué manera los que llevan adelante las políticas públicas en nuestro país han ignorado sistemáticamente el derecho “a una vivienda digna” y “a habitar en un ambiente saludable” es en las zonas ribereñas del río Paraguay y más específicamente en Asunción y sus alrededores.

Entendida la vivienda no solamente como un espacio para albergar a las personas sino también como un entorno que ofrece condiciones idóneas para su desarrollo pleno, es evidente que el Estado tiene una voluminosa deuda con un importante segmento de la población nacional.

 

Lucha pacífica que rinde sus frutos

El Bañado Tacumbú –en Asunción-, ejemplifica a cabalidad el abandono que han sufrido históricamente aquellos que sumidos en la pobreza y ajenos al circuito de la atención de las autoridades han sido condenados a sobrevivir en condiciones indignas, como si no fueran seres humanos.

Sin embargo, gracias a la férrea voluntad de salir de la marginación a través de una lucha pacífica, pero firme, con la participación activa de los que se encuentran en situación de vulnerabilidad, sus pobladores –luego de casi 30 años de persistencia en sus reivindicaciones-, están viendo la luz al final del oscuro túnel que les ha tocado padecer.

El proyecto de Franja Costera, que abarca el oeste y el sur de la Capital, que prevé la construcción de viviendas para 2.600 familias, es el faro de esperanza que se yergue en el horizonte de la vida de los sufridos bañadenses de Tacumbú.

Con el afán de conocer más a fondo, in situ, la realidad del Bañado Tacumbú, Mandu’a conversó con dos vecinos de esa comunidad, Cinthia Amarilla y Omar Caballero, así como con la trabajadora social Natalia García. Ellos recuerdan su vía crucis de cada inundación, el afán de poner fin a las corridas de cada creciente, cómo se organizaron y de qué modo sortearon los problemas para encontrarse hoy en una etapa de general optimismo.

 

La corrida de cada creciente

Caballero menciona que a poco de caer la dictadura, cuando Carlos Filizzola era intendente de Asunción, comenzó el proyecto de Franja Costera. “Pensamos en nuestros hijos, no queremos que ellos pasen de por vida lo mismo que nosotros. Muchos años de lucha llevamos. En 2018 yo solo estuve dos meses en mi casa. En 2019, de marzo a agosto estuvimos en el refugio. Al volver a la casa, se encuentra que la parte eléctrica ha sido destruida, así como el piso y las paredes, la puerta destruida, siempre hay que comenzar todo de nuevo. Desde fines del 2014 estamos así”, agrega.

Cinthia Amarilla habla de los prejuicios hacia la gente del “bajo”. “La gente nos margina, pero nosotros estamos trabajando por algo digno. No es que vivimos de arriba.  Somos muy organizados. El Camsat –Centro de Ayuda Mutua Salud para Todos-. es grande. Contamos con la ayuda del padre Pedro Velazco. Gracias a nuestra organización se va haciendo posible nuestro sueño. Va a ser algo histórico”, indica.

Se refiere a que, por fin, todo indica que esta vez van a llegar a buen puerto. Las obras que les han de permitir contar con esas “viviendas dignas” que no pudieron alcanzar durante tanto tiempo y desenvolverse en “un ambiente saludable”, han sido licitadas.

“Se avanzó mucho. Hay acuerdos firmados, el préstamo está, la licitación fue adjudicada, ya está la empresa que va a hacer los trabajos, hay un cronograma”, afirma Caballero para agregar: “La vida va a ser diferente. Se va a acabar el Cháke permanente de que el agua sube y tenemos que mudarnos”, acota Caballero para indicar que los hijos de la comunidad no quieren mudarse del lugar porque se sienten parte de él.

 

Participación y unidad

Para Natalia García lo alcanzado es muy importante porque se logró con la participación de todos los que están representados en la Asamblea Permanente Unidos por la Franja (APUF). La organización está estructurada de tal modo que todos los pobladores, en algún momento y a través de un mecanismo de participación, han hecho escuchar su voz. “La unidad comunitaria es nuestra fuerza. Este proyecto es la decisión del barrio”, sostiene.

El padre Pedro Velazco, que acompaña a la gente del Bañado Tacumbú, en la edición de Mandu’a del mes pasado –diciembre de 2019-, resumía que el proyecto “va mucho más allá de construir un barrio no inundable y contar con viviendas propias”, indicando que la meta final es “lograr salir de la pobreza y hacer posible una vida digna para todo el Bañado”.

 

Mario Rubén Alvarez

 

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