Existen diversas opciones en el mercado en lo que se refiere a sistemas de riego. El conocimiento de la naturaleza y la atención a las condiciones climáticas son claves para seleccionar la tecnología y diseño apropiados para lograr eficiencia en el uso del agua.
Hace unos pocos siglos, cuando los fenómenos naturales conjugaban armoniosamente, no se necesitaba adicionar agua a ningún cultivo, todo estaba equilibrado.
Después el hombre fue separando árboles de agricultura, campos de ciudades, cubriendo con áridos gran parte de la superficie del planeta y las aguas erosionaron las tierras y los cursos hídricos se alejaron de sus plantas.
Los primeros registros de riego en agricultura se remontan al 6000 a.C. en Egipto y Mesopotamia (Irak e Irán en la actualidad) cuyos pobladores utilizaban las riadas del Nilo o del Tigris y el Éufrates, respectivamente. Los incas trasportaban aguas a sus cultivos por acequias, verdaderas obras de ingeniería.
Regar es trasladar las aguas lejanas hasta las aéreas cercanas a los cultivos que las necesitan. El agua disuelve las materias sólidas solubles que se encuentran en el suelo que se convierten en nutrientes, conducidas hasta las raíces.
El riego representa la diferencia entre la necesidad de agua del cultivo y la precipitación efectiva. Hoy en día, la regadera, el tradicional instrumento de aspersión del hogar ha cedido su espacio a eficientes difusores.
Para muchos regar es entrar en contacto con la naturaleza, a esto se suma la satisfacción de ver cada mañana como van creciendo las plantas. Pero también se trata de toda una ciencia, donde deben tenerse en cuenta la cantidad de agua, el tamaño de las gotas, la frecuencia y velocidad de esparcimiento.
El riego por goteo
El riego por goteo deja un aporte hídrico cerca de las plantas y sus raíces, la instalación puede ser superficial o enterrada, con mangueras con orificios distanciados equitativamente. No se trata de una manguera con orificios caseros.
Se trata de una tubería especial para el sistema de goteo, que permite un riego que no necesita de grandes presiones y funciona de forma altamente eficiente, permitiendo ahorrar agua y al mismo tiempo satisfacer con mucha exactitud la demanda de riego.
El riego por aspersión
Otro sistema muy conocido es el de irrigación por aspersión. En este caso, las partículas de agua se desplazan por el aire dispersándose en gotas de diferentes tamaños según se necesite.
Es importante comprender que, si las plantas son grandes y fuertes, estas pueden tolerar chorros más agresivos de agua. Pero si las plantas son pequeñas y delicadas como por ejemplo la mayoría de las flores del jardín, se necesitan que las partículas hídricas sean también pequeñas semejando al rocío o a la llovizna tenue.
Estas aspersiones limpian las hojas, hidratándolas y alimentan las raíces mojando la tierra. Simultáneamente crean un microclima fresco y mejoran el confort térmico del espacio.
El riego automatizado
La automatización también es una efectiva herramienta e implica un temporizador de riego que emite órdenes a las electroválvulas, para por ejemplo realizar el riego en formato de turnos dividiendo las zonas que componen el jardín, ya que el agua del servicio público usualmente no cuenta con el caudal y presión suficientes para mojar todo el terreno de una sola vez.
En conclusión, profesional que desarrolla el plano de riego debe tener en cuenta que en el plano de riego es importante distribuir estratégicamente aspersores, rociadores y goteros según las necesidades de los cultivos, atendiendo también los tiempos de riego, los radios de precipitación y arcos de cubrimiento de los equipos. Así es posible lograr resultados óptimos y también utilizar el agua de forma responsable y económica.
Autor: Arq. Pancho Crosa
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